Por Mouris Salloum George*
Para efectos de otro tema, en nuestra entrega de ayer recordamos que, en 2011, en operación militar orquestada entre los Estados Unidos y los mandos de la Organización del Atlántico (OTAN), fue derrocado y asesinado el presidente libio Muammar Al-Gadafi.
Ocho años después, registramos (sábado 6 de abril) una declaración del general de marines, Thomas Waldhauer: Las realidades de seguridad en Libia son complejas e impredecibles.
Así explica el militar estadunidense la orden de repliegue de tropas de El Pentágono de territorio libio.
Unos días antes, el secretario general de la ONU, António Guterres había estado en el teatro de guerra, tratando de disuadir al mariscal Jalife Haftar de suspender la marcha de su ejército sobre Trípoli, capital de Libia.
El personaje a quien buscó Guterres, Haftar, casualmente es un libio naturalizado estadunidense. Pero jefatura ahora el Ejército Nacional Libio, del que fue comandante supremo Al-Gadafi.
Inocencia de Musulmanes y asalto al consulado de Bengasi
Cuando las víctimas no son los otros, sino los nuestros: El asesinato del líder libio fue presentado como una operación libertaria para salvar al pueblo de un dictador. La OTAN y El Pentágono, exportando democracia.
El 11 de septiembre de 2012, en El Cairo, Egipto, se inició una serie de protestas populares por la producción en los Estados Unidos y exhibición internacional de la película Inocencia de musulmanes, una sátira que hace mofa del profeta Mahoma.
Entre las plazas en que se reprodujeron esas movilizaciones, estuvo Bengasi, Libia. Los soldados que resguardaban la sede del consulado de los Estados Unidos dispararon a mansalva.
La colérica reacción popular no se hizo esperar. El consulado fue asaltado: Murieron cuatro, entre ellos el embajador estadunidense Cristopher Stevens y al menos dos soldados norteamericanos, heridos algunos empleados y funcionarios. Doce soldados libios caidos.
El Departamento de Estados desplazó ipso facto una unidad de élite desde la Flota del Equipo de Seguridad y Antiterrorismo, agentes de la Central de Inteligencia (CIA) y del FBI, y dos buques con armamento nuclear. Siguieron las masacres.
Obvio: Hillary Clinton fue exonerada
Asesinado Al-Gadafi, ¿a quién culpar? A iniciativa de las bancadas republicanas en El Capitolio se inició la investigación de aquellos hechos: Ca-sual-men-te, en julio de 2016, después de leerse un voluminoso legajo de 800 páginas, fue exonerada la entonces jefa del Departamento de Estado, Hillary Clinton.
Casualmente, en esos meses Hillary Clinton estaba en campaña presidencial.
Hoy, los Estados Unidos y la OTAN están metidos en la ratonera libia. El Consejo de Seguridad de la ONU no encuentra puerta de escape.
Todo, porque Muammar Al-Gadafi lanzó en vida, obviamente, una iniciativa para que en África se acuñara como moneda única el dinar de oro, asunto que molestó a los barones del dólar, los zares de la usura internacional.
Como dijo el filósofo de Güemes: Perro que da en comer huevos, aunque le quemen el hocico. Suele ocurrir.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.