Por Mónica Herranz*
La palabra swinger proviene del inglés swing (oscilar), y es utilizada para definir una actividad sexual no monógama que se experimenta en pareja. Dicha práctica sexual puede incluir un amplio rango de actividades, es decir, no se centra solamente en el intercambio de parejas como habitualmente se tiene pensado.
Si bien este tipo de práctica tiene orígenes antiquísimos, sus orígenes en la historia moderna datan alrededor de 1950 en Filipinas entre soldados y mujeres solteras que colocaban en un sombrero las llaves de las habitaciones e intercambiaban a las parejas al azar. Durante los años setenta aparecieron los primeros clubes ya de forma más organizada y en 1985 surgió la NASCA INTERATIONAL, que es el organismo swinger más importante a nivel mundial.
Existen múltiples razones o motivos por las que una persona puede decidir adoptar este estilo de vida, porque desde la perspectiva de quienes lo practican, es eso, un estilo de vida y los cuatro principales son:
- Deseo de experimentar prácticas sexuales nuevas: Mucho se habla de la monotonía que puede surgir en una relación de pareja, particularmente cuando ésta lleva mucho tiempo conformada y en ese sentido, algunas personas ven en la práctica swinger una manera de inyectar vida de nuevo a la relación.
- Último intento por salvar una relación de pareja: Cuando se han agotado todas las vías posibles para “salvar” una relación, la idea de intentar esta práctica aparece como una posible solución al conflicto, aunque valdría mencionar, que cuando una pareja se inicia en esta práctica por tales motivos, el resultado suele ser la disolución final del vínculo.
- Una prueba o desafío por probar el amor vincular: Algunas personas lo intentan como una forma de demostrar que el amor que se tienen puede superar cualquier situación, incluida la de compartir a su pareja. De hecho, parte de la filosofía swinger tiene que ver con que a través del ejercicio de esta práctica se fortalezcan tanto el compromiso como la confianza en la pareja.
- Evitar el dolor por un engaño o una infidelidad: Uno de los grandes temores a la hora de establecer un vínculo amoroso de pareja es el temor al engaño, a la infidelidad. En la ideología swinger la infidelidad física o corporal no existe, mientras que lo que se preserva es la fidelidad emocional. Éste en particular, es un criterio polémico, dado que los parámetros de lo que califica como infidelidad o no pueden ser muy distintos para cada persona o pareja. Algunas personas plantean que ser swinger no tiene que ver con infidelidad, sino que más bien es una vacuna contra la misma.
Y con este último punto pasamos a una de las premisas básicas de este estilo de vida que es justamente que la monogamia queda restringida a lo emocional y amoroso, pero no a lo sexual. Y ya en términos de lo psicoanalítico se pueden observar otras dos premisas que son:
- La excitación se basa en el doble papel de ser protagonista y espectador de la escena primaria, lo que implica que no haya renuncia a alguno de los papeles y en ese sentido es una posición infantil de la mente.
- La mirada del voyeur cumple la función que antes tenía la fantasía, es decir, lo que antes se fantaseaba, ahora se mira, lo que antes quedaba en la imaginación, ahora está en lo real.
Este estilo de vida, al estar organizado, tiene ciertas normas que dan un encuadre de funcionamiento y cuyos practicantes deben cumplir, las principales son:
- No hablar de este estilo de vida con quien no esté interesado, es decir, no se trata de un movimiento que trate de ganar adepto, sino de que quien se una a él lo haga por una motivación o convicción personal y no porque haya sido convencido/a.
- No está permitido establecer vínculos o compromisos afectivos con las personas invitadas a participar.
- Respeto absoluto al no es no.
- Uso obligatorio de preservativo.
- Están permitidos los intercambios mujer – mujer, mujer – hombre, pero no hombre – hombre.
Por último, para terminar de dar un contexto referencial sobre esta práctica y antes de entrar de lleno a lo psicoanalítico, se debe mencionar que hay distintos niveles de participación dentro de esta práctica y dado que puede ser tan diversa, sólo se mencionan los más básicos:
- Parejas soft: Se vale todo menos tener sexo con penetración. Pueden mirarse, tocarse, besarse y hasta tener sexo oral.
