jueves, abril 25, 2024

EN REDONDO: Recordando al insigne Marco Aurelio Carballo

Por: Mario Ruiz Redondo

Abrazo con afecto a Paty Zama, Bruno y Mario Carballo Zama.

 

Siendo estudiante de Periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en noviembre de 1974 me incorporé como reportero al periódico decano de la capital de México, El Universal (1917), gracias al apoyo del extraordinario comunicador, también nacido en Tapachula, Rodolfo Guzmán García. Sería un año después, cuando  conocería al prestigiado y respetado reportero.

Por aquellos días Marco Aurelio Carballo formaba parte del equipo de periodistas de Excelsior, que entonces constituía “La Catedral del Periodismo Mexicano”, el mejor medio impreso al que todos los jóvenes estudiantes de la ahora llamada carrera de Ciencias de la Comunicación, deseábamos llegar algún día. Para entonces, Rodolfo había dejado las filas del “Gran Diario de México” en Bucareli 8, y formaba parte del “Periódico de la Vida Nacional”, en Reforma 18.

Una tarde de hace ya 45 años, a invitación de Marco, con la mediación del amigo y padrino, a quien en el medio periodístico se conocía como “El Negro” Guzmán, acudiría al tercer piso del rotativo fundado en 1918, y que a lo largo y hasta el final del siglo XX alternaría liderazgo con su rival ubicado a unos cuantos metros, que se había caracterizado por tener instalaciones que no iban más allá de la planta baja y primer piso.

Primer contacto de gran camaradería en aquella Redacción, en la que ambos paisanos me exhortarían a “echarle ganas” a mi trabajo en El Universal, para sobresalir más y pronto ingresar al rotativo matutino más importante de habla hispana, al mando de Julio Scherer García. Ahí sellaríamos el inicio de una gran amistad que se prologaría hasta su lamentable fallecimiento, el 1 de agosto de 2015, un mes y medio antes de cumplir 73 años de edad.

A Marco Aurelio Carballo, le correspondería el honor de ser el primer tapachulteco en alcanzar la cima del periodismo nacional, seguido de Rodolfo Guzmán García, una meta que yo también alcanzaría en septiembre de 1976, junto con el villacomaltitleco Roberto Rodríguez Baños, cuando Regino Díaz Redondo asume la Dirección General de Excelsior, en julio de ese año y ambos amigos orgullosamente oriundos de la ciudad más importante de la Frontera Sur de México, decidirían retirarse del periódico.

MAC, como igualmente se le identificaba por sus abreviaturas, fue un guerrero infatigable, aún en los últimos días de su vida, agobiado por el terrible cáncer que le había afectado con suma crueldad su cerebro. Su gran tenacidad y deseos de vivir, le llevarían a mantener su mente ocupada, al impartir todavía dos meses antes de su deceso, el taller de Narrativa, en la Casa de Cultura de Tapachula, del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas, a cargo de Norma Leticia Arellano Peñuelas.

Sería la última vez que vería con vida al querido amigo y admirado colega, a quien auxiliaría en la impartición de sus conocimientos, al sentirse fatigado por la enfermedad. Antes de retornar a la ciudad de México, me pediría que junto con la directora Arellano Peñuelas, colocáramos en la Pared de los Recuerdos de la cervecería “La Mesa Redonda”, el diploma de Reconocimiento a su Trayectoria, que días antes le ha había entregado a nombre de Coneculta, el poeta y escritor Oscar Palacios, lo cual hicimos con much gusto, para reiterar el enésimo testimonio de amor de Marco Aurelio a la tierra que lo vio nacer.

Carballo viviría su vida de manera muy intensa y apasionada por su quehacer de escribidor, vocación que encontraría luego de haber ingresado a la carrera de Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México, que abandonaría para dedicarse al trabajo periodístico que ejerció ininterrumpidamente durante medio siglo, por el cual recibió en 1997 el Premio Nacional de Periodismo y de Información en el género de Entrevista, y en 1998 el Premio Nacional de Periodismo José Pagés Llergo 1998, por Crónica.

