Por Mouris Salloum George
Los bancos que operan en México han registrado ganancias históricas en este sexenio. Solo de enero a noviembre del 2022 se embolsaron 12 mil millones de pesos (una utilidad de 30.9%), con lo cual superaron el total del 2021.
Según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), los de mayores ganancias han sido BBVA, Citibank, Banorte y Santander, HSBC y Scotiabank; que lograron el 75% del total.
Analistas del sector consideran que dos factores fundamentales para estos resultados fueron las alzas en las tasas de interés internacionales y de Banxico, que están en máximos históricos como un intento para controlar la inflación global.
El presidente Andrés Manuel López Obrador lo admitió hace algunos meses: “A los potentados les ha ido bien en mi gobierno”.
Como es sabido, casi todos los bancos que operan en México pertenecen a corporaciones extranjeras.
Es bueno saber que les va bien a los inversionistas que “arriesgan” sus capitales en México. Cabe hacer la salvedad de que las instituciones financieras no han tenido que arriesgar mucho porque no llegaron a invertir en nuevas marcas, sino a comprar los viejos bancos mexicanos. Esto bajo garantías que desde el primer día les reportaban altas ganancias. Todo esto como resultado del fraude bancario conocido como Fobaproa -en el gobierno de Ernesto Zedillo-, cuyo desenlace terminó con la extranjerización del sistema de pagos nacional.
No estaría mal semejante bonanza de los banqueros, si no fuera en detrimento de los usuarios mexicanos de servicios financieros.
No sobra mencionar que en México las altas y variadas comisiones bancarias a los cuentahabientes siempre han sido el principal negocio de los especuladores financieros.
La inconformidad contra los bancos es latente, pero la protección de AMLO hacia el sector ha propiciado que siga el cuestionable sistema.
Hay que recordar que apenas iniciado el sexenio, el senador Ricardo Monreal intentó una reforma legislativa para eliminar y reducir comisiones.
Sin embargo, AMLO salió de inmediato a decir que él no había autorizado esa reforma, que no lo habían consultado y que él no contemplaba modificar las leyes del sector en tres años. Pidió solamente a los banqueros que se auto regularan.
Pasaron esos tres años y todo sigue igual. Mientras los tarjetahabientes, los pequeños y medianos industriales pasan serias dificultades para el pago de sus créditos.
Algo no cuadra: mientras los banqueros engordan sus propias cuentas en máximos históricos, México sigue estancado en muy bajo crecimiento económico.
Fin