miércoles, abril 24, 2024

DIARIO EJECUTIVO: Mi historia: de manifestante a “acarreado”

Roberto Fuentes Vivar 

  • Mi historia: de manifestante a “acarreado” 
  • La denostación: símbolo de la arrogancia 
  • Revolución, Chiapas, AICM, BID, Banorte 

Marché en 1968 (adolescente prematuro) en varias manifestaciones (esa gran marcha del silencio en donde miles y miles de jóvenes caminamos por Reforma pidiendo libertad para presos políticos, y libertad en todos los sentidos). Ellos (los que manejaban el poder económico, el poder religioso y el poder político), me llamaron descarriado, jipi, greñudo, comunista, y muchos motes más de los cuales no quiero (o no puedo) acordarme.

Marché en 1971 cerca del Casco de Santo Tomas por la avenida México-Tacuba (todavía adolescente pero ya no tan prematuro, sino preparatoriano). Ellos (los que manejaban el poder económico, el poder religioso. el poder político y además los tres poderes de la Unión) me dijeron, aparte de todos los epítomes que mencioné en el párrafo anterior, alborotador, (Algunos habitantes de la colonia San Rafael, que –más o menos- conocía yo y a donde me fui corriendo cuando comenzaron los golpes, no solo me gritaron comunista y rojillo, vendepatrias, sino que huían persignándose porque pensaban que yo era de esos sujetos que desayunan, comen y cenan niños en salsa de chile chipotle, es decir en salsa roja.

Marché a mediados de los años setentas (ya no adolescente sino como un joven periodista ¡¡¡Uuuy cuanto tiempo ha!!!) en protestas contra la falta de libertad sindical en el centro y sur de la ciudad, cuando los primeros sindicatos democráticos comenzaban a nacer y pedían libertad gremial. Ellos (los que manejaban el poder económico, el poder religioso, el poder político, a los tres poderes de la Unión y -¡Claro!- a los medios de comunicación) me llamaron desestabilizador, rojillo, comunista, (greñudo no, porque tenía yo que mantener el pelo corto ya que así lo exigían los cánones del periodismo,) y trasnochado, porque estaba de moda ese adjetivo.

Marche y fui al zócalo a principios de los años ochentas cuando el Gobierno Federal decidió nacionalizar la banca y como joven periodista intentaba forjar un futuro económico. Ellos  (los que manejaban el poder económico, el poder religioso, el poder político, y además el poder policiaco) me llamaron perdido, diabólico, vesánico y más motes más.

Marché, a finales de los años ochentas por la democracia en México tras de que en 1988 se registró el fraude electoral, en el cual le quitaron la Presidencia de la República a Cuauhtémoc Cárdenas. Ellos (los que manejaban el poder económico, el poder religioso y el poder político, a los tres poderes de la Unión, a los medios de comunicación y a los nacientes organismos no gubernamentales) me llamaron, otra vez, alborotador e incluyeron más adjetivos de los cuales mi memoria no quiere acordarse.

Marché en los noventas junto a los defraudados de la bolsa por el crack de 1987, junto a los deudores de la banca, junto a los desaparecidos por la guerra fría, junto a los deudos de comunistas asesinados. Ellos (los que manejaban el poder económico, el poder religioso, los medios de comunicación, el poder político, el poder policiaco y hasta a los intelectuales) me llamaron trasnochado, minoría estridente, causante de embotellamientos vehiculares y otras cosas más.

Marche en 2005 para pedir un freno a la violencia en el país (esa marcha blanca que exigía un freno a la delincuencia que se había apoderado del país). Ellos (los que manejaban el poder económico, el poder religioso, los medios de comunicación, el poder político, el poder policiaco, a los intelectuales y hasta a la “sociedad civil”) no me criticaron, me apoyaron y hasta olvidaron los epítomes que me habían lanzado por haber marchado en 1968 o 1988.

Marché en 2006 para protestar por el fraude electoral en las elecciones presidenciales de ese año. Otra vez Ellos (los que manejaban el poder económico, el poder religioso, los medios de comunicación, el poder político, el poder policiaco, a los intelectuales, a la sociedad civil y hasta la imagen de México a nivel nacional e internacional) retomaron los adjetivos en mi contra. Muchos calificativos.

Marché en 2012 cuando nuevamente la democracia se ocultó en frases litigiosas. Ellos (los que manejaban el poder económico, el poder religioso, los medios de comunicación, el poder político, el poder policiaco, a los intelectuales, a la sociedad civil, la imagen de México a nivel nacional e internacional y el Poder Jurídico) arreciaron sus adjetivos en mi contra, aunque eso sí, debo reconocerlo, ya no me criticaban por haber marchado en 1968, 1971 o en 1988. Pero si me había convertido en “un peligro para México”.

Marche en 2016 para exigir la renuncia de Peña Nieto (ya no tan joven y con la barba comenzando blanquear) y Ellos me ignoraron. Los epítetos contra mí (por lo menos en los medios) fueron pocos, casi nulos, pues.

Marche en 2018 cuando ganó Andrés Manuel López Obrador y tomamos el zócalo miles de mexicanos que nos habíamos sentido excluidos por Ellos. Y Ellos me lanzaron epítetos (negativos, por supuesto) en cascada.

Marché en las décadas de los setentas, ochentas, noventas, y en las dos primeras de este milenio para protestar contra las agresiones a periodistas. No fue una vez, fueron muchas y Ellos me ignoraron.

