MIGUEL ÁNGEL FERRER
Por sus frutos los conoceréis, reza la sabiduría popular. Y a tres días de haber iniciado su mandato, Joseph Biden ya ofrece algunos frutos por los que se podría empezar a conocer la índole del nuevo gobierno de Estados Unidos.
Primeramente Biden ha ordenado detener la construcción del muro fronterizo entre México y su país, decisión positiva, plausible y celebrable desde cualquier punto de vista. Y es que, independientemente de las motivaciones de Biden, el hecho es bueno y humano en sí mismo.
Una segunda medida positiva es el freno a la persecución y constante amenaza de deportación de los llamados dreamers, aquellas personas que, siendo menores de edad, llegaron a Estados Unidos llevadas por sus padres migrantes.
Un tercer hecho plausible es la orden de Biden de hacer que Estados Unidos retorne a la Organización Mundial de la Salud y al Acuerdo de París sobre el cambio climático.
A estas medidas plausibles debe agregarse un cuarto asunto: el anuncio de Biden de un combate integral y decidido a la pandemia de covid-19. Y también debe adicionarse un quinto punto: la determinación de destinar ingentes recursos para paliar los efectos económicos de la pandemia: desempleo, cierre de empresas y letargo de la economía. Un retorno a los mejores rasgos de la economía keynesiana y del Estado de Bienestar.
Salvo la derecha más irracional, mexicana y gringa, nadie puede censurar esas cinco medidas de Biden, con las que el gobierno de López Obrador coincide plena y expresamente. Y no sólo eso. En cuanto al combate a la pandemia y el retorno a las medidas de tipo keynesiano es claro que López Obrador empezó mucho antes.
Por eso es absurdo que la derecha mexicana pretenda dibujar puntos de confrontación entre Joseph y Andrés Manuel. O, dicho en el lenguaje popular de México, que ande buscando amarrar navajas entre ambos mandatarios.
La derecha mexicana sueña con crearle a López Obrador un conflicto serio con el gobierno estadunidense. Piensa que así podría debilitarlo. Pero, por lo pronto, las cosas parecen ir en sentido opuesto a los sueños de los conservadores.
Y tampoco parecen ir por buen camino las tentativas de la derecha por granjearse a las fuerzas armadas para acudir al recurso supremo del golpe militar que derroque a López Obrador. Para librarse de López Obrador, a la derecha sólo le queda la vía electoral. Pero en esto sus perspectivas son, si cabe, todavía más negras que en cuanto a la intervención extranjera o el golpe militar.