viernes, noviembre 29, 2024

EN REDONDO: Los políticos arrinconados de la Frontera Sur

Por: Mario Ruiz Redondo

Es de noche, las ocho del domingo 6 de octubre. Estoy en las inmediaciones de la dinámica ciudad de Huixtla, y en medio de la oscuridad me imagino la imponente Piedra de 160 metros de altura y 600 metros de diámetro, enclavada en la montaña, como una de las bellezas naturales no explotadas como atractivo turístico de la Costa de Chiapas, que podría convertirse en un mirador desde donde se podría apreciar el paisaje de su entorno conformado por los municipios de Tuzantán, Huehuetán, Villa Comaltitlán, Acacoyagua, Acapetahua y Escuintla.

José Luis Ortega Córdova, mi gran amigo de los tiempos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, allá por la década de los 70, director del Fondo Auxiliar para la Administración de Justicia del Poder Judicial estatal, un  huixtleco que se enorgullece de la gigantesca roca que identifica a esta parte de la Región Soconusco, la cual se mantiene como la capital económica de la entidad, sustentada en la producción de café, plátano, maíz, cacao, mango Ataulfo, caña de azúcar, sorgo, soya, tabaco, rambután, palma africana, así como ganadería y un turismo incipiente por la falta de promoción de las autoridades estatales y federales.

Poco antes, en las inmediaciones de la cabecera municipal, la ubicación del Ingenio que lleva el nombre de la ciudad, que procesa anualmente, según el dato más reciente, un millón 290 mil toneladas de caña para producir 131 mil toneladas de azúcar.

Instalaciones construidas en 1975, en esta llanura costera chiapaneca, que desde entonces se ha constituido en una de las fuentes de trabajo más importantes, al propiciar la siembra de la materia prima y la generación de miles de empleos en los campos y en la planta de transformación del endulzante.

Estoy a 30 minutos de Tapachula. Han transcurrido casi cinco horas de mí salida de Tuxtla Gutiérrez. Estamos pues en territorio de la Frontera Sur, tierra ancestral de la inconformidad por la imposición dictada desde el centro de la entidad, que se ha traducido en marginación política, como lo evidencia el hecho de haber tenido en toda su historia, un solo gobernador, el también amigo Julio César Ruiz Ferro (1995-1998), en tiempos de Ernesto Zedillo Ponce de León, quien arribaría al cargo de manera interina, con el apoyo del líder del PRI nacional, el comiteco Don Jorge de la Vega Domínguez.

Ahí, en la “Perla de Soconusco”, aún vigente como notario público número 56 del estado, el veterano, respetado político que me distingue con su amistad, Don Antonio Melgar Aranda, que a sus más de 83 años se mantiene firme en su trinchera profesional, después de haber probado las mieles del triunfo en la política, primero como alcalde de la ciudad más importante de la Frontera Sur, en tiempos de la Presidencia de Luis Echeverría Alvarez y del gobernador Manuel Velasco Suárez.

Oriundo de la serrana Motozintla, pero avecindado desde muy joven en Tapachula, siendo presidente sería reprendido severamente por el eminente neurólogo habilitado de político, Velasco Suárez, luego de  haber declarado al ahora columnista y entonces reportero enviado de Excelsior, que Puerto Madero (hoy Chiapas), se perfilaba para ser “un elefante blanco”, lo cual se confirmaría con el tiempo por el abandono posterior, al no darse continuidad a la obra.

Melgar Aranda tiene en su historial personal el haber sido presidente del PRI estatal, diputado local, federal y senador. Y cuando todo apuntaba para que fuese candidato al Poder Ejecutivo de Chiapas, vendría la orden de su compadre Jorge de la Vega Domínguez, entonces dirigente del tricolor (9 de octubre de 1986 al 30 de noviembre de 1988), de disciplinarse y dejar libre el camino a otro aspirante que tenía la bendición del entrante presidente de la República.

