Mario Ruiz Redondo
Hay que decirlo. El pueblo de México no merece el burdo espectáculo que su llamada clase política actual y del pasado, oferta al mundo, para dirimir en los medios de comunicación, cibernéticos y redes sociales, lo que empiezan a parecer diferencias supuestamente insalvables, teniendo como referencia común la corrupción, que ha empezado a aflorar sin recato y a la menor provocación.
Cambio de forma, pero con el mismo fondo de un sistema político, apoyado en el viejo molde de la distracción, cual circo de varias pistas, basada en el escándalo clásico del ayer y en la breve “Alternancia”, con que pretenden continuar los estrategas oficiales de imagen sistemática, para hasta llegar con todo, a los comicios intermedios de 2021.
Sin duda, el año clave para la consolidación o retroceso del partido en el poder, Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), y de los propósitos de Transformación, enarbolados por el Primer Mandatario Andrés Manuel López Obrador.
Prevalece aún, a casi 21 meses de la llegada al limbo de la omnipotencia de siempre, el sentimiento popular de la esperanza, en el Presidente que Vino de los Pantanos del Sureste, abanderando los principios de una honestidad que sus colaboradores más cercanos contradicen con sus conductas puestas en entredicho, al ser evidenciados como vivos ejemplos del pasado corrupto que se combate en el discurso.
Con el viento en contra y de lluvia sobre mojado, por la grave crisis de la epidemia-pandemia del Covid-19, que envuelve y sujeta a la nación, al convertirse en el principal obstáculo para la realización de los planes del sexenio 2018-2024, que sigue echando abajo los avances de un desarrollo económico que para finales de 2018 se mantenía en nivel aceptable, pero que actualmente sigue yéndose a pique, con la caída libre de la actividad productiva en lo que va del año, que ya se adelantan como preocupantes antes de concluir el segundo año de gobierno.
Problema de salud no exclusivo de México, sino de todo el mundo, pero con el inconveniente de que desde un principio se cometería aquí, el error de la valoración incorrecta en cuanto a efectos negativos para la salud de 130 millones de mexicanos y adicionalmente el impacto a las arcas gubernamentales y bolsillos familiares por un desempleo imprevisto.
Al no estar preparadas las autoridades federales, estatales y municipales, para enfrentar lo que finalmente se ha convertido en situación de catástrofe sanitaria, como la ha definido el subsecretario Hugo López Gatell, está claro que pudieron haberse aplicado medidas preventivas que hubiesen disminuido el impacto.
La estrategia de ocultar esta situación inédita demasiado prolongada, mediante el uso de datos que no corresponden a la realidad, ha sido contraproducente, pues no ha convencido al grueso de los mexicanos, que a diario sufren el embate del Coronavirus entre los integrantes de sus familias o amistades, sin importar sexos ni edades.
Es el México del fin de la segunda década del siglo XXI, que llegaría este jueves 27 de agosto, a los 62 mil 594 decesos, que le hacen ocupar la nada honrosa tercera posición mundial, después de Estados Unidos (180 mil 814), y Brasil (118 mil 649), donde sus Presidentes Andr´s Manuel López Obrador, Donald Trump y Jair Bolsonaro, respectivamente, minimizaron también la amenaza que ahora devasta a sus pueblos.
Arribo inminente a la fecha de II Informe de Gobierno, con el reporte de contagios de media semana que indica la suma oficial de 579 mil 914 casos, para mantenerse en el séptimo lugar en el planeta, en la que igualmente Estados Unidos es líder con cinco millones 866 mil 214; Brasil, tres millones 761 mil 391 enfermos; India, tres millones 310 mil 234; Rusia, 972 mil 972; Sudáfrica, 618 mil 286, y Perú, 613 mil 378.
Intentos fallidos por dar desde la esfera de poder de Palacio Nacional, la imagen de un país que nada tiene que ver con esta aterradora realidad, en la que el propio Presidente de la República sigue poniendo el mal ejemplo a la sociedad nacional, sobre todo a las clases populares, en cuanto a su conducta de desacato, a las reiteradas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, de usar cubre bocas para evitar el contagio y la proliferación de la enfermedad de múltiples aristas.
Y por si hacía falta, Andrés Manuel López Obrador, ha declarado en sus conferencias de prensa mañaneras, que solamente lo utilizará cuando, acabe con la corrupción.
Un ejemplo que cunde para mal, en la mayoría de los estados del país, impactando en la gente de menor nivel educativo e incluso profesionistas, que han decidido seguir su ejemplo, al salir a las calles sin ningún tipo de protección, como si el Covid-19 no existiera, cuando en la realidad el virus ha empezado a reactivarse, elevando de nuevo el número de muertos e infectados, que para octubre volverá a complicar negativamente las estadísticas.
Pero como al mal tiempo, buena cara, los especialistas del escándalo populista mediático, convencieron al que manda, de apresurar la creación de una cortina de humo de distracción y olvido del Covid-19, dando paso al show de la pasarela de la corrupción del pasado reciente, y para ello nada mejor que la escenificación de “La Danza de las Colas Largas”, llevando como estelar a Emilio Lozoya Austin, uno de los personajes prominentes, consentidos y protegidos durante el sexenio de 2012-2018.
Detrás de reflectores, para la producción de la serie, el par de expertos extranjeros visibles (salvadoreño y estadounidense), una vez que se logra en julio pasado, la extradición del ex director de Petróleos Mexicanos, que sospechosamente se diera a la fuga al extranjero, en 2019, siendo boletinado por la Interpol, acusado por la Fiscalía General de la República, de los delitos de lavado de dinero y daños a la paraestatal por más de ocho mil millones de pesos.