- Parejas full: Se puede hacer intercambio con penetración.
- Switch: Parejas que pueden aceptar o no la penetración en los encuentros.
- Solos: Personas que van a los encuentros porque muchas parejas no buscan intercambio con otras parejas, sino hacer un trío.
- Modalidad Blizz: Parejas que van a clubes para que las mujeres jueguen entre sí mientras los caballeros sólo observan.
Silvia Ons, psicoanalista argentina de orientación lacaniana, responsable del Departamento de Psicoanálisis del CICBA (Centro de investigación clínica de Buenos Aires) y directora de la revista Dispar, publicó en 2012 un libro que lleva por título Comunismo sexual. En él aborda distintos temas, entre ellos, el de los swingers, invitando al lector a hacer una reflexión profunda sobre el orden simbólico en la actualidad.
Nos plantea que Freud se interesó en el comunismo y que lo cuestionó como ideología, pero no en un sentido económico, sino en el sentido del hombre. Para él, la premisa psicológica del comunismo es una “vana ilusión”, ya que cancelando la propiedad privada no se eliminan cuestiones relativas al goce, la agresión, el apetito de posesión, etc.
Si en este sentido se entiende a la propiedad privada como la exclusividad en la pareja, el planteamiento de Freud hace referencia a que aunque mi pareja pueda ser de “uso común” (comunismo) y no privado (exclusividad), eso no evitará el deseo de posesión, o sentimientos como los celos o la envidia.
En teoría, en el estilo de vida swinger hay una cancelación de la “propiedad privada”, entendiendo ésta y subrayo el sentido, como la no exclusividad de la pareja, es decir, no es mía o mío, sino es común, de todos. Pero no sólo es la propiedad privada lo que queda cancelada sino también en consecuencia quedan canceladas la intimidad y la privacidad. Aquello que desde una óptica más conservadora debiera llevarse a cabo en el ámbito de lo privado, al cancelarse la “propiedad privada” y con la venia de la pareja para permitir la interacción de terceros, se traslada al ámbito de lo público, quedando así canceladas la intimidad y la privacidad.
Desde otra óptica, que sería la lacaniana, se plantea que el discurso capitalista excluye al amor. “Los enamorados se bastan a sí mismos y en esto se alejan del consumo”, de ahí que el amor sea enemigo del capitalismo. “En el amor, el otro se revela como insustituible”. Desde esta perspectiva, cuando hay amor y éste es un amor que integra tanto lo emocional – amoroso como lo físico, no hay necesidad de “consumir” a otros.
Marx, considerado como uno de los arquitectos de la ciencia social moderna, consideró que en el capitalismo, el valor de uso es sustituido por el valor de cambio, es decir, las cosas no valen por sí mismas sino por el valor del mercado y esta concepción, en el capitalismo tardío, pasó de los objetos a los sujetos. Luego entonces, el valor de uso que en la pareja monógama sería la exclusividad, en los swingers queda opacado por el valor de cambio.
Si aunáramos estas tres posturas (Freud – Lacan – Marx), podría decirse que en el estilo de vida swinger, la suma de la cancelación de la propiedad privada, más la posibilidad de ser sustituido, más la modificación en el valor de uso por el valor de cambio, da como resultado que lo que era clásicamente íntimo ahora se bride a consumir y ser consumido.
Definitivamente, como se mencionaba al inicio, no podría considerarse a esta práctica como novedosa, aunque sí más pública que en cualquier otro momento, y en esto internet tiene mucho que ver. En la actualidad el uso de la tecnología como medio de difusión y conexión, favorece que una gran variedad de escenificaciones sexuales se alineen con los fantasmas privados y encuentren en la red una forma de concreción, exhibición y difusión.