Mucho más joven, el respetado amigo y abogado Norberto Antonio De Gyves Córdova, es otro de los connotados políticos de Tapachula, fiel a su militancia al PRI, que aún es bien recordada por la población, su gestión como alcalde de cuatro años, en los días que gobernaba Patrocinio González Garrido, del que también fue secretario de Finanzas. Un personaje de la ciudad, de mucho arraigo, que actualmente tiene a su cargo la Notaría número 24.

Y volviendo a la vieja guardia, la obligada referencia al muy querido amigo Don Ezzio del Pino Trujillo, exedil de la gran urbe tapachulteca y ex alto funcionario de la Procuraduría General de la República, retirado de las tareas políticas a sus más de 83 años. Su hermano, otra de las figuras trascendentes en el quehacer político “huacalero”, don Joaquín del Pino Trujillo, ya fallecido, figuró de igual forma como presidente municipal, que pasaría los últimos días de su vida en su rancho “Casa Santa”. La popularidad de ambos se ve reflejada actualmente en dos colonias de la ciudad, que llevan su nombre.

Andar por los caminos de la política del terruño. Y en esa correlación, la presencia sin duda de mayor impacto estatal, de mi querido amigo José Antonio Aguilar Bodegas, al haber sido dos veces candidato al gobierno estatal, la primera abanderando al PRI, contra el extricolor Juan Sabines Guerrero, ante quien pierde por la manipulación en las urnas (relleno), que el entonces gobernador Pablo Abner Salazar Mendiguchía, realizara abiertamente  a favor del defeño, en 2006.

El segundo intento que igualmente resultaría fallido, ocurriría en 2018, una vez que es bloqueado por los mandos priístas nacional y estatal, que le llevan a renunciar después de 43 años de militancia fiel, para aceptar la candidatura que le ofrecen los instituto políticos PAN-PRD y Movimiento Ciudadano. Sería derrotado en las urnas por el ahora gobernador Rutilio Escandón Cadenas, del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

A sus casi 70 años que cumplirá el próximo 29 de diciembre, indiscutiblemente es en la historia política más reciente de Chiapas, el  más fogueado durante su larga trayectoria como profesional de la política y del servicio público, pues lo mismo ha sido delegado de la Secretaría de Agricultura, que alcalde de Tapachula, diputado local y líder del Congreso chiapaneco, diputado federal, senador de la república, que líder del Revolucionario Institucional en Chiapas.

Carismático, popular y conocedor a fondo de la problemática general de la entidad, lo que le daría oportunidad de hacer propuestas como aspirante a la Gubernatura en 2006, precisas y realistas de solución, que contrastarían radicalmente con la ignorancia e incapacidad de Juan Sabines Guerrero, cuya gris carrera política se limitaría al haber sido diputado local y presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez.

Todo un gran fraude electoral cometido por Pablo Abner Salazar Mendiguchía, al amparo de la “Alternancia en el Poder”, adjudicada por el priísta presidente Ernesto Zedillo Ponce de León a favor de Vicente Fox Quesada, como su sucesor y del soyalense, en el relevo de Roberto Albores Guillén.

Impunidad total de quien nunca se avergonzó de asumir la gubernatura en diciembre de 2000, cometiendo el engaño más atroz al pueblo chiapaneco, que se tenga memoria, pues sin serlo se ostentaba como abogado, con un título falso de la Universidad Autónoma de Puebla y una cédula profesional ajena, pues pertenecía a una mujer que si terminó la carrera.

Poco importó al último primer mandatario priísta del siglo XX, orquestar las derrotad de los abanderados nacional del Revolucionario Institucional, el sinaloense Francisco Labastida Ochoa y estatal, del acapetahuense Sami David David, después de siete décadas de permanencia del Revolucionario Institucional en el control de la Presidencia de la República y mayoría de los estados de México.

Todo el poder de Ernesto Zedillo Ponce de León, respaldando el arribo al poder en Chiapas, de quien durante seis años se convertiría en un tirano que perseguiría con toda la saña enfermiza, a quienes lo exhibieron como mitómano represor, en días de campaña.