Ahora que voy a ir a la marcha del domingo entrante, Ellos (los que manejan el poder económico, el poder religioso, los medios de comunicación, a muchos intelectuales, a lo que llaman la sociedad civil y al poder jurídico) me llaman “acarreado”.

Ellos tomaron la calle hace una semana y ya sienten que es de su propiedad. Los demás, piensan, no cuentan, no tienen su tamaño (ni su dinero, ni su poder) Así son. Pero la historia no es de ellos. La denostación es un símbolo de su arrogancia.

En fin seré un “acarreado” (con la barba y el cabello blancos) porque así lo decidieron Ellos. Un acarreado con de orgullo de haber luchado por lo que Ellos defienden.

Dice el filósofo del metro; las calles son de las suelas de quienes las pisan; las llantas las destruyen.

Tianguis 

Definitivamente, el aniversario 112 del inicio de la Revolución Mexicana pasó casi inadvertido. Fue un show poco visto. Hace tres años, cuando se comenzó a reivindicar la fecha, el desfile fue de vindicación y la Revolución se volvió a subir al caballo y hasta al tren. En este 2022 hubo un desfile cívico militar en el cual participaron alrededor de ocho mil efectivos militares, carros temáticos, brigadas de combate que apoyan en los desastres naturales, el ballet folclórico de la Secretaría de la Defensa Nacional, Sí hubo locomotora y caballos, pero a los 32 carros temáticos les faltó espíritu. Lamentablemente la mayoría de los mexicanos estuvieron más pendientes de las compras (El Buen Fin), con todo el endeudamiento que traerá para las familias mexicanas, de los pormenores del juego de la selección mexicana de futbol el próximo martes y hasta del encuentro de la NFL en México en el estadio Azteca este lunes… Grave lo que sucede en Chiapas, en donde grupos del crimen organizado (Cartel Jalisco Nueva Generación) tratan de apoderarse del control de la frontera sur del país. “El Señor de los Caballos”,  Juan Manuel Valdovinos Mendoza, responsable de ese cartel en la zona, ha ocasionado que los chiapanecos vivan en un clima de inseguridad, por lo que hay miles de desplazados y decenas de muertos. Incluso hasta los migrantes, se quejan de ser extorsionados, sufren vejaciones hasta son reclutados, involuntariamente, como carne de cañón. El caso es tan grave que, en muchos casos, se espera que el dinero de los rescates de secuestrados sea pagado desde Estados Unidos por los familiares de las víctimas que se encuentran allende la frontera norte. Preocupante el asunto. La Fiscalía General del Estado de Chiapas tiene, a la fecha, más de cien denuncias por la presencia de integrantes del CJNG en esa entidad. De hecho existe la versión de que el Cartel Jalisco nueva Generación se unió al Cartel de los Huistas, de Guatemala, para disputarle el control de la frontera al cartel de Sinaloa… Este domingo tuve que acudir al Aeropuerto  Internacional de la Ciudad de México (AICM) a acompañar a familiares que salieron de viaje. Lamentablemente pasé un momento muy desagradable. Los dejé en la puerta donde tienen que entrar los pasajeros para la revisión del equipaje de mano. Como en otras ocasiones decidí esperar ahí hasta que pasaran el filtro porque ya me ha pasado que (por sus pistolas) los revisores deciden que algún objeto no pasa y entonces prefiero que me lo regresen a mí a que se lo queden (me pasó hace tiempo con unos chocolates y un perfume). Pues ahora resulta que ya no se puede uno parar en el pasillo principal del aeropuerto, porque así se le ocurrió a un vigilante no de la Secretaría de Seguridad y protección ciudadana, ni de la Guardia Nacional. Me dijo que me moviera porque no podía estar para ahí. Definitivamente le dije que no me movería porque era un espacio público. Al poco tiempo llegó una mujer policía y luego otra más. Les pedí que me indicaran las normativas en las cuales se impide estar en un espacio público. No lo hicieron, simplemente me dijeron que respetara su autoridad. Finalmente mis familiares pasaron el filtro y me fui, pero ¿qué sucede en el aeropuerto que ya no se puede permanecer en un espacio público? Ojalá contraten personal que respete a los ciudadanos y no que traten de ejercer su autoridad sin una explicación lógica… El viernes pasado se festejaron los primeros 20 años de Ecoce, el organismo creado por varias empresas para buscar soluciones al problema de la basura, como el reciclaje. En el evento, el presidente y el director general de la institución, Gilberto Maldonado y Carlos Sánchez, respectivamente, explicaron que en dos décadas han logrado una participación de 24 millones de personas en acciones a favor del reciclado, en especial de botellas de plástico PET. Ahí explicaron que seis de cada 10 mexicanos ya tienen consciencia de la importancia del reciclaje… El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) nombró (con el aval del gobierno estadounidense que previamente había rechazado la propuesta mexicana de Alicia Bárcenas) al brasileño lan Goldfajn como su dirigente para los próximos años. La Secretaría de Hacienda mexicana lamentó la designación porque la institución continuará con una política que será “más de lo mismo”. Este organismo desperdició una buena oportunidad de cambiar, para continuar con una política de alta corrupción y en favor de  hacer negocios más que de realmente promover el desarrollo del subcontinente latinoamericano… Hablando de bancos hay que estar pendiente de Banorte, pues a finales de este año o a más tardar al inicio de 2023, lanzará una nueva etapa interesante, acorde con la nueva era tecnológica que se vive en el país.

filosofodelmetro@yahoo.com.mx

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