jueves, marzo 28, 2024

ECONOMÍA Y POLÍTICA: El covid-19 y la economía circular

MIGUEL ÁNGEL FERRER
Se sabe bien que epidemias y pandemias asumen un comportamiento o desarrollo que puede expresarse gráficamente como una curva o campana de Gauss: crece ascendentemente y de izquierda a derecha hasta llegar a un punto máximo a partir del cual empieza a decrecer y finalmente desaparecer.
Este comportamiento es verificable a lo largo de la historia humana. Así se comportó en la Edad Media la peste bubónica. Y así se comportó este mismo flagelo en el puerto mexicano de Mazatlán a principios del siglo XX.
También se sabe que este desarrollo o comportamiento puede prolongarse por mucho tiempo: meses o años. Esto depende de la oportunidad y eficacia de las medidas sanitarias de control y mitigación.
Ante la ausencia, propia de la época, de medidas sanitarias, la peste bubónica medieval duró casi un decenio y mató a alrededor de 17 millones de personas. Pero la dicha epidemia que azotó a Mazatlán sólo duró dos años, merced a la oportunidad y eficacia de las medidas sanitarias adoptadas para combatirla: confinamiento de los contagiados, erradicación de ratas y pulgas, enterramientos adecuados, incineración de enseres personales y domésticos de los fallecidos e, incluso, de viviendas y barrios completos donde ocurrieron los brotes.
Igualmente duró poco tiempo la pandemia de la mal llamada influenza española: algo más de un año entre 1918 y 1919. De modo que es muy probable que la actual pandemia tenga una duración temporal breve: digamos dos años. Y eso, desde luego, si la población atiende las recomendaciones y medidas sanitarias oficiales. De modo que, al menos por  dos años, habrá que mantener y extremar las precauciones ya conocidas: relativo y voluntario confinamiento, uso de mascarillas, distanciamiento físico, más y mejor higiene personal y social. Y menos turismo, espectáculos masivos, restaurantes, bares, cantinas y vida nocturna.
Porque una cosa es la necesidad de salir a trabajar para obtener ingresos y otra, muy distinta, poner es riesgo la vida propia y la de los demás por divertimiento, aburrimiento, simple ocio o frivolidad.
Como bien se sabe, la economía es circular. Lo que no se gaste en turismo, diversiones y lujos se gastará en otros rubros. Y los empleos que se pierdan en esos sectores se crearán en otros. Así que no es tan difícil conciliar el combate a la pandemia de covid-19 con la preservación de empleo y producción.

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