Guión que nos conduce a un trato inicial de delincuente, a “testigo colaborador”, que al arribar al país, procedente de Madrid, por lo que no es puesto tras las rejas para rendir su primera declaración en la Carpeta de Investigación obligada, sino su internamiento con cargo al erario, en el Hospital Angeles del Pedregal de la ciudad de México, el más caro del territorio nacional, por supuestos problemas de salud, de donde sale sin pisar cárcel para ser alojado en su casa de las Lomas de Chapultepec.
Desde la comodidad de su hogar, “el delincuente priísta más buscado de la 4ª-T”, supuestamente rendiría una declaración ante la Fiscalía General de la República, que por ley debe tener rango de alta confidencialidad, por tratarse de un asunto de demasiados tintes penales, en los que involucra hasta ex Presidentes de la República, pero que sin embargo, es “filtrada” a los medios de comunicación y redes sociales, con la obvia intención de “acalambrar a los involucrados”, en el que el tema de los sobornos de la Corporación brasileña Odebrecht, que es interpretada como un golpe demoledor a Enrique Peña Nieto.
Fin de la luna de miel especialmente con Peña Nieto, que daba la impresión se alargaría todo el sexenio, que se cancela abruptamente, para dar paso a una especie de “guerra de guerrillas” mediática desfasada, dirigida a fortalecer la idea de culpar al pasado de los crecientes problemas, que incluyen la inseguridad y violencia.
Al ritmo de la “Danza de las Colas Largas”, empezaría la contraofensiva opositora, que daría paso a las exhibiciones de la corrupción de los hijos de Manuel Bartlet Díaz, director general de la Comisión Federal de Electricidad, en la venta a instituciones del gobierno federal, de insumos facturados con precios demasiado altos, en los meses que lleva de la crisis del Coronavirus.
Poco antes, la puesta en escena del mismo funcionario, ex secretario de Gobernación en tiempos de Miguel de la Madrid Hurtado, ex secretario de Educación Pública, ex gobernador de Puebla, y ex senador, señalado por abuso de poder y enriquecimiento ilícito, al acumular una cuantiosa riqueza de bienes inmuebles en la mejor zona de la capital del país, además de importantes empresas manejadas por su familia.
Y cuando la sociedad nacional esperaba una investigación a fondo, como consecuencia de la denuncia pública, Bartlet Díaz en ningún momento sería objeto de la mínima acción legal, sino que simplemente fue exonerado por la Secretaría de la Función Pública e incluso defendido por el propio Jefe del Ejecutivo Federal, avalando su honestidad.
Emilio Lozoya Austin, ha sido el elegido, para utilizar mediáticamente la información privilegiada que posee, en contra de los miembros distinguidos de la denominada “mafia del poder”, sin que ello implique necesariamente aplicar con rigor la ley, a los involucrados en los ilícitos cometidos en contra de la Nación, sino más bien como la mejor forma de cobrar facturas mediante el escándalo, por todas las afrentas recibidas por quienes hoy están en el cielo terrenal.
Nueva época de los dimes y diretes que se convierten en un primer aviso y “calambre” a quien desde lo oscurito mueve los hilos del poder, al grado de haber sido y continuar siendo, determinante en la apertura del sistema político mexicano, de brindar a las fuerzas políticas de la “Derecha”, la primera opción de la “Alternancia del Poder”, en el año 2000 y prolongada hasta el 2012, representada por el Partido Acción Nacional (PAN), con Vicente Fox Quesada y Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, de 2018 a 2024, la segunda, para la “Izquierda”, protagonizada por el Partido del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), con Andrés Manuel López Obrador al mando.
El priísta ex Presidente Enrique Peña Nieto es por lo pronto, el objetivo más próximo, junto con el exsecretario de Hacienda Luis Videgaray, y de manera secundaria el panista ex Primer Mandatario Felipe de Jesús Calderón Hinojosa. Los dos son los blancos favoritos en esta
fase preelectoral, en la que los dardos están dirigidos a desactivar todavía más a los dos partidos políticos más importantes en la historia de México, el PRI y el PAN.
Afirmación comprometedora de Lozoya Austin, de haber recibido de la poderosa constructora brasileña Odebrecht, 10 millones de dólares para participar en el financiamiento de la campaña de Peña Nieto en 2012, serían recibidos por Videgaray, entonces coordinador de la tarea proselitista del político mexiquense, ayudarían a Peña Nieto a ganar las elecciones y ser Presidente de México en el sexenio anterior.
Hasta el momento, solamente el escándalo de la supuesta declaración, incluso alterada del ex director de Pemex, que no ha precisado ni aportado las evidencias de su acusación, que de comprobarse significarían un delito electoral.
La “Danza de las Colas Largas”, pasaría a un ritmo más dinámico, cuando se pensaba que la contraparte ee quedaría callada, al propiciarse el nuevo escándalo respaldado en forma de grabación de video del año 2015, en el que aparece Pío López Obrador, hermano del Presidente Andrés Manuel, recibiendo de David León, un colaborador del entonces gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, más de un millón de pesos, en un restaurante de Tuxtla Gutiérrez, como apoyo financiero para la campaña proselitista del actual Presidente.
Historias de corrupción que se confrontan, ya no con palabras, sino con sustentos de imagen y grabaciones de audio contundentes, que logran peligrosamente el objetivo de la distracción del grave problema de la epidemia-pandemia del Covid-19, que al incurrir la población en la despreocupación, provocará rebrotes del virus exterminador, habilitado como argumento en los primeros combates de dimes y diretes que serán simples llamaradas de petate.
Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.
Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.