Luis Alberto García / Moscú, Rusia
* Nada de ser moralizantes.
* Sentido del humor, aunque sin pontificar.
* Las risas y también las lágrimas.
* Cuando se puede reír acerca de los pecados.
Una de las características principales de las letras rusas, y que hace que sean diferente en todos los escritores rusos, es que sus historias no tratan de ser moralizantes.
El lector puede sacar sus propias conclusiones así que el significado de la historia cambia según quien lo lea.
Hay una gran historia corta, El camaleón, cuando un hombre tiene un trato vejatorio con una perra hasta que se da cuenta de que es el perro de un general.
De repente, comienza a preocuparse mucho por ella. El comportamiento del hombre cambia, según lo le digan a quién le pertenece el perro.
El relato llamado Amorcito ayuda a comprender el alma de una mujer rusa con fuertes instintos maternales. Lev Tolstói reaccionó de manera negativa ante el hecho de que Antón Chéjov nos hiciera reír con Amorcito.
Tolstói quedó conmovido por la naturaleza y la habilidad para amar de esta ingenua mujer.
Los personajes de Chéjov son las llamadas “personas pequeñas”, marcadas por su ridiculez. El autor no trata de preguntarse por el significado de la existencia humana sino que muestra a la gente común con sus problemas cotidianos.
Arriesgó su salud por la escritura.- Cuando ya estaba enfermo de tuberculosis, Chéjov realizó un largo viaje por Siberia hasta la isla Sajalín. En aquella época solo se conocía por ser una lejana tierra a la que enviaban presos al exilio.
Un lugar peor y más distante que Siberia. Aunque Chéjov fue allí, valientemente, a investigar cómo vivían los locales. Incluso hizo una especie de censo de la población local y escribió un trabajo de no ficción en el que describe la vida de los habitantes de la isla, de la que poco se sabía anteriormente.
Sus obras de teatro inspiraron al método de actuación de Stanislavski, como Las tres hermanas, El jardín de los cerezos, Tío Vania y La Gaviota, obras que no necesitan presentación alguna.
Todas ellas se estrenaron en el Nuevo Teatro del Arte de Moscú, que actualmente lleva el nombre de Chéjov. Olga Knipper actuó como protagonista en los papeles femeninos y la joven actriz se convirtió en su esposa.
Chéjov revolucionó el teatro, le aportó las pausas, los largos diálogos y las discusiones comunes de cada día. Sacrificó la acción, que anteriormente había sido tan importante.
Legendarios directores de teatro como Konstantín Stanislavski y Vladímir Nemiróvich-Dánchenko trabajaron junto con él e hicieron que el teatro fuera menos patético (centrado en el pathos), más cercano a la gente, y le privó del estatus de arte noble.
“La brevedad es la hermana del talento”.- Se trata de uno de los aforismos de Chéjov más conocidos. Por cierto, Chéjov creo gran cantidad de frases ingeniosas que se incorporaron al ruso como aforismos.
La brevedad es una de las ventajas de Chéjov, frente a sus prolijos contemporáneos. La mayoría de sus historias son realmente cortas, y se tarda solamente unos cinco minutos en leer una, pero ofrecen un material infinito para pensar.
Gracias a sus libros los rusos comienzan a leer literatura. Entre las historias de Chéjov se encuentran aquellas con las que aprenden a leer todos los niños rusos en la escuela.
Por ejemplo, Kashtanka, una historia de una perra que se pierde y acaba en la casa de un payaso. Él ama a la perra, que parece tan inteligente. El payaso comienza a actuar con ella y durante un espectáculo Kashtanka ve a su dueño original y se va corriendo donde él llena de alegría.
Está también la triste historia de un pequeño niño, Vanka, que trabaja como aprendiz de zapatero. El día de Nochebuena no llega a casa y escribe una carta dirigida “al abuelo en el pueblo”, esta frase también se convirtió en un aforismo, significa que se manda algo a ningún lado.