viernes, abril 19, 2024

Don Julio Scherer García

Pave Soberanes

 

Deseo poco y lo poco que deseo, lo deseo poco.

San Agustín

 

Aún lejano el concurso electoral, Andrés Manuel López Obrador decidió, distinción mutua, que fuera Julio Scherer Ibarra su compañero de trabajo.

El padre de éste, Don Julio Scherer García [+], pensó en un gobierno como el venidero: austero y honesto, eficaz y eficiente, que terminara con la desigualdad estando al lado, “por el bien de todos”, de los pobres.

Un gobierno de vida sencilla, como la tienen la mayoría de los mexicanos.

No. Nunca hablé con él. Ni siquiera lo vi en persona. Cuando corresponsal –guardo mi máquina Smith Corona de 1961, dos cajetines de letras de imprenta del Excélsior en prensa plana, así como ideario y letras de Don Julio-, recuerdo que, en la peluquería de Don Quintín, en la esquina de Guerrero y Clavijero, vi en páginas de papel revolución que había recibido un premio internacional. Era uno de los 10 mejores diarios del mundo y hecho en prensa plana.  ​

En su obra reconvenía esas extralimitaciones que envilecen el alma y el patrimonialismo con dinero ajeno que, como un robo al estómago de los pobres, empobrecieron a México e hicieron miserables a millones de mexicanos.

Se acabó. Son pocos quienes están a favor de la corrupción, aunque sepan el daño que hace. Los hay por todos lados.

¿En qué libro lo dijo? En ninguno. O, mejor dicho, en todos. En uso de otras palabras –para eso sirve la memoria y los procesos analíticos de contenido y estructura de obras escritas-, su pensamiento siempre va dirigido a la crítica contra todo exceso de gobernantes y gobiernos, así como funcionarios que en lugar de servir se sirven de dinero ajeno, y anhelaba un gobierno de vida sencilla.

En Los Presidentes, El poder: historias de familia, Salinas y su imperio, La pareja, Historias de muerte y corrupción y Calderón de cuerpo entero, títulos celosamente guardados en orden de aparición, Scherer García, con implacable pero deliciosa capacidad de análisis y crítica, con un estilo único, fue cronista de la tragedia gubernamental y profeta de buenas nuevas, de la esperanza, con una responsabilidad histórica que es legado.

Grande, aun en la muerte.

Un mercenario de la pluma lo acusó de enriquecerse a costa de los pobres. Don Julio lo denunció y ganó el caso. Su acusador, que echaba sangre envenenada por la boca –aún lo hace contra todos-, fue perdonado por Scherer García, que sólo pidió rectificara en público, a manera de disculpas. Acusarlo de corrupción, qué tontería.

Ahora Don Julio Scherer García –el próximo enero se cumplirán tres años de su desaparición física, podrá ver a través de los ojos de su hijo, próximo consejero jurídico de Presidencia, el sueño de empezar en México una tarea que es de todos, afán de los más: austero y honesto, eficaz y eficiente, que terminará con la desigualdad estando al lado, “por el bien de todos”, de los pobres.

El México de Andrés Manuel López Obrador es posible. La crítica de Don Julio Scherer García, seguirá sirviendo al país.

LETRAS CHIQUITAS.  Apunta hoy Alberto López en El País: “Mario Moreno, conocido mundialmente como Cantinflas, dejó escrito para su epitafio “Parece que se ha ido, pero no es cierto” y así es, 25 años después de su muerte, su discurso absurdo y lleno de dobles sentidos continúa siendo en sus películas, en demasiadas ocasiones, el del sentido común y el de la crítica social de actualidad […] Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes nació en Ciudad de México tal día como hoy, 12 de agosto, de hace 107 años, en 1911. Fue el sexto de los catorce hijos del matrimonio formado por el cartero Pedro Moreno Esquivel y María de la Soledad Reyes Guízar, que formaban una familia muy humilde y sufridora, ya que de los catorce hijos solo ocho sobrevivieron al parto. Le dejo Mario Moreno ‘Cantinflas’: el pícaro de buen corazón y de disparatada verborrea, por si tuviera un momento

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