Rajak B. Kadjieff / Moscú, Rusia
*Del exilio en Suiza a la Rusia zarista.
*La patria lo esperaba luego de un itinerario azaroso.
*Viajó en tren desde su exilio suizo hasta San Petersburgo.
*Así fue la Revolución rusa en sus inicios.
*Llegó a la capital imperial por la estación Finlandia.
*Su movimiento político no cesó sino hasta octubre de 1917.
La noticia sorprendió a Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, a punto de ir, como cada día, a la biblioteca de Zúrich. “¡Portentoso! ¡Vaya sorpresa!”, exclamó tras conocer el triunfo de la revolución. “Tenemos que ir de alguna manera, aunque sea cruzando el infierno”.
Esttas palabras las escribió el dirigente bolchevique desde su exilio en Suiza a uno de sus seguidores; pero, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, el enemigo era el imperio de de Guillermo II de Alemania.
En febrero de 1917, tras derrotar estruendosamente a los ejércitos del zar, el II Reich ocupaba buena parte de la Rusia europea y había llevado a la autocracia rusa a una situación insostenible; pero el nuevo gobierno presidido por Alexander Kerenski no quería rendirse: era el pasaporte que Lenin necesitaba para atravesar el infierno.
Los alemanes lo convirtieron en un arma, “el arma más terrorífica de todas –escribió Winston Churchill–, y así se decidió transportar a Lenin en un vagón de tren sellado herméticamente, cual bacilo de la peste, desde Suiza hasta Rusia”.
Catherine Merridale –autora de La guerra de los Ivanes– refiere que Lenin así recorre más de tres mil doscientos kilómetros de distancia desde Zúrich hasta San Petersburgo, algo revelado en un escrito de 2017, cien años después de aquel viaje decisivo
Zúrich.- El viaje comienza el 9 de abril. Lenin y su esposa, Nadezhda Krúpskaya, viajan con otros 30 adultos y varios niños. En la aduana de Gottmadingen, los suizos requisan gran parte de la comida.
Ya en Alemania, la expedición sube al “tren sellado” (tres de las cuatro puertas del lado del andén se bloqueaban cuando todos los pasajeros estaban a bordo), un vagón con tres compartimentos de segunda clase, cinco de tercera y dos lavabos. Una línea pintada con tiza separa la zona rusa de la alemana, desde donde dos oficiales alemanes vigilan a los rusos.
Singen.- La noche del 9 la pasan en el interior del vagón. Lenin prohíbe fumar y ordena dormir en horas concretas. Lo ignora, pero el mismo día el III Ejército británico ha iniciado la ofensiva franco británica en el frente occidental, mientras el gobierno provisional ruso ha declarado su intención de continuar en la guerra.
Fráncfort.- El día 10 el tren recorre el valle del Neckar, entre la Selva Negra y el Jura de Suabia. Los campos están abandonados, y los rusos advierten que los pocos campesinos que ven los miran con recelo por los panecillos que comen mientras observan por las ventanillas. Por la noche, mientras el tren está en una vía muerta de la estación de Fráncfort, un grupo de soldados alemanes irrumpe en el vagón. “Se echaron sobre nosotros con un entusiasmo sin precedentes, queriendo saber si habría paz, y cuándo llegaría esta”, recordaría Karl Radek, hombre de confianza de Lenin.
Berlín.- El 11 de abril, el tren del príncipe heredero se detiene en Halle para dejar paso al tren de Lenin. Aun así, el viaje lleva tanto retraso que impide que los rusos tomen el transbordador que debe llevarlos a Suecia.
Los alemanes deciden detener el tren en Berlín. Según Merridale, “no hay ningún testimonio […] que apoye la posterior afirmación de que Lenin mantuvo una reunión con personal del Ministerio de Relaciones Exteriores alemán”.
Sassnitz.- El 12, con un día de retraso, los rusos toman el transbordador Queen Victoria. Cinco horas después están en Suecia.
Estocolmo.- La expedición llega a la capital sueca el día 13. Un grupo de periodistas accede al tren antes de que entre en la estación. Lenin es fotografiado mientras recorre el centro de la ciudad con un paraguas.
Siempre negará que los alemanes financiasen el viaje, pero en Estocolmo Karl Radek se reúne con Alexander Helphand, “Parvus”, empresario socialista ruso al que los alemanes han dado siete millones de marcos con el objeto de fomentar la revolución en Rusia.
Tornio.- El día 15 llegan a esta estación fronteriza del Imperio ruso. Los aduaneros separan a hombres de mujeres. Lenin es sometido a un largo interrogatorio. “Una y otra vez, fue obligado a repetir la historia de que era un periodista que regresaba a la patria”, escribe Merridale.
Todos pasan la frontera, menos el suizo Fritz Platten, que había actuado como intermediario con los vigilantes alemanes.
Beloostrov.- Lenin está en el Imperio ruso; pero aun así, el 16, debe atravesar este último puesto fronterizo, entre Finlandia y Rusia.
San Petersburgo, luego Petrogrado.- El tren de Lenin debía llegar a las 23 h del 16 de abril, lunes de Pascua, pero lo hace los primeros minutos del día 17. Los bolcheviques organizaron un gran recibimiento: banderas, banda militar, guardia de honor… “Intentaban contrarrestar la impresión creada por la decisión de Lenin de aceptar ayuda de Alemania”.
Molesto por lo ruidoso y al mismo tiempo ceremoniosa bienvenida, Lenin llama a la revolución mundial al bajar del tren: “Esta guerra entre piratas imperialistas es el comienzo de una guerra civil en toda Europa”.
Subido sobre el toldo de un coche blindado, atraviesa la ciudad hasta el cuartel general bolchevique, donde reprueba la colaboración bolchevique con el gobierno provisional de Kerenski. Tal como han previsto los alemanes, Lenin no parará hasta derrocarlo el 25 de octubre de 1917.