Roberto Fuentes Vivar
· Más de 50 mil trabajadores, por outsourcing
· Empresarios y políticos vs. la libertad de prensa
El viernes se realizó la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Periodismo, correspondiente a 2021. Tuve el orgullo de fungir como jurado (como el año pasado en que fui presidente) y reconozco la calidad de cada uno de los trabajadores que resultaron ganadores.
La importancia de este premio radica en que cada año el Consejo Ciudadano del Premio Nacional de Periodismo convoca a un grupo de periodistas y académicos (propuestos por alrededor de 40 universidades e instituciones) para que revisen los trabajos enviados (más de mil en esta ocasión y más de mil 400 el año pasado) para que analicen de manera abierta y democrática los trabajos, evalúen y designen a los ganadores en nueve categorías.
Por la trascendencia del premio y de la situación que vive el periodismo en México, creo que es importante hacer una serie de reflexiones, más allá de los llamados anuales -de todos los periodistas- para exigir el esclarecimiento de los asesinatos a colegas.
Creo que este año se confirmó una tendencia: los mejores trabajos periodísticos son realizados ya no por los medios tradicionales, ni por los incipientes (y a veces fugaces) proyectos para difundir piezas de alta calidad profesional en las redes sociales o medios alternativos.
La capacidad de hacer trabajos de investigación se ve marcada por el financiamiento externo que ha encontrado en el llamado periodismo colaborativo una forma de realizar labores conjuntas en las que confluyen medios tradicionales, alternativos, diarios, revistas, grupos televisivos y/o radiofónicos y hasta organismos no gubernamentales.
Esta tendencia no es privativa de México, sino que puede observarse en otros premios como el Gabriel García Márquez que año con año reconoce las mejores piezas periodísticas del subcontinente latinoamericano u otros concursos internacionales, en los cuales invariablemente obtienen los primeros lugares piezas que fueron elaboradas por medio del periodismo colaborativo.
Concretamente este año los Premios Nacionales de Periodismo fueron otorgados, en su mayoría, a trabajos de excelencia realizados (o publicados) a través del periodismo colaborativo o por medios (o trabajos específicos) que fueron financiados por organismos internacionales.
Al respecto, existe desde hace varios una polémica en la que un grupo de periodistas considera que el financiamiento externo es bienvenido porque gracias a él es posible, por ejemplo, que uno o más reporteros dediquen uno o varios meses a hacer un reportaje, lo cual es imposible en los medios tradicionales.
Otro grupo (dentro del cual me incluyo) considera que este financiamiento puede ser bienvenido siempre y cuando se conozcan y se tomen en cuenta las agendas de los organismos financiadores, sobre todo en momentos cruciales como los que vive el subcontinente latinoamericano en los que algunas de las agencias que aportan dinero para trabajos periodísticos se han visto involucradas hasta en golpes de estado a países de la región.
Incluso, el año pasado sostuvimos un debate público sobre este tipo de financiamiento en el cual Guadalupe Correa, Jesusa Cervantes y este escribano sugeríamos un amplio debate al respecto, porque muchas de las agencias financiadoras el periodismo pueden tener agendas políticas específicas que atenten incluso contra la soberanía nacional.
Desde luego que avalo que cada uno de los trabajos periodísticos que merecieron el premio (incluyendo el de trayectoria al compañero Sergio Haro) y que fueron producto de una amplia deliberación y de una mayoría democrática dentro de quienes integramos el Jurado.
Pero no deja de preocuparme que muchos de los ganadores (salvo algunas excepciones individuales como Julio Hernández López, Daniela Pastrana, Andrea Murcia y Miguel Ángel Galindo) sean producto del periodismo colaborativo, repito, muchas veces apoyado por intereses externos que no siempre cumplen un fin filantrópico, sino que pueden perseguir intereses muy específicos.
Curiosamente, un día antes de la entrega de los premios, el INEGI dio a conocer los resultados preliminares de la Encuesta Anual de Servicios Privados no Financieros de 2021, en donde se expone el comportamiento de ocho sectores, uno de los cuales el de “Información en Medios Masivos”.
