viernes, marzo 29, 2024

EL CASTILLO: Llega a los altares la demanda de seguridad

La Arquidiócesis de México acusó que nuestros gobernantes a cargo de la justicia han incurrido en un descuido e ineficacia que compite con el dolor causado por la criminalidad, al referirse a los casos de secuestros y homicidios registrados en los últimos días, al entorno de violencia, a la impunidad, a la injusticia prevaleciente. En el editorial dominical del semanario “Desde La Fe”, la arquidiócesis a cargo del Arzobispado primado de México, Cardenal Carlos Aguiar Retes apuntó que los nombres de jóvenes, niños y adultos como Norberto Ronquillo, Leonardo Avendaño, Alexis Flores Flores, Carlos Sinhué Miranda Mendoza y los 43 de Ayotzinapa, entre mucho otros, no sólo son acusación a sus raptores y asesinos, también constituyen un reclamo incisivo a quienes tenemos cualquier responsabilidad en la educación, en la comunicación social o en la promoción de valores.

Y quienes están al frente de la impartición de justicia –nuestros gobernantes- deben sentirse los primero y mayormente interpelados. Su omisión, descuido o ineficacia tristemente compiten con el dolor causado por la mano criminal. En ocasiones da la impresión de que gobernantes y medios de comunicación, lo mismo que ciudadanos de a pie o expertos de todo tipo, nos vamos habituando y hasta alentamos la conducta criminal; no aplicar con oportunidad y claridad la justicia, dar preferencia a la nota roja, viralizar morbosamente las escenas de cualquier abuso, o dejar los crimines en mera estadística, son prueba de una injusticia domesticada, del mal social cotidiano que aspira a ser parte del horizonte”, dijo el medio católico.

Hemos construido diversos slogans (estribillos) que jamás deberíamos haber siquiera imaginado. ¡No más sangre! !Ya basta! ¡Ni una más! Todos ellos son un grito desesperado que nunca debió existir, son consecuencia de la impunidad cultivada por décadas y son muestra de la ineficacia de gobernantes con discursos que no aterrizan en la justicia y que no abonan al respeto y la concordia”, puntualizó.

Cada vez se unen más y más voces exigiendo nos devuelvan la seguridad, pidiendo retorne la tranquilidad a los hogares, a los centros de trabajo, a los de diversión. En el presente todas esas zonas conocidas por ser centros en los cuales se presentaban espectáculos con artistas, cantantes, poetas, bailarinas e inclusive personajes como Chava Flores, auténticos ídolos de la vida cotidiana de una gran mayoría de mexicanos, han prácticamente desaparecido. Y en esa situación cadenas como las formadas por César Bals o el área de grandes espectáculos de Televisa, o los sitios ya muy famosos como La Cueva de Amparo Montes, el Señorial, el conjunto Los Infiernos y el Cielo, son solamente recuerdos y lo más graves es la inexistencia de sitios señalados como sustitutos. Los teatros son lo salvado hasta el momento y si notamos, las últimas funciones son tempraneras, ni siquiera como antaño las 8 o 9 treinta de a noche.

Prevalecen los lugares de poca monta, en donde, por cierto, se dan el lujo de llevar a cabo auténticas masacres y ni que decir de convertirlos en escenario de la muerte de periodistas. Cantinas y otros puntos dispuestos a pagar derecho de piso, a convertirse en aliados de la delincuencia siguen abriendo sus puertas. Aquellos que permitían la trasnochada diversión con seguridad incluida ya no están en ningún directorio. Y a esa inseguridad habrá de agregarse otro elemento, el económico. Las pérdidas ocasionadas por el cierre de este tipo de establecimientos disminuyen las cifras de pago de impuestos, generan desempleo y ante la inexistencia de dinero no hay flujo en las compras de productos y alimentos. La cadena de desgracias es pues interminable.

Eso sí, las estadistas crecen y fortalecen los números rojos al tiempo de dar cuenta no sólo del número de cadáveres sino de los porcentajes de captación tributaria. De promesas, al parecerán podemos seguir adelante y lo mejor será dejar de soñar y enviar los buenos deseos a otro rumbo.

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