Por Mouris Salloum George
La economía nacional sufre una ola inflacionaria que está causando severos daños a los más pobres. Algunos productos de consumo prioritario, en lo particular, se dispararon arriba del 50% en los últimos meses; aunque el promedio anual de la canasta básica solo llegara al 16.88% hacia finales de septiembre, según datos del INEGI.
Tales alzas de precios constituyen el nivel más alto en 22 años, al ubicarse en 8.76% como promedio general –muy incierto- del periodo.
Los aumentos de precios en frutas, verduras y hortalizas los han vuelto inalcanzables para millones de familias, con efectos graves en la alimentación y la salud de los más pobres; lácteos, huevo, cárnicos, ropa, calzado, no han parado de subir.
Es de esperar que el reciente acuerdo presidencial antiinflacionario resulte efectivo. El primero del año, no sirvió de nada. Hemos visto una tardía reacción del gobierno y los empresarios. Algo atentatorio contra el de por sí magro poder adquisitivo del salario mínimo.
Como se recordará, el gobierno dispuso en mayo –junto con los empresarios- un plan contra la inflación y la carestía (Pacic), consistente en un paquete de 23 productos y servicios básicos, supuestamente “blindados” contra las alzas desmesuradas.
Por lo visto, el paquete no dio los resultados esperados; aunque desde su entrada en vigor se le advirtió al gobierno que su plan estaba previendo un escenario de inflación moderada.
Sin embargo, lo que se presentó fue un tsunami de alzas que golpean a muchos países; con efectos desastrosos para las clases bajas de México.
No son justificantes de lo que pasa las explicaciones políticas coyunturales (como la parálisis que provocó el confinamiento por la pandemia y la guerra en Ucrania).
Los sectores más vulnerables necesitan soluciones, no explicaciones. Todo esto en un marco realista, preventivo. El gobierno debe guardarse los enfoques optimistas para otros tiempos.
De acuerdo con algunos expertos, el fenómeno inflacionario puede prolongarse hasta muy avanzado el próximo año. Valdría más que las autoridades tomaran mayores precauciones.
En México los hornos están sobrecalentados por diversos factores y uno más no aporta nada a la estabilidad nacional.
Es bien sabido que existe un idilio de las clases populares con el presidente AMLO, pero sentencia el refrán que “cuando el hambre toca a la puerta, el amor sale por la ventana”.