En ese documento se expone con claridad cómo el financiamiento externo influye cada vez más en el sector mediático. En el apartado de “mayores ingresos obtenidos mediante contratos o programas de colaboración económica con unidades económicas ubicadas en otros países” se encuentran varios segmentos relacionados con los medios, como el caso de la “producción de programación de canales para sistemas de televisión”, en el cual esos ingresos representan 69.9 por ciento del total. Esto significa que siete de cada 10 pesos que ingresan a ese rubro provienen de capitales externos.
Medios: ingresos por más de medio billón en 2021
Ahondando un poco más en la información del INEGI (no el comunicado de prensa, sino en los datos investigados personalmente) me encontré con que el 25 por ciento de las empresas que producen para internet recibe capital externo, el 22 por ciento en el caso de las productoras de televisión y el 16.7 por ciento de las que producen materiales para cable o transmisión satelital.
El material dado a conocer por el INEGI el jueves es tan rico que señala que el sector mediático obtuvo el año pasado ingresos por 515 mil millones de pesos, de los cuales las transmisiones televisivas recibieron 28 mil millones, con sólo 626 trabajadores dependientes de su razón social, pero más de seis mil empleados que trabajan por outsourcing o de manera independiente.
Por la riqueza de la información me permito presentar el cuadro siguiente, con datos sobre ingresos, trabajadores y número de empresas de algunos segmentos del sector.
Segmento Trabajadores
Medios 179,954
Periódicos 9,828
Revistas 1,233
Libros 1,903
Películas 317
PPT 343
Radio 13,
TTV 7,
Cable
Agencias 1,340
Internet
*Las cifras de ingresos están marcadas en millones de pesos
Creo que por sí solo este cuadro da una idea de las contradicciones, de la concentración de ingresos y de las injusticias que prevalecen en cuanto a la situación laboral de los trabajadores, pues existen más de 50 mil personas que laboran mediante la subcontratación.
Un dato que no menciono en el cuadro es que el sector mediático es el que registra la mayor proporción de ingresos proporcionados por cada trabajador, pues cada uno aporta tres millones de pesos, mientras que el costo promedio de retribución laboral se ubica en 384 mil pesos, en promedio.
Desde luego esta retribución es lo que dicen las empresas que gastan en los trabajadores, pero la cifra está muy lejos de una realidad en la que el grueso de los periodistas apenas ganará, en 2023, los poco más de 12 mil pesos en que se cotizó, con el aumento, el salario mínimo profesional.
En estas condiciones laborales es lógico que las agencias financiadoras del periodismo aprovechen la precariedad laboral existente en México y promuevan la elaboración de piezas periodísticas colaborativas. Pero, reitero, es urgente revisar cuál es la agenda de cada uno de estos organismos en momentos cruciales como los que se viven en América Latina.
Finalmente si quisiera dejar por escrito que dentro de todos los reconocimientos del Premio Nacional de Periodismo, me congratula el otorgado a Radio Educación por su serie sobre los 100 años de la Radio en México, realizada en un contexto en el cual la emisora se encuentra en niveles financieros de supervivencia. No obtuvo el premio en Difusión Cultural, pero sí fue reconocido el trabajo por los 15 miembros del Jurado. Ganó, por mayoría, una pieza elaborada por un medio colaborativo que recibe financiamiento de la radio pública estadounidense.
Dice el filósofo del metro: a veces las dádivas agujeran los bolsillos… y la conciencia.
Tianguis
Siguiendo con el periodismo, la UNESCO dio a conocer un estudio sobre el mal uso del sistema judicial para atacar la libertad de expresión. “El uso de procedimientos judiciales contra periodistas que informan sobre asuntos de interés público es una amenaza creciente a la libertad de prensa del mundo entero”, dice el documento y expone que “en los últimos años, poderosos individuos, empresarios y funcionarios gubernamentales adoptaron esta táctica para silenciar y acosar a periodistas independientes”.