MIGUEL ÁNGEL FERRER
Adormecida durante muchos años, parece que la Universidad Nacional empieza a despabilarse. Desde hace varios meses hay señales de que empieza a gestarse una nueva época de movilizaciones estudiantiles. Aquí y allá, la muchachada se está organizando.
Lo mismo en la Facultad de Economía que en Ingeniería y Filosofía ya se han dado suspensiones o paros de labores como una primera muestra de los vientos que se avecinan.
Las primeras protestas están poniendo sobre la mesa la opacidad con la que se maneja el millonario presupuesto de la UNAM. Una opacidad que permite lo mismo las pequeñas corruptelas que operaciones de mayor calado siempre alejados del escrutinio público.
Por eso el primer reclamo de los estudiantes es hacer luz sobre la distribución de los recursos económicos de la UNAM, reparto que se realiza con notorias injusticias.
Son muy grandes, por ejemplo, la diferencias salariales entre los profesores de asignatura y los de tiempo completo. Y si en los sueldos se dan esas grandes diferencias, lo mismo pasa con las becas y con otros renglones presupuestales.
Es el caso de premios y estímulos. Y qué decir de los viajes. Quién no conoce los casos de profesores e investigadores que viajan a Japón, Europa o Estados Unidos en primera clase y con todos los gastos pagados y muy generosos viáticos.
Cómo decir que no hay dinero para pagar mejores salarios a los profesores de asignatura cuando se incurre en gastos dispendiosos de este tipo. Y una cosa semejante puede decirse de la burocracia universitaria. Salarios ínfimos para la inmensa mayoría de los trabajadores administrativos y de intendencia, y sueldazos para jefes y directivos.
Se podrá argumentar que eso siempre ha ocurrido en la UNAM. Pero está muy claro que el problema se agravó durante el periodo neoliberal en el que las injusticias, el agandalle, el abuso y la opacidad crecieron de modo exponencial.
La UNAM, al igual que el INE, fue tomada por el pensamiento y las prácticas neoliberales. Y se ve que calaron honda y extensamente durante esos 40 años de vigencia neoliberal.
Hoy, sin embargo, las cosas están cambiando. Y, como siempre, los estudiantes van a la vanguardia.
La movilización y la toma de conciencia de las que hoy todo el mundo es testigo apenas empieza. Pero no tardará mucho en extenderse. La lucha por una distribución justa y sensata del presupuesto universitario ya está en el orden del día.
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