martes, marzo 4, 2025

El oso, poderoso símbolo de Rusia

Rajak B. Kadjieff / Moscú

*Qué significa y cuándo lo empezaron a usar.
*Sin embargo, la figura zoomorfa oficial es el águila bicéfala.
*A lo largo de la historia ha representado al país de las estepas.
*En Europa del Este se le tiene como un emblema grandioso.
*El ave fue elegida como tal mediante una encuesta pública.
*La escuela de Smorgon en Polonia y Lituania.

El símbolo oficial de Rusia en la actualidad es, desde la etapa zarista, el gran imperio que abarcó una sexta parte del planeta Tierra, un águila bicéfala, animal que, con San Jorge a caballo aparece en el propio emblema nacional.
Sin embargo, hay quienes consideran al oso como el verdadero símbolo de esa nación mayúscula e increíble, como se hizo notar en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, cuando se lanzó un oso inflable gigante al cielo y apareció con una lágrima Misha, la mascota del evento, en una pantalla gigante.
¿A qué se debe? Hay varios factores a lo largo de la historia.
Desde la antigüedad, el oso ha sido venerado en Rusia. De hecho, para los eslavos paganos era un símbolo totémico. En la Edad Media, había compañías que domesticaban a los osos y les enseñaban a bailar y hacer trucos.
Uno de los usos más crueles que les dieron eran como herramienta de ejecución, cosiendo en piel de oso a aquellos que iban a ser ajusticiados para que los perros arrancaran esa piel y se comieran al hombre que había dentro.
En 1526, Siegmund von Herberstein escribió una frase sobre los osos y el invierno ruso: “Los osos, impulsados por el hambre, abandonaron los bosques, corrieron alrededor de los pueblos vecinos y entraron en las casas; a la vista de ellos, los aldeanos huyeron de sus casas y murieron de frío, una muerte lamentable”.
Esto hizo que se convirtiera en mito la presencia de este animal en cada pueblo ruso; pero otro detalle surgió gracias a la publicidad británica, otro de los motivos que ha alentado la imagen del oso ruso, que vincula al país euroasiático con la grasa del plantígrado.
El gobierno británico de Victoria I, tratando de burlarse del imperio al que derrotaron en la guerra de Crimea a mediados del siglo XIX, la promovieron como el mejor remedio contra la pérdida del cabello, basándose en el hecho de que estos animales son sumamente peludos, con una piel abundante de alta cotización antes y ahora.
“Sin embargo, en ocasiones, lo que se vendía como tal era en realidad grasa de cerdo inglesa”, explica Ludmila Martinova, bióloga residente del zoológico de Nizhni-Nóvgorod, antigua capital de la Rusia del siglo X.
Una circunstancia que refuerza el hecho de que sea una animal amado y consentido, es su presencia en la península de Kamchatka, en el Lejano Oriente ruso, en donde se calcula que viven sesenta osos pardos ¡ por kilómetro cuadrado ¡.
En el siglo XVII se creó en la ciudad de Smorgon una academia de osos, que realmente era una escuela donde se entrenaban para todos los circos europeos, no obstante que esa población estaba situada en el pasado en los Estados Libres Asociados de Polonia y Lituania; pero los europeos lo atribuyeron a Rusia.
Siglos después, los británicos empezaron a hacer caricaturas del país de Europa del Este representándolo como un oso.
¿Qué piensan en Rusia de todo esto? Como uno de los símbolos rusos de cara al exterior era el oso, decidieron que en vez de intentar cambiar esa creencia iban a intentar que, al menos, el animal tuviera una imagen noble, buena y positiva.
Por ello, decidieron integrarlo como mascota de los Juegos Olímpicos de 1980 y lanzaron globos con su imagen en la ceremonia de clausura, lo que provocó las lágrimas de muchos espectadores rusos.
Años más tarde, con la desintegración de la Unión Soviética en diciembre de 1991, se eligió mediante una encuesta pública qué animal aparecería en el emblema nacional ruso y el oso fue uno de los candidatos, aunque finalmente perdió ante el águila bicéfala de la época imperial.
Finalmente, en la década de 2000 fue elegido como símbolo de Rusia Unida, la organización partidaria de Vladímir Vladimírovich Putin, que lo ha usado con oportunismo proverbial, políticamente -como solamente él sabe- desde que asumió la Presidencia de la Federación Rusa al empezar el siglo XXI.

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