Alberto MONTOYA
Andrés Manuel López Obrador se lavó las manos nuevamente.
En su conferencia de Palacio, se negó a condenar los ataques del grupo Hamás en Israel y se limitó a decir que se trata de un tema complicado y lamentable.
-El gobierno de México no quiere tomar partido en el conflicto entre Israel y Hamás, porque “queremos ser factor para la búsqueda de una solución pacífica”, afirmó.
López Obrador fijó una posición similar en la invasión de Rusia a Ucrania, que comenzó en 2022 para no quedar mal con Vladimir Putin, presidente ruso, por la presunta corriente de izquierda que representa.
No obstante y pese al discurso de no injerencia ni intervención, Andrés Manuel sí ha opinado y ha condenado y hasta desconocido a los gobiernos y presidentes que considera espurios.
Basta recordar cómo hasta envió una nave de la Fuerza Aérea Mexicana de inmediato para sacar a Evo Morales de Bolivia, cuando fue depuesto en 2019.
Con Perú tiene un conflicto casi personal con la presidenta Dina Boluarte, que reemplazó a Pedro Castillo cuando fue destituido por el Congreso local, en diciembre de 2022.
López Obrador la califica de usurpadora, mientras ella le ha llamado ignorante.
Esos son las incongruencias en política exterior –además de las del interior- que tienen a México en una posición incómoda a nivel internacional.
Su doble moral aplica con Nicaragua, por ejemplo, donde el dictador Daniel Ortega se ha convertido en lo que decía combatir cuando guerrillero. López Obrador se ha negado reiteradamente a condenar el autoritarismo del sátrapa nicaragüense.
Esos son sólo algunos ejemplos de cómo el ocupante de Palacio Nacional da bandazos.
Es más, ayer anunció que sí asistirá a la Cumbre de Cooperación Económica Asia – Pacífico (APEC) a mediados de octubre en San Francisco, California, después de que había dicho que no lo haría por estar invitada, precisamente, la presidenta peruana.
El gobierno de Israel, a través de su embajadora, Einat Kranz Neiger, criticó la posición del mandatario mexicano, al asegurar que no condenar y “no tomar un lado en este caso es apoyar al terrorismo”.
Al tabasqueño parece no importarle los daños colaterales que provoquen esa ambigua posición, como el eventual freno a las extradiciones de Tomás Zerón y Andrés Roemer, esperados en México para enfrentar la justicia por el caso Ayotzinapa y las acusaciones de abuso sexual y violación, respectivamente.
OCTAVIO ROMERO VIVE EN PEJELANDIA
El director trampitas, como le llamó ayer el diputado del Partido Acción Nacional (PAN), Paulo Gonzalo Martínez López, presume que la deuda de Petróleos Mexicanos (Pemex) no sólo no ha aumentado sino que disminuyó en el gobierno de López Obrador.
Al comparecer ayer en San Lázaro con motivo del quinto informe presidencial, el tabasqueño pintó un escenario más que optimista, pese a que Pemex es la empresa más endeudada y menos productiva del mundo.
Dice que Felipe Calderón Hinojosa dejó la deuda en 80.9 mil millones de dólares. Que Enrique Peña Nieto la elevó a 129.3 mil millones de dólares y que hoy está en 106.3 mil millones de dólares.
Lo que no dice el director trampitas –el apodo surge porque él mismo dijo que el costo de la producción del barril de petróleo bajó desde 18.4 a 13.6 dólares por el tema de impuestos, lo que llamó ‘trampita’- es que el gobierno de López Obrador ha destinado miles de millones de dólares para pagar la deuda y para inyectarle a la petrolera, pero es tal el daño, que los chupa en segundos.
Y todavía se atreve a decir que quienes señalan a Pemex por su deuda “deberían morderse la lengua”.
Vámonos:
El sinvergüenza Hugo López-Gatell Ramírez dice que tiene apoyo masivo para buscar la candidatura a jefe de gobierno de la CDMX por Morena.
-Tengo la conciencia tranquila, asegura… pese a los 780 mil muertos por Covid-19 que reconoce en México cuando fue el responsable de combatirle. Cínico.
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