miércoles, diciembre 4, 2024

EN REDONDO: ¿Rumbo a la nueva derrota nacional del PRI?

Por: Mario Ruiz Redondo

El proyecto aparentemente abandonado de la “alternancia” del poder en México, cobra fuerza nuevamente en el final de la segunda década del siglo XXI, con características semejantes a las registradas en el ocaso del XX, cuando desde Los Pinos se impondría al Partido Revolucionario Institucional, a un candidato débil, para que perdiera.

Historia cíclica de la tragedia mexicana, que en la contienda Presidencial de julio del año 2000, protagonizarían el ex gobernador sinaloense Francisco Labastida Ochoa y el ex de Guanajuato, Vicente Fox Quesada, éste último con la bendición del Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León y de Washington, para hacer de México un sistema político electoral bipartidista.

Ganaría Fox Quesada, porque así quedaría escrito por los hombres del poder interno y externo. Un factor determinante y adicional en el triunfo del guanajuatense y ex empleado gerencial de la Coca Cola en el país, fue el apoyo pactado con el ex mandatario Carlos Salinas de Gortari, quien daría la consigna a Elba Esther Gordillo Morales, la poderosa líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), para que sus agremiados dieran la espalda al abanderado del PRI y apoyaran incondicionalmente al del Partido Acción Nacional.

Obediencia absoluta a Salinas de Gortari por parte de la chiapaneca, pues a él y a nadie más le debía el haber sido impuesta en 1989 (sexenio 1988-1989), como dirigente máxima de la organización sindical con mayor número de agremiados en Latinoamérica (un millón y medio), que jugaron un papel determinante en el proceso electoral a favor del aspirante “de las botas vaqueras”, que en diciembre del año 2000 echaría al PRI de Los pinos.

Una “experiencia” que se convertiría en una pesadilla de largos 12 años para la sociedad mexicana, en que todo se prometió y nada se cumplió, como la de “destapar la cloaca del Fobaproa” (Fondo Bancario de Protección al Ahorro), con la cual Ernesto Zedillo Ponce de León, terminaría de cometer el mayor fraude cometido en contra el pueblo mexicano, fraguado por el mismo Salinas de Gortari, al privatizar en 1995 los bancos para evitar su quiebra, “sanearlos” y luego venderlos al extranjero, con un costo de 688 mil millones de pesos, que incluiría el rescate del sistema financiero.

Más de lo mismo en un país de extremos que aún no ha estallado socialmente, aunque cada vez la mecha está más corta y que ahora tiene su desfogue, ante la posibilidad cada vez más viable, por lo que se observa en el entorno de la carrera Presidencial, de una tercera opción de corte peligrosamente populista.

Las encuestas de opinión, al concluir la fase de precampañas de los tres aspirantes más importantes a suceder a Enrique Peña Nieto, dan a entender que ahora la inclinación se daría a favor del candidato de la llamada izquierda, luego del fracaso de los dos gobernantes del partido de derecha.

El representante del PRI, José Antonio Meade Kuribreña, parecería estar condenado únicamente a llenar el requisito, pues su participación en la tarea proselitista no prendió lo suficiente al priísmo ni a los distintos sectores de la sociedad nacional, indecisos aún en cuanto a quién darán su voto.

Bueno, hasta el mismo secretario de Marina, Vidal Francisco Soberón, se atrevería este jueves 15 defebrero, en su gira por la Paz, Baja California, a adelantar que México está preparado para un posible cambio de régimen, precisando además que independientemente de quién gane la elección Presidencial, la Secretaría de Marina estará con la sociedad y garantizará los comicios en paz.

El responsable del resguardo de los mares territorial y patrimonial del país, cuyas tropas han sido involucradas en tierra en la guerra contra la delincuencia organizada desde 2006, recordaría que “ya ha habido cambio de régimen en nuestro país. Hemos cambiado de un partido a otro partido”.

Quien en su momento fuera comandante de la Zona Naval de Puerto Chiapas, en la jurisdicción de Tapachula, comentaría, que “en su momento se pensó que eso no iba a ser posible, que qué iba a pasar, pero en México hay una gran madurez y las fuerzas armadas siempre estaremos del lado de nuestra sociedad, y lo que nuestra sociedad elija, obviamente, estaremos con quien sea el Presidente”.

Se preguntaría: “¿Quién va a ser? El que escojamos nosotros y lo vamos a apoyar como lo hemos hecho con todos los ex Presidentes, sin importar a cual partido pertenezcan. Quien sea el Presidente, allí estaremos apoyando a la figura Presidencial”.

Comentarios-pronósticos poco comunes en uno de los titulares de los tres brazos armados del Gobierno de la República, con gran autoridad por el conocimiento y pulso de la información que la SEMAR tiene del país.

Para nadie es secreto que el ambiente que se vive en el territorio nacional entre los priístas, es de preocupación, porque en esta primera etapa no se sintieron identificados con Meade Kuribreña, que no acabaría de entender la necesidad de superar la barrera del desencanto, por haber sido designado por el Presidente de la República, como su candidato, sin ser sometido a consulta, además de no nunca haber pertenecido a las filas del tricolor, salvo el detalle de haber sido miembro de los Gabinetes de gobiernos del PAN y del PRI.

