martes, abril 23, 2024

EN REDONDO: Mentiras y traiciones en la Reforma Energética

Por: Mario Ruiz Redondo

Las operaciones de la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos (PEMEX), símbolo inequívoco de la corrupción e impunidad cínicas en nuestro país, han sido por lo mismo, mantenidas desde siempre en el más absoluto secreto, por ubicarse en el contexto de información clasificada concerniente a la seguridad nacional.

Situación que cobra mayor relevancia en la coyuntura del cambio sexenal, con el arribo del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que ha comprometido su palabra, de combatir frontalmente a estos flagelos de una democracia, la nuestra, que ni es incipiente, como tampoco está en vías de formación, como tanto se afirma en los discursos de distracción, sino toda una realidad que ha hecho posible el arribo al poder de una tercera opción de doctrinas ideológicas progresistas, para conformar un tripartidismo.

PEMEX constituye una de las prioridades, como factor determinante de las finanzas gubernamentales, luego de la puntilla que sin lugar a dudas se ha convertido en una traición a los intereses del país, aplicada en 2013 por los Poderes Ejecutivo y Legislativo federales, al impulsar una Reforma Energética que sería consumada por el Senado, en la madrugada del 11 de diciembre, un día antes de que la mayoría del pueblo mexicano celebrara a su madre espiritual, la virgen de Guadalupe.

Iniciativa Presidencial que contaría con el respaldo final de una superioridad de los integrantes de la Cámara Alta, 53 del PRI, 35 del PAN y siete del PVEM, contra 28 del PRD-PT y dos del PAN, aprobarían las reformas a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, a los que se agregaron 22 artículos transitorios, que autorizarían la participación privada nacional y extranjera, mediante “el otorgamiento de permisos” del Presidente de la República, en derivados del petróleo, de manera especial las gasolinas.

Considerada la Joya más preciada de las reformas estructurales llevadas a cabo por el entonces Presidente Enrique Peña Nieto, bajo el argumento de que la Energética permitiría al gobierno apuntalar la estancada producción de petróleo y gas, mediante la apertura total de PEMEX a la inversión privada, después de más de siete décadas de monopolio, luego de la expropiación petrolera decretada por el Presidente Lázaro Cárdenas el 18 de marzo de 1938.

Cambios que tendrían como prioridad también “abrir el mercado eléctrico nacional al capital privado”. Toda una falsedad en este rubro, como en el del mismo Petróleos Mexicanos, pues la presencia del capital extranjero estaba dada ya desde los tiempos de Carlos Salinas que decretara las reformas constitucionales que dieron margen al dinero foráneo en las únicas dos empresas paraestatales sobrevivientes de las debilitadas soberanía e independencia frente al exterior.

Tan es así, que en el caso de la Comisión Federal de Electricidad, la transnacional eléctrica española Iberdrola, controla actualmente casi la mitad de la producción del fluido eléctrico que la CFE, ya no como rectora, sino como una gerencia comercializadora, suministra a los usuarios del territorio nacional.

Después de 19 años de actividades en la geografía nacional, la transnacional ibérica mantiene una inversión acumulada hasta 2018, de dos mil 600 millones de dólares (52 mil 936 millones de pesos), que en 2017 le permitieron obtener ganancias de dos mil 804 millones de euros (64 mil 912 millones de pesos).

Tan exitosa y encubierta ha sido la incursión como inversionista de Iberdrola en el sector energético de México, que sus utilidades son superiores a las que genera en España, Reino Unido, Brasil y Estados Unidos, al grado que tiene contemplados una inyección de 32 mil millones de euros (74 mil 80 millones de pesos), entre 2018 y 2022.

El control gradual que Iberdrola ha logrado en el manejo de la Comisión Federal de Electricidad, le permite actualmente influir de manera determinante en el cobro de tarifas demasiado caras para la empobrecida economía de la mayoría de los consumidores.

Muy atrás y en el olvido, los propósitos del Presidente Adolfo López Mateos, al anunciar desde el balcón principal de Palacio Nacional, la mexicanización de la industria eléctrica, el 27 de septiembre de 1960:

“Al tomar posesión la nación mexicana de la Compañía de Luz, se consuma un largo esfuerzo desarrollado por el pueblo de México para tener en sus manos la energía eléctrica que en el país se produce por manos de mexicanos.

“La nacionalización de la energía eléctrica es una meta alcanzada por el pueblo en el camino de la Revolución. Siempre hemos sostenido que alcanzar una meta debe ser punto de partida para más importantes realizaciones, y ahora invitamos al pueblo de México a que, en posesión de su energía eléctrica, acreciente su industrialización para llevar a los hogares de todos, los beneficios de la energía eléctrica y los de la industrialización.

“Hemos de velar todos, porque la industria eléctrica en México se maneje con la mayor limpieza, para que todos sus beneficios sean para el pueblo y sólo para el pueblo. Y todos estaremos atentos y vigilantes para señalar con índice de fuego y para castigar en forma adecuada a quienes falten a la lealtad que deben a la patria y al pueblo.

“No habrá en la industria eléctrica ni merinos ni ladrones, porque contamos no sólo con la energía del gobierno, que habremos de poner en juego, sino con la lealtad de los trabajadores electricistas, que habrán de ser soldados permanentes en la vigilancia de los intereses del pueblo.

“Confiamos en su esfuerzo y en su patriotismo para responderle a México que su industria eléctrica se manejará bien, en beneficio del país; honestamente, en beneficio del pueblo; esforzadamente, en beneficio de México. Y en esta ocasión en que se cumple una etapa más, podemos afirmar: México es cada día más soberano, cada día más libre, cada día más independiente, por el esfuerzo de ustedes, por el esfuerzo de todos los mexicanos. ¡Adelante… México es nuestro!”.

