viernes, marzo 29, 2024

Diego Armando Maradona: la historia sin fin

Luis Alberto García / Moscú
*Los desfiguros del “Pelusa” en el palco de San Petersburgo.
*Antidoping positivo en EU, en el juego Argentina vs. Nigeria
*Conmoción internacional por el resultado de esa prueba.
*Barcelona, Nápoles y Sevilla, sus tres clubes europeos.
*Brillante, controvertido, enfrentó una carrera zigzagueante.
*Invitado por Fidel Castro, optó por un programa de desintoxicación en Cuba.

Una parte de los pobladores del planeta-futbol tuvo oportunidad de ver por televisión a Diego Armando Maradona bailando a ritmo de música africana con una joven nigeriana que el ex futbolista, por coincidencia, tuvo como vecina en la tribuna del estadio de San Petersburgo durante el juego entre Argentina y Nigeria, el 26 de junio de 2018.
Ese día se cumplían casi 24 años del examen antidoping a que fue sometido luego del encuentro contra Nigeria –en otra coincidencia más- en la Copa del Mundo de Estados Unidos, sorprendiendo a ese fragmento de la población mundial por sus desfiguros más recientes, que culminaron con el ídolo inconsciente, recostado en un sofá al interior de su palco, sin conocerse realmente la razón del desmayo.
La historia de uno de los más grandes jugadores de futbol de todos los tiempos –por supuesto después de Edson Arantes do Nascimento y antes de Leonel Messi-, de un personaje que al mismo tiempo fue la figura más brillante y controvertida de fines del siglo XX, lleva consigo las mayores de las contradicciones.
¿Por qué ? “Por sus excesos”, responde Jimmy Burns, autor de una biografía titulada “La mano de Dios” (Editorial ABC, Madrid, 2005), la cual empieza ubicando al futbolista en el estadio de Foxboro, Massachusetts, el 25 de junio de 1994, al final del juego entre Argentina y Nigeria, ganado (2-1) por la albiceleste 2-0, con goles de Claudio Caniggia
Hubo un detalle registrado “Yo soy el Diego”, autobiografía del número 10 argentino –nacido el 30 de octubre de 1960 en el barrio de Lanús, en la periferia de Buenos Aires-, consistente en el paso lento de una enfermera rubia que lleva del brazo a un sonriente Maradona para practicarse el examen antidoping.
“¿Qué iba a sospechar si yo estaba limpio, limpio?”, rememoró Maradona años después en su libro autobiográfico, en el que seguidamente narra: “Tres días después, el martes 28 de junio, me encontraba disfrutando de un rato de esparcimiento en la concentración argentina con el portero Sergio Goycochea”.
Fue entonces cuando apareció Juan Marcos Franchi, su representante, con una mala noticia, la peor que podía haber recibido un futbolista en pleno arranque de la Copa FIFA / USA 1994: “Diego, tengo que hablar con vos, porque tu control antidoping contra Nigeria dio positivo”.
El miércoles 29, el equipo argentino llegaba a Dallas, Texas, para enfrentar a Bulgaria, que lo derrotaría (2-0) y eliminaría; pero la noticia del resultado de la prueba antidopaje aún no se había dado a los medios de comunicación que cubrían la llegada de los sudamericanos de manera normal.
Por dentro, narran las crónicas publicadas entonces, Diego se consumía en la incertidumbre por el resultado de la contraprueba que al final sólo confirmó la anomalía, de la cual ya se sospechaba, ya que el médico de la selección nacional, Carlos Peidró, reveló que el frasco de la contraprueba había sido abierto antes de eso y debía anularse cualquier resultado.
Cuando el caso se reveló, la revista “El Gráfico” sintetizó en tres palabras su principal encabezado: “Fue la Efedrina”; es decir, el componente de los medicamentos utilizados para el tratamiento de gripe, sustancia que relegó a Maradona del evento mundial en medio de suspicacias y dudas de todo orden.
Diego fue retirado del plantel que dirigía Alfio Basile y la Asociación de Futbol de Argentina (AFA) lo suspendió temporalmente de cualquier competencia oficial, para tener que soportar las críticas de varios sectores del medio futbolístico y de la opinión pública que lo criticaron severamente por sus antecedentes.
Al conflicto que escandalizó al país rioplatense y al ámbito futbolístico, se sumó el hecho de que, semanas antes, la AFA reveló que hubo problemas serios para lograr que se permitiera el ingreso de Diego a Estados Unidos para participar en la Copa del Mundo debido a sus adicciones, en un capítulo más de la larga historia de tragedias personales que ya hacían difícil su existencia.
Llegó al club italiano para la temporada 1984-85; pero, al completar casi siete años en él, en abril de 1991 trascendió que Maradona había dado un resultado positivo en un control antidopaje, luego de un partido de liga entre el Nápoles y el Bari, por lo que se hizo merecedor de una suspensión por parte de la Federación Italiana de Futbol.
El asunto fue tan serio por la más grave de las razones, según los más altos dirigentes y las autoridades gubernamentales de Italia: manejo y consumo de cocaína, factores que llevaron a que se le dictara a Maradona una condena de catorce meses de prisión; pero se salvó e ser encarcelado al pagar una multa mínima de tres mil 175 dólares.
En Argentina también tuvo problemas con la ley al ser detenido en un barrio de Buenos Aires y habérsele encontrado estupefacientes de uso personal, suceso que, evidentemente, causó una verdadera conmoción entre sus seguidores, sobre todo con los prosélitos de la excéntrica Iglesia Maradoniana, que recién había iniciado el culto a su dios en la Tierra.
El “Pelusa” como le decían desde niño en Villa Fiorito, su barrio de arraigo en el gran Buenos Aires, fue obligado a pagar una multa de 20 mil dólares para poder conservar su libertad; pero además le fueron embargados algunos de sus bienes y verse en la obligación legal de someterse a un tratamiento de desintoxicación.
También adquirió tintes de escándalo que Maradona hubiese participado con el presidente argentino Carlos Saúl Menem en una campaña antidrogas, cuando tuvo algunos acercamientos amistosos con el mandatario, sucesor de Raúl Alfonsín, heredero a su vez de la inmensa tragedia que, desde marzo de 1976, había representado el gobierno militar golpista y dictatorial.
Tras su retiro del futbol profesional en la temporada 1997-98, jugando con el Boca Juniors –con el que participó en 1981, antes de emigrar a Europa para enrolarse en el Barcelona, el Nápoles y finalmente en el Sevilla, de donde regresó hasta 1994-, Maradona comenzó a padecer problemas de hipertensión arterial.
Esos síntomas cardiacos tuvieron como escenario el balneario uruguayo Punta del Este y Santiago de Chile, aunque superó esa crisis que, una vez más, lo puso al borde de la muerte, en medio de momentos de alta tensión que, por último, se definieron con un viaje que se consideró su salvación
Se trataba de ubicar su residencia en Cuba, donde, a invitación de Fidel Castro, se sometió a un programa de desintoxicación; sin embargo, se ventiló y se puso en duda el tema de sus adicciones que, hasta ese año, no habían sido totalmente superadas.
Como ocurrió seis años atrás, a mediados de 2003 Maradona tuvo que ser internado en una clínica de Buenos Aires donde debió pasar algunas semanas, mientras sus admiradores sufrían por su agravado estado de salud, en uno más de los pasajes que mostraban su declive en una dramática historia sin fin.

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