Con Francisco Labastida Ochoa fue diferente, pues se trataba de un reconocido economista egresado dela Universidad Nacional Autónoma de México, miembro del PRI, con 36 años de destacada militancia política en el tricolor, que lo haría gobernador de Sinaloa, senador de la República y secretario de Agricultura, ganadería y Desarrollo Rural, secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal, embajador de México en Portugal y secretario de Gobernación, de donde renuncia en 1999 para ser candidato Presidencial priísta.

Aún así, habiendo tenido en la última fase de su carrera los hilos de la información, como secretario de Gobernación, Labastida Ochoa no pudo superar los obstáculos que el mismo Zedillo Ponce de León, le pondría para sabotearlo y debilitar su campaña, que redundaría en favor de Vicente Fox Quesada, a quien el propio Ernesto le levantaría la mano en señal de reconocimiento de triunfo, aún cuando el Instituto federal no había dado su veredicto oficial.

En la noche triste de la derrota de aquél 2 de julio de 2000, en que personalmente el entonces Primer Mandatario obligó reconocer a Francisco, el triunfo del guanajuatense panista, Labastida Ochoa se dirigiría con un puñado de amigos a desfogar su derrota.

Ahí, delante de no más de cinco compañeros muy cercanos de lucha, el sinaloense, con el rostro bañado en lagrimas de impotencia, calificaría a Ernesto Zedillo Ponce de León, de traidor no solamente a él como candidato, sino a la patria y al PRI, por haber cedido el poder, sin merecerlo, al abanderado del Partido Acción Nacional, Vicente Fox Quesada, como fiel representante de los intereses de Estados Unidos.

Todavía el pasado 4 de agosto de 2017, cuando en el Revolucionario Institucional no había más que un número considerable de aspirantes a la candidatura, en contraste con el Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), donde se daba como un hecho la postulación de Andrés Manuel López Obrador, el ex secretario de Gobernación daría su visión sobre el futuro de su partido, augurando que estaba en riesgo de perder en los comicios Presidenciales de 2018.

Sería durante una reunión convocada por el líder nacional priísta, Enrique Ochoa Reza, para discutir los temas de la 22 Asamblea Nacional, en la que el sinaloense subrayaba el hecho de que “debido a que el tricolor se encuentra en el tercer lugar de las preferencias, existe la posibilidad de que se repita la historia del 2000”, por lo que recomendaba que para evitar una nueva derrota, no se debe de adoptar la política del avestruz, sino por el contrario, deben escucharse, atender y resolverse, los problemas del país, cuyo talón de Aquiles, son la inseguridad y la corrupción.

Hoy, el priísmo nacional, que sigue siendo todavía mayoría política en México, se mantiene a la expectativa, con incertidumbre, frente a un candidato Presidencial que no siente como de los suyos, porque independientemente de su forma de ser, que no responde a la de un político experimentado, tampoco ha sabido rodearse asesores con la suficiente experiencia para atender y corregir estos vacíos dentro de la tarea proselitista.

Tampoco se ve la intención, desde el mismo momento en que designa como coordinador de campaña a Aurelio Nuño Mayer, sin la menor experiencia política partidista, como tampoco la tiene el mismo presidente del comité ejecutivo nacional del tricolor, Enrique Ochoa Reza, que se la ha pasado de traspiés en traspiés, desde que fue impuesto en el cargo.

Cerrazón para la incorporación de los priístas de gran trayectoria partidista, legislativa y de gobierno, que siguen siendo marginados por el círculo reducido que se ha apoderado de Meade Kuribreña, que no asimila todavía el porqué de su fracaso inicial de precampaña.

Las encuestas son desalentadoras, mientras los enemigos que fueron pilares del PRI, como Elba Esther Gordillo Morales, mantienen una estrategia de debilitamiento del aspirante Meade Kuribreña y en contraste el fortalecimiento de Andrés Manuel López Obrador, que ante la falta de un líder más convincente, muchos de los sectores de la población lo aceptan como la mejor opción, no obstante sus contradicciones que ponen en evidencia que “la mafia del poder” ha dejado de ser su enemiga, porque él ya es parte muy importante de ella.

La maestra chiapaneca, hace y deshace desde donde se le pega la gana en contra del mismo Presidente de la República, porque de repente en la Procuraduría General de la República se dieron cuenta este miércoles 14 de febrero, que se les olvidó ponerle un brazalete, para tenerla bajo control y saber cada paso que da,

en su arresto domiciliario, mientras se define su sentencia o liberación.

En la cercanía de la etapa final de la contienda electoral por la Presidencia de la República, que se definirá el primer domingo de julio próximo, aún no hay nada escrito, pero los augurios siguen siendo muy malos para el PRI y el PAN, más no para MORENA.

Sin embargo, todo parece indicar que el no razonamiento del voto, sobre todo de los jóvenes, puede conducir a México a una nueva alternancia, que podría tener un saldo todavía más negativo que hasta ahora.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.

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