El Hotel Imperial, joya porfiriana

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Adrián García Aguirre / Ciudad de México

*Brilla intensamente desde su inauguración en 1896.
*Alguna vez fue el edificio más alto de la capital.
*Y sigue siendo de los más hermosos.
*Pasado glorioso que está siempre presente.

La construcción del Hotel Imperial del Paseo de la Reforma 64 tiene una arquitectura francesa, que en su tiempo fue detonante y precursor de la era de los rascacielos en México, y un suceso sin precedente en la Ciudad de México de 1896.
Ese año se inauguraba el edificio más alto de la capital: el Hotel Imperial, que con su estilo fue sinónimo de elegancia, lujo, poder y modernidad.
La inauguración se llevó a cabo en 1896 a instancias del entonces presidente de México, Porfirio Díaz, quien encabezó el evento en 1904, sin que en la actualidad deje de destacar sobre el Paseo de la Reforma, puesto que es de los pocos edificios porfirianos que sobreviven en la avenida, de los pocos que restan en pie.
El Imperial cerró sus puertas por un tiempo para albergar la embajada del imperio de Japón, luego de que se formalizaron las relaciones entre México y ese país, cuyo edificio estaba en construcción, y mientras los diplomáticos nipones atendían y trabajaban y despachaban desde el hotel.
Cruzando la calle, se encontraba otro de los edificios que se volvieron emblemáticos de la modernidad de los años cincuenta del siglo XX, a donde estaba un edificio que sufrió daños serios en el sismo de 1985.
A un lado, a pocos metros, estaba la embajada de Estados Unidos, antes de que tuviera su sede a un costado del Hotel María Isabel, en Reforma 305 esquina con Río Sena.
El esplendor del Imperial –que también se llamó Francis- contribuyó a enriquecer la activa vida social y cultural de principios de siglo: en 1937 este importante edificio fue la sede diplomática japonesa, por lo que por primera y única vez en su historia no brindó servicios hoteleros.
En esa misma década, el prestigiado director de cine Sergei Einsenstein se hospedó en el hotel, donde encontró el ambiente y la inspiración necesarios para realizar el guión y los primeros bocetos de su famosa película “¡Que Viva México!”.
En 1956 fue remodelado respondiendo a las necesidades de modernidad, que exigía la época, se le acondicionaron locales comerciales que pertenecían a importantes personajes del México de esa época y adquirió el nombre de Francis.
De manera majestuosa, el Imperial Reforma se convierte en el sitio favorito de grandes personalidades, adelantándose a sus servicios al público un club nocturno, hasta entonces inexistentes en otro hotel, convirtiéndose así en pionero en su ramo, seguidos del “Ciros”, celebérrimo bar de la avenida Reforma y París.
Así fue que Mario Moreno, “Cantinflas”, Orson Wells y Venustiano Carranza, entre cientos de grandes personalidades de la historia, la política y el arte, dejaron su huella y parte de sus ideales impregnados en las paredes del Hotel Imperial Reforma.
Fue un lugar estratégico por su ubicación, a unas cuadras de las principales secretarías del Estado mexicano, de restaurantes internacionales y centros comerciales.
Una de las características de este hotel es su reloj, ubicado en la esquina del Paseo de la Reforma y Morelos, precioso, de fabricación nacional hecho por la fábrica de relojes del centenario en Zacatlán, Puebla, inaugurado con tres carátulas en numeración romana.
Desde 1998, a iniciativa de Lilia Ruth Osorio Macedo, Enrique Martínez Aguilar y Alfonso Tapia Acosta ha sido sede social y punto de encuentro de las generaciones 1964 y 1965 de la Escuela Nacional Preparatoria 1 que hicieron sus estudios en el Antiguo Colegio de San Ildefonso de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Así, este lugar tan emblemático para los ex bachilleres, también se ha convertido en el hotel favorito de los visitantes distinguidos, tanto de negocios como de placer.
Cuenta con un reconocido y renovado grupo de profesionales expertos en el área de hotelería, cuyo objetivo principal es hacer sentir a sus huéspedes como ellos se merecen, pendientes de sus requerimientos, superando todas sus expectativas.
Dentro de los servicios del hotel es posible encontrar el restaurante Gaudí, con una impecable decoración con aire catalán y piano al centro incluido, cuyo menú es de alta cocina española.
Otros servicios que ofrece el Imperial son la agencia de viajes, el gimnasio, el salón de estética, la lavandería y caja para cambio de divisas, estacionamiento, servicio de transporte, treinta habitaciones standard tradicionales; doce ejecutivas; diez juniors suite y cinco masters suite, con ofertas integrales para quienes deseemos combinando pasado y presente, como es obligado y debido, para buenos gustos.

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