Émile Reynaud, considerado por muchos como uno de los pioneros de la animación, realizaría un día como hoy de 1982 la presentación de los que se considerarían como los primeros dibujos animados de la historia en ser exhibidos de manera pública.
Su función marcó un hecho histórico al ser la primera proyección de lo que hoy se conoce conocemos como “dibujos animados”, motivo por el cual cada 28 de octubre se celebra el Día Mundial de la Animación, en su honor. Es por ello que aquí te contamos su historia.
Las Pantomimas Luminosas
Fue a través de un cartel publicitario instalado en la entrada del Museo Grévin de París, cuando se anunciaba un espectáculo nunca antes visto, las llamadas “Pantomimas luminosas” en un teatro óptico, ambos obra del francés Charles-Émile Reynaud.
La función incluía la presentación de tres obras breves, a través de su proyección en una máquina que funcionaba mediante un sistema de lentes, y trasladaba imágenes fijas sobre una pantalla traslúcida, mientras otro proyector superponía otras imágenes que se movían sobre el escenario para dar movimiento a la historia.

Sus tres obras, tituladas Pauvre Pierrot, Clown et ses chiens y Un bon bock, podían incluir de 500 a 700 dibujos hechos a mano por el propio autor, mismos que eran colocados sobre películas transparentes y flexibles que se trasladaban de una pantalla a otra para dar vida a los personajes.
Aceptación de la obra
Aunque el espectáculo de Reynaud resultaba inusual al público acostumbrado al teatro, este tuvo muy buenas críticas de prensa y fue un éxito en el público, logrando que el Museo Grévin de París, firmó un contrato con Reynaud para mantener su función durante años.
Entre sus obras, se encontraba Pauvre Pierrot (Pobre Pierrot), una comedia romántica que mostraba a un arlequín que coqueteaba con una mujer y a un tal Pierrot que aparecía en escena más tarde y sufría las bromas del arlequín y el desinterés de su amada.
Por su parte, Clown et ses chiens, tenía como protagonistas a un payaso y sus perros y estaba inspirada en el mundo circense. Finalmente, la tercera obra, Un bon bock, era una farsa sobre un café donde a un hombre le roban continuamente la bebida y acaba peleándose con los transeúntes.
La llegada de los hermanos Lumière, y el declive de Reynaud
En 1895, el artista parisino ya había ganado fama y creado nuevas obras; sin embargo, también se acercaba la fecha en la que los hermanos Lumière, y presentaran al mundo el cinematógrafo. Este aparato consistía en una caja de madera con un objetivo y una película perforada de 35 milímetros que se hacía rodar mediante una manivela para tomar las fotografías instantáneas que componían la secuencia (que no duraba más de un minuto) y proyectar luego la filmación sobre una pantalla.
Pese a intentar competir con ellos, las “pantomimas luminosas” fueron perdiendo público, ya que su producción incluía más trabajo; por lo que dejaron de interesar al público, optando por la animación de los hermanos Lumière. De esta manera, el Museo Grévin canceló el contrato de Reynaud, quedando este último en la ruina.
Este fracaso sumió al artista en una depresión, provocando que en enero de 1910 destruyera con un martillo todos los artefactos de su teatro óptico y tirara la mayoría de sus obras al río Sena, rescatándose solo dos de ellas.
Poco después de este acontecimiento, lo internaron en el manicomio de Ivry-sur-Seine, donde falleció el 9 de enero de 1918. El invento del teatro óptico de Reynaud, con el tiempo, se convirtió en precursor del cinematógrafo que crearían los hermanos Auguste y Louis Lumière.
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