sábado, noviembre 30, 2024

DESDE FILOMENO MATA 8: El bienestar de la derecha electoral

Por Mouris Salloum George

Es recurrente que se atribuya a Otro von Bismarck, el gran Canciller de Hierro prusiano una frase clásica sobre el complicado proceso legislativo moderno: “Las leyes, como las salchichas, dejan de inspirar respeto a medida que sabes cómo están hechas”. Como se ha documentado , la producción de ese alimento se compone de diversos saldos cárnicos y hasta de otros ingredientes no muy saludables y contaminantes.

Al igual que las hamburguesas, los econometristas funcionales del desarrollismo han utilizado‎ estas subespecies alimenticias hasta para medir los niveles de crecimiento del producto nacional bruto y la distribución del ingreso en el nivel de vida. Mientras más los consuman, los pueblos son más desarrollados, sostienen . Todo un gazapo de los tecnocratas.

Desafortunadamente, el nombre de Bismarck ha sido utilizado casi para todo, desde como sinónimo de autoritarismo hasta como remoquete  de belicismo. La realidad es que se trata de un personaje que ocupó el primer ministerio prusiano bajo tres diferentes reyes de esa prosapia. Sin embargo lo mejor no se dice frecuentemente : es el inspirador del Estado de bienestar.

A Bismarck se debe ‎la autoria de la más avanzada legislación prusiana de masas, en beneficio de los trabajadores rurales y urbanos. Es el pionero del costitucionalismo social que Heller y Kelsen autografiaron:  la avanzada Constitución social de la llamada República de Weimar. Y éso es mucho decir. El Occidente no se entendería sin esos antecedentes.

‎La Constitución mexicana no es jurídica solamente. Gracias a su vinculación con esos principios sociales, que impregnaron la esencia de la Carta de Querétaro en 1917, nuestra Constitución es de naturaleza política, porque no sólo es un catálogo normativo para la vida en sociedad, sino una auténtica plataforma de lanzamiento de las reivindicaciones populares.

Es por ello que la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos debe interpretarse siempre en favor de los desvalidos, el juzgador y el ejecutor de sus leyes debe siempre tutelar los intereses de los más desprotegidos, de los olvidados. ‎La carga de contenido social abreva en el bismarckismo europeo. Y no tan  sólo en él.

Pero si nadamas así fuera, tendría motivos suficientes para recordar con respeto a los militares prusianos de mediados del siglo XIX para ser fundamentalmente renovadora, radicalmente prospectiva. Gracias a Otro von Bismarck, el laborismo alemán tuvo la importancia mundial que se le concede.

La revolución rooseveltiana tiene también sus orígenes en las leyes de Bismarck. Los Estados Unidos pudieron superar el Gran Crack del ’29 y crear las políticas públicas de pleno empleo keynesianas gracias a los basamentos prusianos de la ley. La Gran Depresión fué avasallada por la teoría del pleno empleo.

Desde mediados del siglo XIX  se mitigaron las más flagrantes crueldades del capitalismo. El Reichstag adoptó un conjunto de leyes bajo la forma de seguros en previsión de accidentes, enfermedades laborales, ancianidad e invalidez, así como todo tipo de protecciones a madres solteras y a jefes de familia descapacitados.

Quienes en la actualidad condenan el Estado de bienestar se insertan a la cola de una gran tradición histórica, pues el debate acerca de su valor y legitimidad viene desarrollándose desde hace ciento cincuenta años. Lloyd George en Inglaterra promovió seguros oficiales de desempleo y protecciones a la sociedad desvalida.

Si es verdad que tanto en Gran Bretaña como en Alemania las medidas de promoción del bienestar venían a proteger a los afortunados contra futuras agresiones, salta a la vista que los privilegiados jamás se dieron cuenta de semejante necesidad. Arthur Pigou y Alfred Marshall sacaron de su cátedra de Cambridge el título de sus libros: La economía del bienestar.

En pocas palabras, el pleno empleo, la tutela jurídica social, la defensa del salario, la competitividad y la capacitación obrera en las mejores condiciones y la vigilancia sobre los precios. Una bazooka contra la teoría clásica. ‎Esa economía y sus teóricos, jamás fueron partidarios de la redistribución de la renta
Y para colmo. A los que puedan acusarnos de parciales, también les recordamos que el Canciller de Hierro fue uno de los colonialistas más furibundos. Solamente se dió el lujo de organizar el Congreso de Berlín en 1885, donde todas las potencias europeas se pusieron de acuerdo para repartirse las vastas riquezas de los territorios africanos.

Portugal, Holanda, Bélgica, Alemania, Inglaterra, España, y muchos más tuvieron su pedazo de pastel africano: tantalita, diamantes, oro,bosques, y grandes territorios para deshacerse de su población carcelaria en la Unión Sudafricana y en los archipiélagos de Australia y Oceanía. Bismarck andaba en todo.

Lástima Margarito. A veces llegan a enterarse de algunas cosas que preferirían no haber entendido, ni darse cuenta que nunca se dieron cuenta, como decía el clásico.

Desgraciadamente, hay quienes utilizan el concepto bienestar con fines electoreros, un populismo demagógico de la derecha para eternizarse en el poder.

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