Día Nacional del Cine Mexicano / A 50 años de “Bellas de noche”

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Por Lizbeth Woolf
CIUDAD DE MÉXICO.- Con motivo del Día Nacional del Cine Mexicano, que se conmemora cada 15 de agosto, te presentó una breve reseña de “Bellas de noche” a 50 años de su estreno

Cabe recordar que el Día Nacional del Cine Mexicano, coincide con la primera proyección pública de películas en México, realizada en el Castillo de Chapultepec el 15 de agosto de 1896. Esta proyección marcó el inicio de la historia del cine en México, que ha evolucionado hasta la actualidad, con una gran variedad de géneros y estilos.

En el año de 1975, hace exactamente 50 años se estrenó en las salas de cine la película “Bellas de noche” o “Las ficheras”, película de comedia erótica mexicana dirigida por Miguel M. Delgado y protagonizada por Sasha Montenegro y Jorge Rivero, considerada como la cinta que dio inició al periodo del cine de ficheras.

Su filmación dio paso a las “sexicomedias repletas de albures” que permitieron que las salas de cine en el último lustro de los años 70’s se vieran abarrotadas.

“Bellas de noche” o “Las ficheras” trata sobre las andanzas de los principales protagonistas de lo que sucede dentro y fuera del cabaret El Pirulí. El boxeador Germán “El Bronco Torres” pierde su licencia por estar afectado físicamente para pelear. Una serie de derrotas en el ring provocan su retiro del mismo. Su amigo, el proxeneta Margarito Fuensanta “El Vaselinas”, le consigue trabajo de mesero y saca borrachos en el cabaret El Pirulí, lugar donde “El Vaselinas” acude con bastante frecuencia, pues es adorado por varias de las ficheras del lugar además de regentear a algunas de ellas. “El Vaselinas” perdió por apostarle a “El Bronco” en su última pelea y no tiene para pagar a unos gánsteres. En El Pirulí, “El Bronco” se enamora de Carmen, una de las nuevas ficheras del cabaret. Para conseguir 500 pesos para “El Vaselinas”, “El Bronco” prepara una trampa en el cabaret para que el taxista Raúl, seduzca a su novia, sin saber que la víctima es su propia hermana Lupita. A las andanzas de estos personajes, se suman “La Corcholata”, una simpática mujer alcohólica que intenta colarse al cabaret en cualquier oportunidad, así como la historia del dueño de El Pirulí, Don Atenógenes, y su esposa María Teresa “La Matraca”, la patrona del cabaret.

La cinta es una adaptación de la obra de teatro de Francisco Cavazos “Las ficheras”. En 1975 Bellas de noche, abarrotó de público cuatro salas cinematográficas de la Ciudad de México durante 26 semanas. Fue una producción de Cinematográfica Calderón y estuvo dirigida por Miguel M. Delgado. La censura gubernamental impidió que la cinta se titulara Las ficheras, como la obra de teatro. Por lo tanto, a manera de «homenaje» a Luis Buñuel, el guionista Víctor Manuel Castro tomó el título de la cinta Bella de día (1967), le cambió número y horario, y así quedó: “Bellas de noche”. Se considera generalmente a “Bellas de noche”, como la cinta que inició la producción masiva de películas de comedia erótica conocidas como Cine de ficheras en el Cine mexicano de los años setenta y ochenta.
En la década de los setenta, la Ciudad de México vive una nueva época de oro de la vida nocturna, con aparición de discotecas y cabarets, gracias -en gran parte- a la desaparición de entes como la Liga de La Decencia. La capital del país, una de las urbes más pobladas y con mayor desarrollo económico de América Latina, era terreno fértil para el espectáculo de cabaret, el teatro de carpa y variedad, el vaudeville y otros shows donde se tornaba común las mujeres ligeras de ropa, los albures (chistes de doble sentido) y chistes de tipo sexual.

El cine de ficheras fue un periodo en el cine mexicano, que comenzó en 1975 con el estreno de las películas Bellas de noche, y Tívoli, y concluyó al final de la década de los ochenta. El término «fichera» hace referencia a una mujer que ejerce la prostitución o se desempeña como bailarina exótica, terminología empleada como parte de la jerga mexicana. Este ciclo de películas ha sido asociadas al género del sexploitation.

