Carlos Ferreyra Carrasco
Miren, este señor de gesto airado se llama Pablo Gómez se dice que casado y separado de una riquísima dama, dueña, dice la leyenda, de una fábrica de cerillos y por tanto y como suele suceder en el ámbito polaco, sin mayores angustias ni necesidades para trabajar.
Bien, el Pablotas como le decían seguramente en Lecumberri, comenzó su vida de molicie e improductividad como líder de su generación en la Facultad de Economía de la UNAM de donde pasó a los comités estudiantiles del 68 y de allí a la categoría de preso político.
Cuando salió, ya había descubierto su vocación: terminar la carrera y enlistarse en el Partido Comunista Mexicano para saltar prontamente a organizaciones más abiertas y eso sí, ligando uno tras otro, los cargos legislativos que le impidieron laborar en forma productiva.
En realidad era su futuro, vivir sin dar golpe, únicamente maquinando teorías, críticas y oposiciones desde la comodidad de un sillón ricamente forrado de piel, cafecito al calce y galletitas por si hicieran falta.
Se distinguió en el manejo verbal por la enjundia de sus expresiones y ademanes en la tribun; primero, de la Cámara de Diputados y muy después, en la Cámara de Senadores.
Brincoteó o deambuló por todos los grupúsculos de la sedicente izquierda. Anduvo con Heberto, recorrió el Partido Socialista Unificado de México, del que fue líder nacional y fue fundador del Partido de la Revolución Democrática, donde se amalgamaron ex comunistas, ex socialistas y muchos y muy fieles priistas.
A partir de 1979 cuando capturó su primer hueso legislativo, se amparó con los diputados, con los senadores y para no perder ritmo, hasta con los asambleístas del Distrito Federal.
Participó en infinidad de debates pero se le recuerda por su ausencia o descuido en la votación del Fobaproa transformado prontamente en Ipab con el fin de ocultar los nombres de los beneficiarios. Su voto, contrario al de sus copartidarios, significó un apoyo para los propósitos de ese despojo nacional.
Ante la reclamación pública de sus compañeros de bancada, se limitó a poner cara de inocente y decir que no había visto el dictamen del tema más importante abordado entonces y que sigue teniendo la mayor trascendencia actual.
Intentó recuperar puntos pero nunca logró la apertura de datos del Fobaproa, ya entonces Ipab. No hubo mayor problema, siguió saltando de curul a escaño, ocupó la representación de su partido, todavía el sol amarillo, ante las autoridades electorales.
Dos veces perdió la oportunidad para gobernar la Ciudad de México, la primera ante Andrés Manuel López Obrador al que acusó ante las autoridades de no cumplir los requisitos de residencia para tal encargo. Ilegal, lo llamó.
Tenía razón, pero sobre la ilegalidad los consejeros electorales decidieron darle el registro como aspirante al cargo que finalmente ganó. Eso fue en 2000 y seis años después insistió y por la escasa posibilidad de éxito cedió ante Jesus Ortega Martínez para oponerse a Marcelo Ebrard.
Ya sabemos quien fue gobernador, conocemos la bella historia de la Linea Bicentenario, la Línea Dorada, la Linea Doce, cachureca, con vagones de ruedas metálicas cuyos ejes no corresponden a la distancia entre rieles, con Puentes y curvas mal trazadas que ocasionan un grave y peligroso desgaste a los rodamientos. En fin, una chulada que dejaron pasar los ya inscritos pejelegisladores .
Pablo Gomez, que tan activo se portó con Los Amigos de Fox y las petrofinanzas de los tricolores, en este caso no abrió la boca. Tampoco lo hizo por el asesinato, linchados, de los agentes que pretendían ubicar narcotienditas.
No, lo suyo es lo que tenga contenido político como ahora que pide el recorte a la mitad del financiamiento que por ley se entrega a los partidos, correspondiente a su más reciente captación de votos.
Gandaya el angelito cuando tiene conocimiento que por esa contabilidad a los tricolores les entregarán la mitad de lo que regularmente, con votaciones perdedoras, les adjudicaban.
Otros, el PT es el mejor caso citable, no sufrirán porque llevan presupuestos especiales de la Presidencia como son el centenar de casas para niños y refugios para otro tipo de personas necesitadas. O sea, el Mandatario las cancela por un lado y por el otro las entrega a la pareja que regentea ese partido de origen salinista.
Raúl, el hermano incómodo, fue el organizador de esa farsa partidista, antes apéndice tricolor, hoy va con el morado camote.
La jugada, a la que pretende dejar al INE en calidad de inválido sin funciones ni personal en los estado asegurará la calidad de partido único para Morena y la reelección por ahora negada para YSQ.
Paradojas de la vida, el viejo Raúl Salinas Lozano anunció 25 años en el poder para su dinastía. Quién lo diría, la pelota está en el campo pejista y la lleva entre las patas el buen Pablotas.
carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com