El movimiento swinger representa la tentativa de tener nuevas experiencias sexuales sin compromiso, con la supuesta ausencia de celos y compartiendo fantasías, sin embargo, y aunque las reglas de este movimiento impidan el enamoramiento, éste bien puede surgir por parte de alguno de los participantes hacia otro. Y, ¿qué es lo que pasa cuándo esto sucede?. En términos del reglamento swinger se estarían rompiendo las normas por lo que lo conveniente sería no tener más encuentros con esa persona, y en términos de lo psicoanalítico, al aparecer el enamoramiento, aparecerían de la mano, los celos, la culpa, la angustia, la envidia y la rivalidad. No en vano un par de elementos fáciles de encontrar en este estilo de vida son el alcohol y las drogas, ya que de alguna manera “ayudan” a lidiar o atenuar estas emociones, sensaciones, situaciones o posturas.
La comunidad swinger vive una sexualidad sin amor en el sentido de que se evita la contingencia amorosa entre los participantes y la experiencia surge sólo a partir del encuentro de los sexos. Es una vivencia marcada por la ausencia de compromiso en dónde se traslada el placer al entorno del grupo y en donde hay una elección nómada en cuanto al objeto, es decir, en la pareja monógama, con el mismo objeto se pueden encontrar distintas fuentes de goce, placer o excitación, mientras que en el estilo swinger es necesario cambiar de objeto aunque la fuente sea la misma.
Dicho en términos más coloquiales, las parejas monógamas pueden lograr excitación y placer con la misma persona (un solo objeto) en diversas y distintas situaciones, mientras que los swingers necesitan cambiar de pareja o incluir a terceros (cambio de objeto y ahí está lo nómada) para lograr la excitación o el goce, y no bastará con cambiar de pareja o invitar a terceros una vez, sino que se hará de forma recurrente.
En la filosofía swinger algo muy importante es el diálogo continuo y honesto con la pareja, ya que esto evitará sensaciones displacenteras y favorecerá que la experiencia sea grata, sin embargo, al mismo tiempo en el que es una premisa básica es a la par considerada como una de sus más grandes contradicciones. Si el planteamiento swinger es que a través de este estilo se refuerzan la confianza y el compromiso, en estricta teoría tendría que dar igual si se dialoga o no, porque si el otro “no es mío/a” no habrían de presentarse celos o reproches, envidia o malestar alguno que conversar.
Para Freud resultaría difícil pensar en una sociedad swinger ya que, y retomando su análisis del comunismo desde la concepción del hombre, aunque los hombre tengan “propiedades comunes”, la envidia, el deseo y los celos acabarían con esta supuesta igualdad.
Desde la perspectiva lacaniana, el estilo de vida swinger no podría ser satisfactorio porque sólo se satisface el goce corporal pero no el deseo de amar.
Ya para finalizar agregaría, que a diferencia de lo que se suele pensar, las personas que eligen este tipo de práctica no son, per se, personas perversas, ni esta práctica está considerada en el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) de forma alguna. Que no sea una forma convencional o socialmente permitida de ejercer la sexualidad no implica que por ello sea una forma perversa.
Y ya fuera de lo psicoanalítico, si en algún momento has considerado pertenecer a este estilo de vida, valgan como conclusión las siguientes sugerencias:
- Pensar detenidamente y analizar los pros y contras tanto personales como a nivel pareja.
- Debe haber acuerdo en la pareja, no se debe participar por temor de perder al otro, por chantajes o coacción.
- Pensar si va a ser posible cumplir con la premisa básica de no enamoramiento.
- Analizar las motivaciones personales y de pareja.
- Analizar con qué propósito y para qué se desea llevar este estilo de vida.
- Evitar las situaciones de riesgo.
- Acudir a clubes especializados de encuentros.
- Procurar que esta forma no sea la única por la que se acceda a altos niveles de placer.
- Siempre usar preservativo.
- Tomar en cuenta que aunque una de las fantasías más comunes en el ejercicio de la sexualidad es el intercambio de parejas o la participación de terceros en la cama, no es lo mismo fantasear que hacer.
* Mónica Herranz
Piscología clínica / Psicoanálisis
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