Han salvado a cientos de niños de morir en hoteles y de las redes de tratantes
Luis Rodríguez/Portal theexodo/Especial para Quadratín México
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de junio (Quadratín México).- En pleno corazón de la capital del país, a unos pasos de los tres poderes de la Unión –Palacio Nacional, Suprema Corte de Justicia de la Nación y Cámara de Diputados- la trata de personas, la explotación sexual de niñas y adolescentes es parte del paisaje urbano, en donde ningún gobierno, de cualquier signo político, ha logrado, ni siquiera intentado, terminar con las redes de tratantes, de padrotes, de explotadores que han hecho de La Merced y la zona de Mixcalco, un paraíso de impunidad.
Decenas de hoteles de paso, tiendas de venta de bicicletas y de ropa, son el refugio de esta zona de explotación sexual, donde cientos, tal vez miles de jóvenes, la mayoría provincianas, están atrapadas en redes, con un control férreo, a veces violento, otras veces por medio de los hijos de las sexoservidoras que están a cargo de familiares de sus “padrotes” y que son la garantía de que no escaparán.
Ante esa problemática, hace más de 24 años fue fundada una guardería modelo, a cargo de religiosas, que ha sido un tabla de salvación para las jóvenes sexoservidoras y sus hijos, sobre todo ante casos que se dieron en los 90´s y aún después del 2000, cuando varios niños, sobre todo bebés murieron de hambre y abandonados en cuartos de hoteles.
La Vieja Casona que alberga la estancia se encuentra a unas calles del Zócalo y ahí un grupo de religiosas empezó a trabajar para apoyar a las sexoservidoras que en su gran mayoría provienen de estados circunvecinos al Distrito Federal y que además de estar controladas por mafias, eran y aún son en menor medida eran asediadas por policías e inspectores que las detenían en las tristemente célebres “razzias”.
“Llegaron a morir varios niños en los 90`s, porque varias prostitutas se juntaban y alquilaban un cuarto para dejar cuatro o cinco niños y cuando eran detenidas por 72 horas, no había quien les diera de comer o agua a los menores, muchos de ellos bebés y en ocasiones se asfixiaban o morían de hambre o deshidratados”.
Recuerda Edgar López, encargado de un hotel de paso en Anillo de Circunvalación y aunque reconoce que aún se dan casos de redadas en contra de las sexoservidoras, también señala que son muy pocas las que dejan a sus hijos solos en los cuartos de los hoteles mientras ellas trabajan.
La hermana Aurea, de la Orden de las Religiosas de las Oblatas del Santísimo Redentor, comentó a Exodo que la estancia inició sus operaciones en 1989 como una respuesta a los decesos de niños en los hoteles de paso, cuando sus madres eran detenidas. “Ya no se dan estas redadas como antes, pero el problema de la prostitución en La Merced ha aumentado”.
Denominado “Instituto Pro-Infancia y Juventud Femenina” y bajo el esquema de asociación civil, no sólo es una estancia infantil, sino también tiene una cocina económica, una pequeña fábrica de chocolates, taller de bisutería y una academia de belleza. “Buscamos dar opciones a las mujeres que trabajan en la prostitución para que dejen esa vida y tengan otras opciones laborales”, señala la religiosa.
Actualmente atiende a unos 30 niños en la estancia y realizan cursos de verano para atender a algunos hijos de sexoservidoras que vienen a la Ciudad de México durante las vacaciones, mientras sus progenitoras continúan trabajando.
“Aún existen riesgos para muchos hijos de ellas, que quedan al cuidado de la familia del explotador, del novio o bien los encargan cuando son pequeños con amistades en negocios de ropa o de bicicletas y en muchas ocasiones regenteador les prohíbe que tengan contacto con la estancia o con nosotras, porque sabe que nosotros estamos buscando que trabaje en otro oficio”.
Contrario a los contratos millones de las más de 1,500 guarderías subrogadas del IMSS, que paga 2,400 pesos mensuales por niño a los dueños de esas estancias y que en algunos casos reciben hasta un millón de pesos al mes, “Centro Madre Antonia” como también se le conoce sobrevive con donativos y una cuota de recuperación simbólica de 10 pesos al día por niño, que incluye el desayuno y la comida.
La madre Aurea reconoce que para muchos es paradójica la postura de la Iglesia Católica frente a fenómenos como la prostitución y que sean religiosas como la Orden de las Oblatas y otras congregaciones que laboran en La Merced , quienes estén trabajando tan de cerca con sexoservidoras y sus hijos. “Presencia jerárquica romana, hay poca, pero hay muchas religiosas de varias congregaciones”, apunta.
Daniel Pérez, trabajador social de la estancia, reconoce que trabajar en La Merced es difícil, porque el problema de la prostitución, contrario a las cifras oficiales.
“Se estima que en la zona de La Merced, Mixcalco, San Pablo y Circunvalación trabajan alrededor de 10 mil sexoservidoras, cuando hace 10 años se decía que había unas siete mil. Este fenómeno ha crecido junto con la globalización, con redes de padrotes, con una gran presencia de menores de edad y todo ello sumado a la crisis económica, que provoca que no sólo jovencitas, sino a mujeres, a amas de casas de más de 30 años, se inicien en la prostitución”.
Reconoce que para las mafias de la prostitución, la estancia es vista como un peligro, porque se busca ayudar a las mujeres que ellos explotan. “Hay fuertes presiones sobre las sexoservidoras por parte de sus explotadores, hay hostilidad cuando nos acercamos a invitarlas a la estancia.
“La familia de los padrotes cuidan cuatro o cinco niños, hijos del él y de igual número de mujeres y es un poco el seguro o gancho que garantiza que las mujeres no se irán nunca y estarán a su control, es una doble forma de explotación”, narra Daniel Pérez.
Atrás queda el callejón de Margil, en pleno corazón de La Merced y esta estancia donde además de las religiosas, trabajadoras sociales, sociólogos, pedagogos y psicólogos, que buscan cambiar el futuro de estos niños y sus madres que están atrapados en las redes de tratantes de blancas, prostíbulos, hoteles de paso, una clientela variopinta que va desde comerciantes, cargadores y hasta soldados y policías.
Aquí no hay presencia de políticos, aquí no hubo “Compromisos por Colonia” por parte de Miguel Mancera, ni Enrique Peña Nieto firmó ante notario algún compromiso de “te lo firmó y te lo cumplo”. La zona de La Merced y sus redes de tratantes de blancas y sus intereses no son tocados por ningún nivel de gobierno, por ningún poder del Estado Mexicano. Así ha sido por décadas y así se mantiene intacto.
“Aquí la principal ganancia”, dice la hermana Aurea, es haber retirado del oficio más antiguo del mundo a una decena de mujeres y cuidar a niños de las razzias, los padrotes, la calle y la muerte.
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