Por Mouris Salloum George*
Desde que Carlos Salinas de Gortari legisló en 1992-1993 la contrarreforma agraria para servir a los fines del Tratado de Libre Comercio (TLC), ya en negociación, se dictó sentencia de muerte al campo mexicano.
Productos agropecuarios subsidiados por el gobierno de los Estados Unidos empezaron a inundar el país para documentar más tarde nuestra dependencia alimentaria. Seis millones de ejidatarios, comuneros y colonos fueron degradados a jornaleros. Los que no se han ido a territorio estadunidense pasaron a forma parte del ejército de reserva del crimen organizado.
Cinco gobiernos neoliberales han respondido con cerrazón al clamor del campesinado, e incluso a juiciosos análisis de dos Premios Nobel de Economía estadunidenses.
Retumbará de nuevo la consigna: Tierra y Libertad
El 8 de agosto se escuchará de nuevo en la Ciudad de México el grito de ¡Tierra y Libertad! Es el 140 aniversario del natalicio del Indio suriano Emiliano Zapata.
Desde el próximo sábado, desde los estados más marginados y deprimidos socioeconómicamente se desbordarán ríos humanos hasta la sede de los Tres Poderes de la Unión. Para el día 8 se espera una concentración de 250 mil labriegos en la Plaza de la Constitución.
Las caravanas se desprenderán desde Morelos, obviamente: Chiapas, Oaxaca, Puebla, Veracruz, Tabasco: Pura indiada. En Michoacán y Guerrero también se atiendee la convocatoria para movilizarse hacia el Zócalo.
En las alcaldías de Xochimilco y Milpa Alta, de la Ciudad de México, se preparan los contingentes propios. Aunque sea excepcional: Toda una inmigración interna hacia Palacio Nacional.
La última oferta que se hizo a los campesinos e indígenas la llenó de merengue Enrique Peña Nieto: Ahora, sí, la Reforma del Campo. Antes de que se le asignara un presupuesto de, de veras, su profeta, Enrique Martínez y Martínez, ya estaba en La Habana paladeando uns mojitos. Ahí viene el infelizaje de nuevo. A ver quién los escucha.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.