Ideales perdidos en medio de las cortinas de humo creadas a partir de las reformas constitucionales de 1992, por una cúpula en el poder, que enriquecida ilícitamente sin límites y con absoluta impunidad, desde entonces y hasta ahora, sigue dominando a su antojo el rumbo del país.

De ahí la importancia del mensaje en su toma de posesión como Presidente de México, de Andrés Manuel López Obrador, que da fe de las falsedades de los pronósticos de la Administración que le precede, al consumarse la Reforma Energética:

“En los considerandos de las leyes aprobadas en ese entonces se aseguraba que en ese año íbamos a estar produciendo 3 millones de barriles diarios, y la realidad es que estamos extrayendo solo 1 millón 763 mil, 1 millón 763 mil barriles diarios. Es decir, 41 por ciento menos de lo estimado y con tendencia a la baja.

“Antes de la política económica neoliberal o neoporfirista (inicia en 1983), producíamos y éramos autosuficientes en gasolinas, diesel, gas, energía eléctrica. Ahora compramos más de la mitad de lo que consumimos, incluido el maíz, esa bendita planta originaria de México, al convertirnos en la nación que más importa ese grano en el mundo”.

En su primer mensaje el pasado sábado 1 de diciembre, como Presidente de la República, ante el Congreso y a los habitantes del país, afirmaría: “Por eso insisto. El distintivo del neoliberalismo es la corrupción. Suena fuerte, pero privatización ha sido en México sinónimo de corrupción. Desgraciadamente casi siempre ha existido este mal en nuestro país, pero lo sucedido durante el periodo neoliberal no tiene precedente en estos tiempos que el sistema en su conjunto ha operado para la corrupción. El poder político y el poder económico se han alimentado y nutrido mutuamente y se ha implantado como modus operandi el robo de los bienes del pueblo y de las riquezas de la nación”.

Recuento en el tiempo pasado de las historias de actos de deshonestidad: “En la época de la llamada, o del llamado desarrollo estabilizador, o compartido, que va de los años 30 a los 70 del siglo pasado, los gobernantes no se atrevieron a privatizar las tierras ejidales, los bosques, las playas, los ferrocarriles, las telecomunicaciones, las minas, la industria eléctrica ni mucho menos a enajenar el petróleo, pero en estas últimas tres décadas las máximas autoridades se han dedicado, como en el Porfiriato, a concesionar el territorio y a transferir empresas y bienes públicos, e incluso funciones del Estado a particulares nacionales y extranjeros.

“No se trata, como antes, de actos delictivos individuales, o de una red de complicidades para hacer negocios al amparo del gobierno. En el periodo neoliberal la corrupción se convirtió en la principal función del poder político, por eso si me piden que exprese en una frase el plan del nuevo gobierno, respondo: acabar con la corrupción y con la impunidad”.

Ofrecimiento, de que como Jefe del Ejecutivo Federal se mantendrá al margen de las acciones que desarrollen las autoridades encargadas, para desahogar con absoluta libertad los asuntos pendientes, como ocurre ya desde la tarde del 1 de diciembre, con la creación de una Comisión de la Verdad para castigar el abuso de autoridad en el caso de los jóvenes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, la noche del 26 de septiembre y madrugada del 27 de 2014, en Iguala, Guerrero.

“Que se castigue a los que resulten responsables, pero que la Presidencia se abstenga de solicitar investigaciones en contra de los que han ocupado cargos públicos o se hayan dedicado a hacer negocios al amparo del poder durante el período neoliberal.

“Desde mi punto de vista, en las actuales circunstancias es más severa y eficaz la condena al régimen neoliberal, dejar en claro su manifiesto fracaso y su evidente corrupción, y hacer todo lo que podamos para abolir el régimen neoliberal y someter a procesos

judiciales o a juicios sumarios a sus personeros, quienes a fin de cuentas no dejan de ser menores ante la esperanza de todo un pueblo y la fortaleza de una nación como la nuestra”.

Más elementos para un enjuiciamiento legal del que desde ahora se abstiene como Presidente de la República, para dejárselo al Poder Judicial: “En este periodo el poder adquisitivo del salario mínimo se ha deteriorado en 60 por ciento y el salario de los mexicanos es de los más bajos del planeta. Tenemos el doble de enfermos de diabetes en comparación con países de América Latina. Durante el periodo neoliberal nos convertimos en el segundo país del mundo con mayor migración. Viven y trabajan en Estados Unidos, 24 millones de mexicanos. Y por lo que hace a la violencia, estamos en los primeros lugares del mundo”.

Reiteración de sus postulados de campaña, ahora como titular del Gobierno Federal, en cuanto a que “el combate a la corrupción y la austeridad nos permitirá liberar suficientes fondos, más de lo que imaginamos, mucho más, para impulsar el desarrollo de México. Con esta fórmula sencilla de acabar con la corrupción y de llevar a la práctica la austeridad republicana, no habrá necesidad de incrementar impuestos en términos reales, y ese es un compromiso que estoy haciendo, ni aumentarán los precios de los combustibles más allá de la inflación.

“Ahora resulta que los que aumentaron el precio a las gasolinas están pidiendo que baje. Hago el compromiso responsable, que pronto, muy pronto, cuando terminemos la refinería que vamos a construir en México y se rehabiliten seis refinerías, va a bajar el precio de la gasolina y de todos los combustibles”.

Hoy, la continuación del desencanto de la mayoría de los mexicanos que creyó en la promesa del entonces Presidente Enrique Peña Nieto, de que al entrar en vigor la Reforma Energética, bajarían los precios de las gasolinas, el diesel y el gas, mientras que como aspirante Presidencial, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a disminuir a partir del 1 de diciembre los costos de los combustibles.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodísticos 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.

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