Adrián García Aguirre / San Miguel Chimalapas, Oaxaca
* A defender una región geopolíticamente importante.
* Punto de encuentro de flora y fauna de dos hemisferios.
* Miguel A. García Aguirre argumenta bien y razona mejor.
* Apoyo de Francisco Toledo, Iván Restrepo y Salomón Nahmad.
Miguel Ángel García Aguirre, antropólogo social, sin duda es el personaje con mayor conocimiento en México sobre la región de los Chimalapas -prioritaria para la conservación de su selva-, además fundador de la organización no gubernamental Maderas del Pueblo del Sureste.
García Aguirre también es coordinador regional del Comité Nacional por la Defensa y Conservación de los Chimalapas, quien usa como emblema un jaguar dibujado por él mismo para ilustrar su página y el perfil en sus redes sociales, referidas a temas sociales y ambientales de esa zona del oriente de Oaxaca, limítrofe con Chiapas.
El istmo de Tehuantepec se ubica geográficamente ahí y al sur de Veracruz, en la zona más angosta del país, uniendo los Océanos Pacifico y Atlántico, en una posición geopolítica históricamente codiciada por los gobiernos y empresas transnacionales de Estados Unidos.
Es punto de encuentro de plantas y animales del hemisferio norte con el hemisferio sur y, por su enorme extensión superior a las 600 mil hectáreas, es una biorregión riquísima y la reserva de biodiversidad más importante de México y Mesoamérica, generadora de invaluables servicios sistémicos como agua, oxigeno, regulación del clima y bellezas escénicas excepcionales.
Esa información se difundió para un evento convocado por el maestro Francisco Toledo en Atzompa en torno a la defensa del territorio y los bienes naturales comunes istmeños, cuyo emblema fue el Dios Murciélago de los zapotecas, que es en realidad un jaguar.
En ese foro estuvieron presentes, además de Toledo, el ambientalista y promotor de la ciencia Iván Restrepo y el sabio más importante en torno a la figura simbólica y cultural del jaguar, el doctor Salomón Nahmad.
En tal ocasión se discutiría ampliamente la necesidad de la creación de un frente contra la inminente llegada de los megaproyectos ecocidas y etnocidas de Andrés Manuel López Obrador.
De éste se dijo que tenía contento al pueblo con sus programas sociales, pero a su vez estaba entregando al capital extranjero la región geoestratégica más importante del país, la que posee la mayor riqueza biológica a nivel nacional: el Istmo de Tehuantepec.
Se dijo que, si bien el Tren Maya estaba recibiendo mucha mayor atención mediática, era un distractor, ya que su relevancia no es equiparable a la del Corredor Interoceánico (Megaproyecto del Istmo).
Este último –hay que decirlo- implica una pérdida de soberanía nacional y la entrega al capital de la región pluriétnica y más biodiversa de México, de ahí la frase utilizada por los organismos independientes para defenderla: “El Istmo es nuestro”
Se mostró un controversial documento en el que AMLO, siendo ya presidente electo, ofrece en charola de plata el Istmo a Donald Trump.
Se mencionó que las consultas en el Istmo y la Península de Yucatán estaban siendo amañadas, todo orquestado por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), cuyo titular es Adelfo Regino Montes, siempre obediente a las directrices del gobierno federal.
Esa sería una de las últimas convocatorias del artista y activista social y ambiental Francisco Toledo, que en una entrevista dejaría un mensaje clave para entender la crisis socio-ambiental en México y el mundo:
“Creo que consultar a la Madre Tierra y abrir un hoyo en la tierra está bien, pero si es así, lo que hay que hacer es consultar a los Señores de la Tierra, que son los jaguares, a ellos es a los que hay que preguntar si quieren tren o no quieren tren”.