Aletia Molina
No tengo duda que la marcha del pasado domingo 13 de noviembre de 2022 marca un hecho histórico en la política mexicana como el día en que cientos de miles de mexicanos dijimos NO a la regresión en nuestra democracia.
Sin embargo… Inevitablemente, los riesgos permanecen ahí; si bien con una fuerte llamada de atención a quien pretende volver al control vertical, beneficiando a un partido único y a la simulación de que “el pueblo manda” aunque buena parte de éste solo respondiendo a los estímulos económicos que el gobierno en turno está repartiendo.
López Obrador seguirá descalificando a quienes pensamos distinto, al mismo tiempo que mantendrá sus insanas presiones sobre los legisladores que necesita para pasar su reforma electoral. Si esos diputados y senadores entienden su responsabilidad frente a la historia, se escribirá un nuevo capítulo de resistencia a la sinrazón.
De ser así, el autócrata de la #4T será más peligroso y descargará su ira y sus viejos resentimientos en el inevitable proceso de sustitución de consejeros electorales del INE, en unos cuantos meses más, que implica la salida de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, sus villanos favoritos.
Entonces, nuevamente haría falta un muro de contención legislativo que evite el despropósito presidencial de imponer a alfiles serviles en el Consejo General de la autoridad electoral mexicana. El presidente querrá impulsar a sus lambiscones y no figuras respetables que garanticen la solvencia técnica y moral del instituto y del tribunal especializados en la materia, como lo ha hecho reiteradamente al nombrar lacayos al frente de otros organismos autónomos, ya no digamos de dependencias de gobierno a cargo de la salud pública, del comercio interno y externo, de la educación o del sector laboral, por citar algunos.
Sin embargo, aún cuando el presidente no lograra este propósito, quedará el recurso de mantener incompleto el pleno del INE hacia los próximos procesos electorales. Y esa sería la nueva lucha: 7 consejeros y no 11, con un presupuesto acotado y graves presiones del poder, enfrentarán la colosal tarea de llevar adelante los comicios estatales del 2023 en el Estado de México y Coahuila, y la magna elección federal de 2024.
AMLO sabe muy bien sus escenarios y opciones, que todavía incluirán un nuevo y perverso alegato de fraude si los resultados no le benefician en cualquiera de los casos, pero sobre todo en una eventual nueva alternancia presidencial que haga perder a su delfín y reviva la viabilidad futura de México.
Entonces, ¿qué sigue? Mantenernos pendientes, a la par de construir una opción viable y competitiva que, con nuestro voto, pueda impedir legítima y legalmente la continuidad de esta mal llamada cuarta transformación, que en la promesa de un mejor futuro ha hundido a México en una destrucción sin precedentes que tomará varios años reparar.
@Aletia Molina