Luis Alberto García / Moscú
*Media docena de multimillonarios, beneficiarios mundialistas.
*Pertenecen al entorno económico y financiero de Vladimir Putin.
*En su mayoría son constructores, banqueros y petroleros.
*Desde el gobierno les otorgaron contratos para estadios y carreteras.
Durante su toma de posesión como presidente reelecto de Rusia, Vladimir Putin prometió el pasado 7 de mayo -coincidentemente en el septuagésimo tercer aniversario de la victoria sobre el nazismo, con la toma de Berlín por las tropas de la Unión Soviética y la conclusión de la Segunda Guerra Mundial-, mejorar la calidad de vida de sus compatriotas.
El mandatario, con tres periodos como presidente y uno como primer ministro a partir del año 2000, como lo hizo su antecesor, Borís Yeltsin, Putin recurrió en esa ceremonia a una retórica nacionalista, comparando a Rusia con el Ave Fénix que renació sus cenizas, al tiempo que sus admiradores y votantes exponían la organización del XXI Campeonato Mundial de Futbol como ejemplo de ello.
¿En quienes se apoyó el mandatario nacido en San Petersburgo en 1953 -año del fallecimiento de Iósif Stalin, el dictador que condujo con mano de hierro a la nación desde 1924 como heredero político de Nicolás Ilich Ulianov, Lenin- para conducir a Rusia hasta el sitio que alcanzó en casi dos decenios?
En su paso hacia la modernidad, Putin y el séquito de empresarios multimillonarios que integran su entorno económico y político, que incluye al primer ministro Dimitri Medvédev, “petersky” –así llaman a los oriundos de la antigua capital zarista-, jurista nacido en 1965-, quien continúa en el cargo después de haberse desempeñado como presidente durante un cuatrienio.
Medvédev –quien asistió en representación de Putin al partido Rusia vs. España, en el cual ésta fue eliminada -, es leal como ningún otro de sus allegados al mandatario renovador, que ha querido compatibilizar las antiguas tradiciones con lo que llamó “retos del futuro”.
Su objetivo, dicen sus críticos, es pretender recuperar la grandeza nacional, dentro y fuera de los 60 mil kilómetros de costas y fronteras terrestres que posee el mega país.
Esta breve introducción es necesaria para conocer a algunos personajes que hicieron posible la realización de la Copa FIFA / Rusia 2018 -mediante inversiones que rebasan los siete mil millones de dólares-, un reducido grupo de magnates siempre cercano a Putin, quienes verán crecer sus fortunas gracias a contratos de obras en el evento futbolístico de mayor relevancia en el planeta,
Según un informe financiero publicado en abril de 2018 por la comisión encargada de organizarlo, la inversión compartida es cercana a los 12 mil millones de dólares, y la derrama económica que se generaría para el país sería del doble de esa cifra, debido al impacto del turismo y de los trabajos surgidos para la justa balompédica.
Y si bien es cierto que ésta es una fiesta sensacional para “quienes quieren y aman el futbol” –de acuerdo a la frase acuñada por Ángel Fernández, uno de los grandes cronistas deportivos mexicanos del siglo pasado-, también es una realidad que, desde que el torneo se creó en 1930, ha sido un gigantesco negocio de millonarios, sin que esta ocasión fuese la excepción.
Semanas antes de la inauguración del Campeonato del Mundo de Rusia, la revista “Forbes”, especializada en temas financieros y de negocios, difundió un reporte sobre seis empresarios que resultaron lo grandes beneficiados gracias a la adjudicación de contratos de obra e infraestructura carretera, y para la construcción y remodelación de una docena de estadios.
Viktor Velserberg, Arkadi Rotenberg, Mijail Fridman, German Kahn, Alexei Kuzmichev y Piotr Aven –todos de origen judío- son los dueños de las empresas que recaudaron esos miles de millones de dólares, aumentado así, a pasos agigantados, sus de por sí enormes fortunas, sumando sus nombres a los de Roman Abramovich, Mijail Jodorkowsky y Mijail Kusnirovich como los nuevos ricos, riquísimos, del fin de un milenio y el principio de otro en Rusia.
La cadena informativa “Bloomberg” elaboró una investigación en la cual sostiene que, al menos, doce de los quince empresarios beneficiados tienen en común que en el pasado inmediato, fueron sancionados por el gobierno de Estados Unidos por diferentes causas.
Pese al escándalo que podría generarse en las semanas posteriores al Campeonato Mundial debido a la investigación de “Forbes” firmada por Ang Au Yeung, ésta no es la primera vez que un caso de este tipo se hace público en un evento de tal magnitud, ya que durante la organización de los anteriores torneos han existido acusaciones en torno al reparto de contratos.
Favoritismo, dinero y corrupción no son temas exclusivos de la Rusia remodelada a partir de 2001 por su gobierno, pues también ha habido contratismo en otros países, como cuando, previamente a la Copa FIFA / Brasil 2014, los consorcios Odebrecht y Andrade Guterres lograron ingresos más que suficientes, por parte de las administraciones de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff.
Vekselberg es conocido como el “Barón del aluminio” y, con un patrimonio de trece mil millones de dólares, invirtió 560 millones de dólares para renovar los aeropuertos de cuatro ciudades, todas sedes del Campeonato del Mundo; Rotenberg fue compañero en las clases de judo de Putin, dirige la constructora Mostotrest y recibió un contrato por 40 millones de dólares para el trazo de una carretera que contacta San Petersburgo con Moscú.
Kahn tiene sus intereses en los rubros de energía, petróleo, banca y telecomunicaciones, bienes que suman un total de ocho mil millones de dólares; Kuzmichev es presidente de Alfa Group, dedicada al manejo de capitales de riesgo, relacionado también a la venta y reventa de boletos para el torneo mundialista de futbol.
Friedman -compañero de banca de Putin en la Facultad de Derecho de San Petersburgo- tiene una fortuna estimada en 13 mil 600 millones de dólares, posee el mayor banco privado de Rusia y ha controlado la publicidad de los estadios construidos con dinero de sus colegas y empresarios de la construcción.
Por último, Aven -banquero y socio de Kuzmichev, Kahn y Friedman en sus respectivas empresas- fue vinculado a una investigación que trata de conocer la influencia del Kremlin en las elecciones de noviembre de 2016 en Estados Unidos, en el marco del llamado “Rusiagate”, que, ´presumiblemente, provocó la derrota de Hillary Clinton al enfrentar a Donald Trump, tuitero en jefe de la Casa Blanca.