Conocidas como «sexicomedias» o «películas eróticas mexicanas de comedia», se distinguían por ser filmes que integraban la comedia erótica y la explotación, abusando de recursos como el albur, lenguaje soez, los desnudos y el sexo. Por todo lo anterior, así como por su baja calidad en guiones e historias, este ciclo cinematográfico se cataloga como el peor en la historia de México. Aunado a esto, en años posteriores también se criticó la sexualización y la violencia contra la mujer retratada en varias de estas cintas. El Festival Internacional de Cine de Morelia la clasifica como una etapa de crisis en el cine, describiendo sus producciones como «demasiado malas para ser tomadas en serio».

En el lenguaje coloquial mexicano, se conoce como «fichera» a una mujer que frecuentaba los cabarets de baja categoría para bailar y acompañar a los clientes. Si lograba que un cliente consumiera una bebida, la mujer recibía una «ficha» canjeable por dinero a la hora del cierre. En México, el término comenzó a emplearse para referirse a estas mujeres desde los años 1930, cuando comenzó una invasión de cabarets y centros nocturnos en una Ciudad de México visiblemente más cosmopolita.

El oficio de fichera solía asociarse con la simple prostitución, pero el cine mexicano ha manejado cierta ambigüedad en la relación de ambas actividades, en tanto -teóricamente- una «fichera» podría ofrecer servicios sexuales al cliente del cabaret o abstenerse de ello, dependiendo de su voluntad.

Cabe destacar que anteriormente, el oficio de la fichera era representado como el cénit de la denigración de la mujer y su fracaso en la sociedad, siempre ligado con el sufrimiento y la tragedia al asociarse con el meretricio. Con la ascensión de las ficheras en el cine de los años 70 como las nuevas «reinas de la noche» que desplazaban a las antiguas rumberas, esta condición va a cambiar y la imagen cinematográfica de la «fichera» va a sufrir algunas modificaciones, aunque los valores ligados a su condición de mujeres sigan siendo los mismos.​

Bastó un sexenio para que la industria cinematográfica mexicana apoyada por el Estado durante el sexenio del presidente Luis Echeverría Álvarez se desplomara ante la inercia e indiferencia de los nuevos funcionarios encargados de continuar con la labor cinematográfica. En 1976, el presidente José López Portillo nombró a su hermana Margarita López Portillo como Directora de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), pero la labor de esta funcionaria resultó desastrosa.

Con la meta de «propiciar un retorno al cine familiar y regresar a la época de oro», la administración de López Portillo desmanteló las estructuras de la industria cinematográfica estatal creadas un sexenio antes. Se trató de internacionalizar forzosamente al cine mexicano trayendo a directores extranjeros a filmar en el país, mientras se retiraba ayudas a los directores que habían producido filmes de éxito en el sexenio anterior. Para colmo, el presupuesto oficial para el cine mexicano desapareció en el mar de la deuda externa. Mientras tanto, aprovechando un cambio favorable en las políticas de exhibición, surgió una nueva industria cinematográfica de capitales privados, la cual en pocos años se adueñó del mercado mexicano. Esta industria -caracterizada por producir películas de bajo costo, en muy poco tiempo y con escasa calidad- prosperó y se enriqueció durante poco más de una década.

En el panorama internacional, a partir de los años 60, la sexualidad comienza a aparecer en la pantalla cinematográfica con mayor desenvoltura y creatividad. El erotismo y el desnudo se hacen presentes de diversas formas en géneros como los nudies americanos, y en filmes alemanes, italianos y franceses de temática erótica. Las temáticas y representaciones de algunos de estos tipos de cine que se difundían en México a pesar de la censura influirían de cierta manera en escenarios, personajes y tendencias del género de ficheras, como el caso de la commedia all’italiana en su versión erótica, bautizada como commedia sexy all’italiana de dicha época.

Además de estos factores, en la década de los setenta, la Ciudad de México vive una nueva época de oro de la vida nocturna, con aparición de discotecas y cabarets, gracias -en gran parte- a la desaparición de entes como la Liga de La Decencia. La capital del país, una de las urbes más pobladas y con mayor desarrollo económico de América Latina, era terreno fértil para el espectáculo de cabaret, el teatro de carpa y variedad, el vaudeville y otros shows donde se tornaba común las mujeres ligeras de ropa, los albures (chistes de doble sentido) y chistes de tipo sexual.

