martes, abril 23, 2024

El verdadero conquistador de Siberia se llamó Yermak

Luis Alberto García / Krasnoyarsk, Rusia

*Grandes diferencias entre las conquistas siberiana y americana.

*La primera apenas fue violenta, la segunda fue a sangre y fuego.

*Más lejos de la tierra de Yugra, “cordillera de las puertas de cobre”.

*Los caudillos moscovitas atravesaron los montes Urales en 1483.

*Un khanato de origen mongol se sometió al zar en 1555.

*Nuevas expediciones empezaron a llenar de fortalezas el territorio.

Siberia, la interminable, infinita Sibir que pasó a formar parte de Rusia hasta después del siglo XVI, se incorporó al imperio zarista al morir de hambre y cansancio, en 1585, más allá de la cordillera de los montes Urales, los integrantes de la primera expedición procedente de Moscú, capital histórica de una nación insondable.

Hecho tan trágico ocurrió solamente medio siglo después de que los rusos llegaran al Océano Pacífico, según el historiador Oleg Skripnik, quien también opina que, sin duda, eso demuestra que la anexión de los territorios de Siberia se llevó a cabo pacíficamente.

Otros investigadores, por el contrario, apuntan a una conquista violenta y al desprecio de los intereses de los pueblos originarios de Siberia; pero los contactos de los rusos con éstos comenzaron antes de las expediciones militares que cruzaron los Urales, donde termina la Rusia europea y comienza la Rusia asiática.

En el Códice Lauretiense, que data del siglo XIV, se menciona a Guiurata Rogóvich de Nóvgorod que parte en un viaje hacia “la tierra de Yugra”, según el historiador Soloviov, la “gran cordillera y las puertas de cobre” que se mencionan en el códice son los montes Urales, que dividen geográficamente al continente euroasiático.

En 1483 los caudillos militares moscovitas comenzaron misiones militares más allá de estas montañas: en 1555 el khanato de Siberia -una escisión originaria del imperio mongol, que la había ocupado, lo mismo que el Sur de la actual Rusia-, se convirtió en vasallo del zar ruso.

Sin embargo, poco después el khan Kuchum, descendiente de Gengis Khan, se hizo con el poder del khanato, anuló la relación de vasallaje y comenzó a instaurar el islam en la región; peo se ha documentado que la primera expedición con el objetivo de colonizarla fue la del cosaco Yermak, al enfrentar a Kuchum en 1581.

Para entonces el nuevo khan ya había comenzado a atacar las tierras rusas colindantes, bajo la premisa de que ser cosaco significaba “libertad”, y es que el poder de Kuchum era frágil y muchos pueblos siberianos preferían al zar ruso que al khan musulmán.

Un destacamento de mil cosacos destruyó a los quince mil soldados del ejército de Kuchum porque los pueblos jantis y mansís se negaron a derramar sangre en nombre del khan y abandonaron el combate.

Durante las décadas siguientes, Kuchum inició una guerra partisana –lo que hoy sería de guerrillas- y, en un atrevido asalto, llegó a matar a Yermak, aunque no pudo detener la colonización de Siberia.

Las nuevas expediciones, poco a poco, lentamente, comenzaron a llenar Siberia de fortalezas, en asentamientos que, en el futuro, se convertirían en grandes ciudades como pasó en 1586, cuando se fundó Tiumén, que actualmente posee una población cercana al millón de habitantes.

Una década después, en 1606, se funda Tomsk, y en 1628 Krasnoyarsk; pero Siberia no fue una colonia a diferencia de lo que sucedió tras la conquista de América por ingleses y españoles, sino que directamente pasó a formar parte de la corona rusa y las élites locales se integraron a Rusia en lugar de ser eliminadas.

Por ejemplo, el hijo de Kuchum, que también había luchado contra Rusia, finalmente firmó la paz y los nietos de Kuchum entregaron el poder del khanato de Qasim, y según los historiadores más reconocidos, antes de la llegada de los rusos en Siberia vivían trescientos mil seres humanos en una superficie de trece millones de kilómetros cuadrados.

Pocos ofrecieron una resistencia unificada al gobierno ruso, y algunos pueblos mantenían sangrientas guerras internas y muchos tendieron la mano al poder ruso para salvarse de la guerra; sin embargo, cuanto más se adentraban los cosacos hacia el Este, mayor era la resistencia que encontraban de los pueblos que deseaban conservar su independencia.

En las tierras de los pueblos amantes de la libertad, el nuevo poder echó mano de cárceles infames y guarniciones sobrevigiladas; pero los nativos seguían rebelándose, atacaban e incendiaban los asentamientos rusos, y los cosacos respondían del mismo modo.

El escritor Gueorgui Erguis, narrador de las épicas guerras del pasado, resumió de este modo la imagen de los rusos en las leyendas yakutas: “Es gente de matanzas y batallas”, y uno de los pueblos ingobernables fue el de los chukchis, que lucharon ferozmente contra los cosacos y en muchas ocasiones los derrotaron.

Sin embargo, las dimensiones de los combates no eran demasiado grandes: en el mayor de estos enfrentamientos, en el río Orlova, murieron medio centenar de cosacos, pero por desgracia, la reacción del zar contra los chukchis fue parecida a las acciones de los conquistadores de América.

En 1742 el Imperio dictaba el siguiente decreto: “Atacar con todas las armas a la mano a los chukchis violentos, exterminarlos y liquidarlos por completo”, sumada a esa idea genocida la vulnerabilidad a las epidemias entre los habitantes, algo parecido a lo ocurrido a los indígenas americanos.

“Las nuevas enfermedades debilitaron y desmoralizaron a la población nativa”, escribe el profesor estadounidense de historia, John Richards: “La viruela provocó la muerte de más del 80 % de los tungús y de un 44 % de los yukaguiros”.

El objetivo de la expansión rusa no era el genocidio ni la esclavitud de los pueblos de Siberia, sino la imposición de tributos y la anexión de nuevas tierras; pero los rusos únicamente echaban mano de las armas cuando la diplomacia fracasaba.

Actualmente viven en la Rusia asiática y oriental medio millón de buriatos y otros tantos yakutos, mientras que durante la conquista de Siberia, toda su población no superaba los trescientos mil habitantes.

Respetados y dignificados por el poder central –con el zarismo, el comunismo y la fase actual, con el neocapitalismo de vuelta desde 1991- algunos pueblos han podido conservar su identidad nacional, y en Yakutia siguen viviendo más yakutos que rusos, mostrando así la fortaleza física y espiritual de etnias desconocidas o poco conocidas hasta la fecha, incluida la Rusia europea.

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