MIGUEL ÁNGEL FERRER
En su desesperada batalla contra la Cuarta Transformación (4T), el conservadurismo, incapaz de recuperar el poder presidencial, se ha atrincherado en tres sectores en los que aún mantiene poder, influencia y recursos económicos: los medios de comunicación, los organismos autónomos y el Poder Judicial.
La tarea de estos tres sectores se reduce a obstaculizar las tareas gubernamentales. O, dicho de otro modo, impedir que cuajen las muy necesarias transformaciones por las que la ciudadanía votó mayoritariamente en los comicios de 2018.
Para combatir exitosamente a esos tres poderosos adversarios, López Obrador se ha valido del recurso de sus diarias conferencias de prensa matutinas, las muy célebres mañaneras.
En ellas, López Obrador se dirige directamente al pueblo para explicar las razones de su proceder y para desnudar las mentiras, las calumnias, las falsas noticias y los falaces argumentos con los que el conservadurismo combate inútilmente las políticas emanadas del gobierno de la 4T.
El más reciente caso de la confrontación entre obradorismo y conservadurismo se ha dado en el tema de la prisión preventiva oficiosa o automática (PPO). La 4T en favor de mantenerla vigente y la derecha procurando eliminarla.
El resultado de la batalla es ya por todos conocido: la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó mantenerla vigente. De modo que el Presidente López Obrador obtuvo una nueva e importantísima victoria sobre los conservadores.
Y el factor decisivo, el que inclinó la balanza, fue sin duda el recurso de la mañanera. En varias de ellas, López Obrador explicó elocuente y detalladamente los beneficios para el pueblo de mantener vigente esa medida cautelar.
Y explicó asimismo que eliminarla sólo implicaría beneficiar a diversas categorías de peligrosos delincuentes, aunque la eliminación llevaba dedicatoria para los políticos corruptos hoy en prisión, como Juan Collado o Emilio Lozoya, encarcelados gracias precisamente a la existencia legal de la PPO, los cuales habrían de quedar libres de manera inmediata si la PPO era eliminada.
Con sus mañaneras López Obrador venció a los grandes poderes mediáticos y al sector más retardatario y corrupto del Poder Judicial. Con las mañaneras el Presidente ganó la batalla decisiva, es decir, la batalla de la opinión pública. Es obvio que la Suprema Corte no se atrevió a ponerse abierta y claramente en favor de la corrupción.