En 1975, se produce una película inspirada en el viejo cine de rumberas de las décadas de los 40’s y 50’s, el cabaret, la vida nocturna y el vedettismo: Bellas de noche (Las ficheras). Esta película estaba inspirada en la obra teatral Las ficheras, producida un año antes por el comediante Víctor Manuel «El Güero» Castro.

Aunque la película Bellas de noche se considera oficialmente la primera película del cine de ficheras, el tema de las vedettes y el teatro de revista ya había sido retratado en cine con anterioridad en la película Tívoli, dirigida por Alberto Isaac en 1974.​

Al igual que el cine de rumberas, el cine de ficheras cultivaba con frecuencia el melodrama y basaba sus argumentos en las mujeres de la vida nocturna y el cabaret, pero desde un contexto muy distinto, pues la censura cinematográfica se había relajado y el cine internacional también producía cintas mostrando la revolución sexual de la década de 1960.

Pero a diferencia del cine de rumberas, el cine de ficheras ya no privilegiaba los números musicales ni de baile sino que utilizaba los desnudos explícitos y frecuentes para atraer público a sus taquillas. La diferencia clave radicó en la «libertad» para destapar el cuerpo femenino, que todavía treinta años antes se «resguardaba» en las plumas coloridas, las colas de cha-cha-chá y las mangas anchas​ que parecían ya anacrónicas para la generación de 1970.

A inicios de la años ochenta, el periodo de las ficheras comenzó a perder interés entre sus espectadores por un doble fenómeno: el resurgimiento del cine dramático mexicano y el cambio de gustos del público (pues buena parte de éste creía al género de ficheras un desperdicio de dinero) y, sobre todo, la desaparición de los cabarets en la Ciudad de México (que fueron desplazados por los table dances).

Esto último causó que varias de las «ficheras» en la vida real perdieran sus puestos de trabajo, restando realismo a las tramas y tornando anacrónico al género. Además, la llegada de nuevas tecnologías como la cinta de video y la televisión por cable permitían al público mexicano acceder más fácilmente a producciones extranjeras de contenido erótico, restando aún más mercado al cine de ficheras, cuyas últimas cintas típicas se consideran Rumbera caliente y El diario íntimo de una cabaretera, ambas de 1989.

En la década de 1990, se intentó continuar con el género, pero no logró adquirir la popularidad esperada debido al surgimiento de un nuevo período conocido como El Nuevo cine mexicano.​

En 1982, Sasha Montenegro, una actriz italomexicana que participó en cintas de esta época, comentó que este tipo de cine era del agrado de las personas que buscaban divertirse sin tener que pensar, lo que veía como una mala costumbre. Montenegro agregó que no estaba nada de acuerdo con las producciones que se rodaban en esta época, pero las hacía porque eran parte de su trabajo y porque no había llegado ninguna nueva propuesta para hacer un cine diferente.​ En 2007, la misma artista dijo que estaba agradecida con este cine porque le dio trabajo a muchas personas.​ Además, destacó la doble moral de quienes criticaban las películas de esta época de la siguiente manera:

A inicios de la años ochenta, el periodo de las ficheras comenzó a perder interés entre sus espectadores por un doble fenómeno: el resurgimiento del cine dramático mexicano y el cambio de gustos del público (pues buena parte de éste creía al género de ficheras un desperdicio de dinero) y, sobre todo, la desaparición de los cabarets en la Ciudad de México (que fueron desplazados por los table dances). Esto último causó que varias de las «ficheras» en la vida real perdieran sus puestos de trabajo, restando realismo a las tramas y tornando anacrónico al género. Además, la llegada de nuevas tecnologías como la cinta de video y la televisión por cable permitían al público mexicano acceder más fácilmente a producciones extranjeras de contenido erótico, restando aún más mercado al cine de ficheras, cuyas últimas cintas típicas se consideran Rumbera caliente y El diario íntimo de una cabaretera, ambas de 1989.

AM.MX/fm

 

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