Miguel Ángel Ferrer
Como era de esperarse el combate del nuevo gobierno contra el huachicoleo o robo de combustibles ha producido tremendas reacciones. No sólo de los huachicoleros, lo cual es perfectamente entendible, sino también en otros sectores sociales y hasta en diversas instituciones del Estado.
En la lista de los opositores al combate contra el huachicoleo destacan ciertos organismos autónomos como el Banco de México y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
El Banco de México se opone al combate contra el huachicoleo afirmando que “el desabasto de gasolina afectará la inflación y a la economía nacional”. ¿De modo que en aras de mantener la inflación bajo control y no deteriorar la economía del país es mejor y preferible tolerar el cuantioso y trisexenal robo de combustibles? El organismo sugiere dejar las cosas como están antes que padecer las discutibles e improbables hipótesis de un alza en la tasa inflacionaria y una bárbara afectación de la economía.
Por su parte la CNDH muestra también su filia huachicolera con la peregrina y ociosa tesis de que el combate al robo de combustibles debe darse con el pleno respeto a los derechos humanos. ¿Tiene el organismo alguna evidencia o siquiera un leve indicio de que no se está realizando de esta manera? ¿O lo hace sólo para mostrar su antipatía y oposición al nuevo gobierno, el que está amenazando con reducirles a sus funcionarios los faraónicos ingresos económicos de que injustificadamente disfrutan?
Las criticas y oposición a la lucha contra el robo de combustibles se extienden a otras justicieras medidas del obradorismo, como son la cancelación definitiva del aeropuerto en Tezcoco y la construcción del Tren Maya. En esta última, irracional y caciquil tarea opositora, destaca el movimiento neozapatista.
En todas estas facetas del antiobradorismo brilla con luz propia la derecha mediática. Periodistas bien conocidos por su filiación conservadora acuden a los peores excesos lingüísticos para oponerse a la lucha contra el huachicoleo.
Ante el desabasto de gasolina, problema necesariamente de corta duración, pues no han cesado ni la producción ni la importación de combustibles, estos voceros de la derecha hablan de caos social y califican de apocalíptica la situación. Y frente al apocalipsis que dicen ver ya sólo les falta llamar al golpe de Estado.
Pero los hechos hablan más que las palabras calumniosas. Como es evidente la población apoya las medidas del obradorismo. Y particularmente, y a pesar de las molestias temporales, el necesario combate al huachicoleo.
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