Y para consumar su paso por el poder omnímodo de Chiapas, Pablo Abner Salazar Mendiguchía, apadrinaría con todos los recursos presupuestales de su gobierno, al ahora flamante cónsul de México en Orlando, Florida, ratificado por el gobierno de la Cuarta Transformación, a pesar del manejo turbio de más de 20 mil millones de pesos autorizados por la banca a su “administración”, nunca demostraría tener de 2006 a 2012, los méritos mínimos para dirigir los destinos de los chiapanecos.

Es el Chiapas de los fraudes electorales, el de los rellenos de urnas, de compras masivas de votos, detrás de imposiciones de candidatos impopulares, que finalmente los pueblos han repudiado, y que a pesar de ello el negocio multimillonarios de los sufragios con dineros de los mismos empobrecido habitantes de la entidad, se ha mantenido desde los días de Salazar Mendiguchía, luego Juan Sabines Guerrero y finalmente Manuel Velasco Coello, con la intervención clave del “cachanilla” Amador Rodríguez Lozano, hoy flamante hacedor del nuevo virrey de Baja California, Jaime Bonilla Valdez, del que es flamante secretario General, en agradecimiento a sus tareas de alquimia electoral.

José Antonio Aguilar Bodegas representa para las nuevas generaciones priístas, un ejemplo de lealtad hacia el PRI, como de la traición de líderes del tricolor, a quien en su momento representaría una  opción real para retomar el gobierno de Chiapas. Hoy, el veterano político tapachulteco, ha guardado sus armas de lucha en la arena política estatal y se mantiene ajeno a ella.

En el relevo generacional, permanece aguardando mejores momentos, Ezequiel Orduña Morga, que ungido por el PRI, el domingo 7 de octubre de 2007, se enfrentaría por la Alcaldía tapachulteca, a Adolfo Zamora Cruz, ex alcalde interino priísta, que competiría respaldado por la suma del PAN-Nueva Alianza.

El popular “Cheque” Orduña, ganaría por

menos de dos mil votos, luego de que el Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación, ordenara un recuento de los sufragios que inicialmente lo daban como perdedor.

Durante los tres años de la gestión de este priísta de gran arraigo entre la población, sería objeto de todo tipo de bloqueos y humillaciones por parte de Juan Sabines Guerrero, quien nunca reconocería su triunfo en las urnas, como tampoco detalles en la rendición de Cuentas al Congreso, bajo su control, que quedarían pendientes.

Al concluir su trienio, el amigo y compadre Orduña Morga sería “reivindicado” por Sabines, para ocupar la dirección del Sistema de Transporte “Conejobus”, de la capital tuxtleca, donde cumpliría sin pena ni gloria, hasta el retorno del PRI a la Presidencia en 2012, y sería delegado federal estatal de la Secretaría de Desarrollo Social y posteriormente de la Procuraduría Agraria.

A finales de 2017, tomaría la decisión de retornar a la política del terruño y daría comienzo a la reactivación de su estructura electoral, para contender en 2018, por la Presidencia Municipal de Tapachula.

Se daría entonces la intervención del rencoroso de Juan Sabines Guerrero, que por medio de su compadre Manuel Velasco Coello, impediría el regreso del para entonces favorito para ganar la Alcaldía, al girarse en el principio del año, dos órdenes de aprehensión en contra de “Cheque”, precisamente el día anterior a su destape como aspirante.

El argumento de la orden judicial, iba en el sentido de “no haber transparentado las cuentas de su gestión edilicia”. Golpe bajo de Velasco Coello a su también compadre, quien se mantendría oculto mientras obtenía un amparo federal, el cual le fue concedido tardíamente, una vez que había concluido el período de inscripción de candidaturas, en que no pudo participar por ser sujeto de persecución de la justicia estatal.

Concluyo cinco horas después de iniciado el tour Tuxtla-Tapachula, con la visión de los políticos de la Frontera Sur de México, vencidos y arrinconados por siempre por un poder omnímodo eternizado.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.

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