MIGUEL ÁNGEL FERRER
Muy recientemente el gobierno de Claudia Sheinbaum realizó tres acciones de enorme importancia para beneficio de México. Primeramente se dió un golpe mayúsculo al negocio del contrabando de mercancías de origen chino.
Mediante un operativo sorpresa fueron decomisados muchos millones de dólares en artículos almacenados y comercializados en pleno centro de la ciudad de México y a la vista de todo el mundo.
Casi simultáneamente Sheinbaum le ordenó al secretario de Seguridad desplazarse por tiempo indefinido a la ciudad de Culiacán, capital de Sinaloa, para coordinar los esfuerzos federales, estatales y municipales en el combate a la ola de violencia criminal que azota a esa y a otras urbes y regiones de la entidad.
La tercera acción fue coordinar de modo pacífico y público la disolución de una muy numerosa caravana de migrantes indocumentados de diversas nacionalidades (muchos de ellos con niños) que, habiendo partido de la frontera sur de México, pretendían llegar a la línea fronteriza con Estados Unidos, para lograr la tarea imposible de internarse en la Unión Americana, a fin de sumarse al mercado laboral estadounidense.
Como era de esperarse, los críticos más contumaces e insensatos de Sheinbaum afirmaron que tales acciones del gobierno mexicano se habían dado para responder a las presiones y amenazas de Donald Trump en materia comercial, migratoria y de narcotráfico.
Para empezar el análisis habría que preguntarse si es bueno o malo combatir, hágalo quién lo haga, el contrabando de mercancías. Malo sería tolerar las violaciones a las leyes fiscales.
También debería uno preguntarse si es bueno o malo que desde las máximas instancias gubernamentales se combata coordinadamente la violencia criminal. Malo, muy malo, sería tolerarlas y, más aún, fomentarlas.
Y en cuanto a la política disuasiva del organizado negocio de la trata de migrantes, Claudia Sheinbaum está haciendo lo que hacía e hizo el gobierno del Presidente López Obrador a lo largo de su sexenio: no maltratar a los migrantes, ofrecerles refugio, protección y empleo en suelo mexicano.
¿Son buenas o malas estas medidas migratorias? Malo sería el reparto de palos. Malo sería acudir a las deportaciones forzadas y violentas y a la negativa de protección, refugio y empleo.
Sheinbaum ha ofrecido a Washington cooperación, lo que se está viendo. Y esa cooperación, como igualmente se está observando, es principalmente en beneficio de México.
Y si adicionalmente estas políticas públicas evitan conflictos con el gobierno de Estados Unidos, pues miel sobre hojuelas.