lunes, septiembre 16, 2024

“¿Dónde está el futuro de Sajalín?”

Luis Alberto García / Yuzhno-Sajalinsk

* Contrastes que muestran la riqueza de unos y la pobreza de otros.

* Algunos medios extranjeros dijeron en era “El Dorado” del Oriente ruso.

* En su capital hay casinos, hoteles, restaurantes internacionales.

* Hay lugares más caros que en Moscú y periódico en otros idiomas

* Tiene la mayor concentración de extranjeros de Rusia.

* Neftegorsk fue desalojada y eliminada tras un sismo en 1995.

La colonia de políticos opositores y delincuentes desterrados que el escritor Antón Pávlovich Chéjov describió con escalofriante precisión en su reportaje “La isla de Sajalín” es un lugar de contrastes, donde se plasman de forma extrema las oportunidades y los problemas del desarrollo de la región oriental de Rusia

En Yuzhno-Sajalinsk, la capital de la isla, hay casinos, hoteles confortables, bares con strip-tease, restaurantes internacionales más caros que en Moscú, periódicos en inglés y la mayor concentración de extranjeros de toda Rusia.

Los ejecutivos de Shell y ExxonMobil viven en una urbanización vigilada y los obreros de las multinacionales, llegados de otras partes del mundo en campamentos prefabricados dispersos por la isla de más de 70 mil kilómetros cuadrados.

En contraste, hasta hace pocos años las localidades que vivían al margen de las ganancias del petróleo languidecían y hasta podían extinguirse; es decir, desaparecer ante lo que llevaron los pozos de la discordia en Sajalín

La afluencia de extranjeros no ha bastado para compensar el número de los que se van y la población sigue reduciéndose, al ritmo de varios miles de personas al año, y en esa circunstancia, Yuzhno-Sajalinsk progresa y construye, pero las poblaciones menores languidecen lentamente.

Ése podría ser a la larga el destino de Alexandrovsk-Sajalinski, la antigua capital, donde el escritor, y dramaturgo, Antón Chéjov, provisto de una credencial de periodista, desembarcó en 1890 para hacer una crónica estremecedora –convertida en un informe a futuro- sobre la existencia degradante y las condiciones de vida en el sistema penitenciario creado por el zarismo a fines del siglo XIX.

Alexandrovsk-Sajalinski vino a menos desde que fueran cerradas unas minas de carbón poco rentables tras el terremoto de 1995, en el que perecieron varios miles de personas, lo mismo que Neftegorsk, otra población isleña, quedó tan arrasada que las autoridades decidieron evacuarla y eliminarla de los mapas oficiales.

En las multinacionales gaseras y petroleras instaladas en Sajalín, el personal extranjero con dominio de otros idiomas recibe sueldos de más de mil dólares, mientras maestros, médicos y cuidadores del medio ambiente y del territorio cobran entre 400 y 600 dólares.

“Dónde está el futuro de Sajalín?”, se preguntan algunos de ellos, quienes no confían en el porvenir, con petróleo o sin él, porque piensan que la demanda laboral se reducirá drásticamente cuando concluyan las grandes obras de infraestructura.

Es el caso de parejas jóvenes que, nacidos en la isla, quieren aprovechar la coyuntura inmobiliaria actual para vender sus condominios y, de ser posible, instalarse en alguna ciudad de la Rusia europea u otras de la Rusia continental.

La administración de la isla planea desarrollar el turismo, pero ha demorado mucho tiempo en conseguía que el Servicio Federal de Seguridad declare zona fronteriza bajo protección prácticamente toda la costa de una isla de aproximadamente mil kilómetros de longitud.

Esto supone que cualquiera que desee visitar el litoral –de nacionalidad rusa o extranjera- debe pedir un permiso especial, aunque la nueva legislación no se aplica de momento, debido a que el presupuesto de Sajalín es deficitario.

Solamente se beneficia de las exportaciones de gas y petróleo, que supone ahora el 40% de los ingresos de la región y ha permitido rebajar la subvención del gobierno central del 30% al 18%, según la oficina responsable de las finanzas.

La pesca, actividad tradicional de la isla, ha sido eclipsada por la construcción y las comunicaciones, y en el mercado de Yuzhno-Sajalinsk hay cangrejos, camarones, pulpos y caviar –que compite en calidad con el del mar Caspio y del río Amur-, pero el surtido, por su variedad y cantidad, no está a la altura de otros puertos pesqueros del país.

La pesca local ha decaído y los permisos se autorizan en reparten desde Moscú, con un sistema burocrático que convierte a los pescadores en delincuentes, ya que los imposibilita de comercializar sus capturas y los obliga a venderlas a los buques japoneses en alta mar.

A los restaurantes elegantes de Sajalín, preferidos por los ejecutivos petroleros, y a los mercados el pescado llega vía Moscú, desde otros mares más cálidos, incluido el Mediterráneo, que tiene especies de calidad, como las que se consumen en Grecia, España, Italia y Turquía.

Las multinacionales de los hidrocarburos han tenido que ganarse el apoyo de los municipios, como en Korsakov, cuyas autoridades han luchado durante años con la Shell para conseguir subirle el alquiler del terreno donde ha construido una planta de refinación.

En vez de los 50 mil dólares anuales que pagaba antes, el consorcio Sajalin-2 ha pasado a contribuir a las arcas del ayuntamiento con tres millones de dólares anuales, además de hacerse cargo de los gastos de la carretera que une el municipio con esas instalaciones.

Otros piensan que ha llegado la hora de atraer al turismo japonés a Sajalín que, con el nombre de Karafuto, el Sur de la isla, estuvo controlado por el imperio nipón entre 1905 y 1945, mientras el Norte seguía siendo territorio soviético.

Al término de la II Guerra Mundial, la Unión Soviética recuperó el Sur de Sajalín y expulsó de allí a varios centenares de miles de japoneses; pero aunque las huellas de Japón fueron sistemáticamente eliminadas después, todavía quedan restos de esa presencia, incluidos edificios que tratan de recuperarse, si se recuerda la actitud de los rusos de Kaliningrado hacia el pasado alemán de esa ciudad que hoy se llama Königsberg.

“Hay que restaurar un memorial para los japoneses que murieron durante la invasión de la isla en 1905 y abrir un museo del gas y un centro de submarinismo”, pide Grisha Némsov, uno de los pocos cronistas que tiene la isla, que lucha contra la pobreza, la desigualdad y el aislamiento.

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