Con motivo del quinto aniversario de la desaparición física del amigo común, el también “huacalero”, el abogado y notario público radicado en Comitán, Gerardo Pensamiento Maldonado, me llamaría para que sumáramos esfuerzos y recordar al gran paisano Marco Aurelio, por lo que acordamos difundir algunos reconocimiento escritos por colegas y amigos, sobre su vasta trayectoria profesional.

Uno de ellos, el periodista y escritor tapachulteco Alberto Carbot, ex reportero de Unomásuno y director-empresario de la Revista Gente Sur, en la que Marco Aurelio publicara durante dos décadas sus textos, y al que en varias ocasiones tuvo la oportunidad de entrevistar, rememora:

“En la reflexión recuerdo nuevamente el paso de este hombre alto, maduro y de viriles rasgos, que generalmente lleva sobre el hombro una alforja de piel café, en la que acomoda su libreta de apuntes, papeles y algunos libros. Me digo que hoy no podría pasar inadvertido en el cielo.´

“Al recordar la etapa en la que fue reportero, Marco Aurelio Carballo inmediatamente se refirió a los bajos salarios: A los reporteros nos pagan muy mal. Un sueldo de reportero nunca va a alcanzar, pero lo que más me gustó periodísticamente hablando fue cubrir la guerra de Nicaragua. Yo creo que esa es la culminación de nuestro oficio.

“Yo creo que los que esperan la inspiración y la llegada de las musas son los poetas, que se parecen mucho a los cronistas, que forzosamente deben reseñar lo que está pasando. En cambio, el narrador tiene que escribir todos los días, porque sus musas trabajan a medio tiempo”

“El Príncipe Lacandón”, como lo bautizaría la talentosa periodista de la pionera División Noticias del Núcleo Radio Mil, creada Teodoro Rentería Arroyave, fue director de Información del periódico El Nacional; reportero de Excelsior; jefe de Redacción y articulista de la Revista Siempre!; Jefe de Información del matutino Unomásuno, del que sería corresponsal en España; colaborador de La Prensa, Diario del Sur de Tapachula y el Heraldo de Chiapas, que le daría autoridad para aconsejar a jóvenes reporteros, como lo recuerda ahora David Siller:

“Yo le decía a Carballo “El Quijote del Soconusco”, a quien le contaría su experiencia personal e haber conocido y conversado informalmente con el escritor Julio Cortázar, durante una visita a la capital mexicana. Marco Aurelio me interrumpiría y sin más, me recomendaría: No me lo cuentes, ¡escríbelo!”.

Rafael Cardona muy cercano al periodista y literato tapachulteco, comentaría: “Un día Marco Aurelio me dijo: Acabo de tomar una decisión que va a modificar el rumbo de mi vida; me voy a dedicar de tiempo completo  a la literatura. Quiero ser escritor.

“Con en el devenir de los años, acepté que el periodismo había perdido un gran reportero, pero a cambio la literatura mexicana ganó un escritor. La literatura también ganó mucho; ganó un lenguaje novedoso, la construcción de personajes recurrentes en las crónicas, cuentos y libros de Marco Aurelio Carballo”.

Raúl Pérez López Portillo, ahora radicado en Madrid, relata: “Conocí a Marco Aurelio Carballo en la redaccion de la primera edición de Ultimas Noticias, en septiembre-octubre de 1973, recién desembarcado yo de Chile, donde viví un año, hasta el golpe de Pinochet.

“Estuvimos juntos, codo con codo, en Ultimas Noticias y Excelsior, hasta el verano de 1977, cuando volé a Europa, primero en Paris y después en Madrid (como corresponsal para medios mexicanos), donde vivo desde entonces. Fueron cuatro años intensos en Mexico y me parece que lo he conocido toda mi vida. También un año escaso en Madrid, donde él escribió para el Unomasuno de Manuel Becerra.

“Es MAC mi sargento del Ejercito de Supervivientes del Sur, allá en la selva de Soconusco, en mi trilogía de Capitanes del Rey (novela histórica de finales del siglo XVIII), y desde entonces, su espíritu sigue vivo y presente. Nunca lo olvidare”.

Su obra literaria, incluiría “Polvos ardientes de la Segunda Calle”; “Mujeriego”; “En letras se rompen géneros”; “Vida Real del Artista Inútil”; “La Novela de Betoven”; “La tarde anaranjada”; “Crónica de Novela”; “Muñequita de Barrio”; “Diario de un Amor Intenso”, y Ultimas Noticias, entre otras.

En 1994, le sería otorgado el “Premio Chiapas de Literatura Rosario Castellanos”, además del II Premio Nacional de Novela “Luis Arturo Ramos”, así como el “Premio Nacional de Novela Luis Arturo Ramos”, en 2010.

El escritor Oscar Palacios, amigo de siempre del insigne tapachulteco, comenta: “Aún cuando a los amigos se les recuerda en muchas charlas, son las fechas de nacimiento o muerte de los seres que no pasaron por la noche en este mundo, las más recurrentes, marchando en el tren de la ausencia que no tiene regreso”.

Alguna vez le diría: “El único talento que me reconozco, es el talento para disimular mi ignorancia”. Esto me respondió: “Opino que sería absurdo competir en ignorancia. Porque ya somos dos. Ahora que, como en el caso de la inteligencia, culto ¿para qué? Gore Vidal decía que Truman Capote era tan ignorante como un poste y lo mismo decían de Balzac. Capote y Balzac, dos grandes narradores. Salvo tu mejor opinión, como dicen los políticamente correctos, quizá los cultos son los ensayistas y hasta los articulistas. Es decir, los intelectuales”.

Jorge López Ventura, contemporáneo de Carballo en la célebre Preparatoria Miguel Alemán Valdés de Tapachula, lo ubica en esa época como un joven inquieto que se atrevería a crear y dirigir, como parte de su vocación, un periódico “El Bachiller”, de mucho éxito entre la comunidad estudiantil.

El periodista y escritor arriaguense, Armando Rojas Arévalo, muy cercano de Marco Aurelio manifiesta en su memoria: “Nuestro amigo era muy querido en su pueblo, del que nunca salió porque lo llevaba en las venas. Pudo haber sido boxeador, pero prefirió ser narrador. Si los guantes y el olor a aserrín del encordado lo hubieran atrapado, nunca lo habríamos conocido y admirado. Tal vez escribiríamos crónicas de sus peleas en el trópico,

y a lo mejor lo alentaríamos para que llegara a las estelares en la México, pero en buena hora se dio cuenta que el deporte de los golpes no era para él. Los golpes al teclado lo llevaron al ring estelar de la literatura”.

Florentino Pérez Pérez, escritor, escribiría: “Fue un hombre prolijo en la escritura y en el oficio periodístico del cual nunca se separó, platicaba lo que escribía y escribía lo que platicaba. Esta ruta de ir de la realidad, pasar por el lenguaje y llegar a la ficción o al reportaje. Disciplinado en el oficio y disipado, alegre y bohemio en la vida social. Nos deja su recuerdo indeleble y amplia obra literaria que recrea los lugares en donde vivió: Tapachula y la ciudad de México”.

El colega y paisano, Francisco Gómez Maza: “MAC es un gratísimo recuerdo, como lo son las vivencias, mientras estaba entre nosotros, mientras nos hallábamos en el trabajo cotidiano de buscar la noticia. Dice el axioma que quien se va ya no vive entre nosotros, pero sí vive en nosotros. Y MAC no podrá salirse de nosotros. De sus compañeros periodistas que convivimos con él, de sus amigos. Hasta siempre. Hasta que volvamos a encontrarnos”.

Carlos Alberto Duayhe Villaseñor, veterano del periodismo escrito lo definiría: “Carballo era muy dado a salir sin aviso de cualquier parte, fuera desayuno, comida, cena, fiesta, coctel, conferencia, exposición, presentación de libros. Sin mediar palabra huía solo o con Zama cuando le acompañaba a extraviarse en las penumbras de la gran ciudad. Cuando volteábamos -¿Y Carballo? A saber. Así se ha ido ahora, sin aviso, la tarde anaranjada del 1 de agosto de 2015”.

 

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.

Artículos relacionados