En países donde las estaciones del año marcan fuerte presencia, el clima influye mucho ya que las infraestructuras viales no siempre reciben el mantenimiento adecuado, por lo que los caminos en mal estado son una realidad constante.
Baches, grietas, asfalto desparejo y hasta pozos invisibles bajo el agua de lluvia pueden convertirse en un dolor de cabeza para conductores particulares, transportistas y hasta para motociclistas. Pero más allá de las quejas o las denuncias, hay algo que tenemos que intentar hacer: prevenir.
Prevenir daños en nuestros vehículos al enfrentarnos a caminos deteriorados no solo alivia el bolsillo; también garantiza seguridad, prolonga la vida útil del auto y evita accidentes que pueden escalar en gravedad.
Por eso, en esta nota te contamos cómo detectar los riesgos, qué medidas tomar antes y durante la conducción, y qué hábitos de mantenimiento pueden marcar la diferencia.
¿Qué tipo de daños causan los caminos en mal estado?
Antes de hablar de prevención, es importante entender el enemigo. Un bache de tamaño mediano puede causar desde daños leves hasta averías graves en el sistema de suspensión, llantas reventadas (ya sean de Michelin, Goodride, o de cualquier otra marca), desalineación de ruedas, rotura de amortiguadores e incluso problemas en la dirección.
Los caminos de tierra, mal nivelados o con drenaje deficiente, también son problemáticos: facilitan el ingreso de polvo y piedras a componentes internos, generan vibraciones constantes que aflojan piezas y favorecen el desgaste irregular de los neumáticos.
A largo plazo, incluso el chasis puede sufrir deformaciones por impactos repetidos. El desgaste no siempre es inmediato, pero se acumula. Por eso, la prevención es un factor clave para el bienestar de tu vehículo.
Cómo prevenir daños antes de salir a la ruta
Prevenir comienza incluso antes de encender el motor. Una buena revisión visual y mecánica puede ayudarte a anticiparte a los problemas que pueden surgir en el camino. Estos son algunos puntos que no podés dejar pasar antes de comenzar tu travesía:
Revisa el estado de los neumáticos
Un neumático desgastado o mal inflado es mucho más vulnerable a sufrir daños. Asegúrate de revisar la presión al menos una vez por semana, especialmente si vas a transitar caminos complicados.
La profundidad del dibujo también es importante: si está muy gastado, disminuye la tracción y aumenta el riesgo de pinchazos o reventones al pasar por superficies irregulares.
Checa la suspensión
La suspensión es el sistema que más sufre cuando hablamos de caminos rotos. Si notas ruidos al girar, rebotes excesivos o el auto inclinado hacia un lado, revisa los amortiguadores y espirales. Con una suspensión en mal estado, cualquier bache chico se siente bastante más profundo de lo que en realidad es.
Alineación y balanceo al día
Circular con las ruedas desalineadas no solo daña neumáticos; también dificulta el control del vehículo y desgasta otras partes del tren delantero. Un chequeo periódico, especialmente después de un golpe fuerte, es fundamental. De esta manera te aseguras de que cualquier maniobra que tengas que hacer sea menos peligrosa.
Técnicas de conducción para minimizar el impacto
No es la nave, es el piloto. No todo depende del vehículo: la forma en que manejamos también puede reducir (o agravar) los efectos de los caminos deteriorados. Acá van algunos consejos prácticos para conducir con inteligencia:
Disminuye la velocidad
Este es, quizás, el consejo más básico, pero más efectivo. A menor velocidad, menor es la fuerza del impacto cuando pasas por un bache. Además, te da más tiempo de reacción para esquivar obstáculos.
Evita frenar bruscamente sobre el bache
Frenar justo al pasar un bache aumenta la presión sobre la suspensión delantera. Si puedes, suelta el freno justo antes del impacto y deja que las ruedas lo atraviesen. Así se reparte mejor la carga.
Mantén ambas manos en el volante
En caminos irregulares, el vehículo puede “tironear”. Tener las dos manos firmes en el volante ayuda a mantener el control, sobre todo si de pronto caes en un pozo o pasas por un desnivel inesperado y tienes que maniobrar.
No te pegues al auto de adelante
Mantener una distancia prudente te permite ver el camino por donde vas a pasar. Si vas muy cerca, no podrás anticipar baches o pozos ocultos.
Lo que no se ve también cuenta
A veces, los problemas no se ven a simple vista, pero eso no significa que no estén ahí. Por eso, además de la conducción y la revisión previa, es clave adoptar una rutina de mantenimiento pensada para estas condiciones:
Lavado del tren inferior
El barro, las piedras y el polvo acumulado pueden dañar partes importantes del vehículo. Lavar periódicamente la parte inferior ayuda a evitar corrosión y mantiene en buen estado los componentes del chasis y suspensión.
Cambio de bujes y soportes
Si vivís en zonas con caminos muy complicados, los bujes se desgastan más rápido. Reemplazarlos a tiempo evita ruidos molestos y problemas mayores en la suspensión.
Chequeo de pérdidas o filtraciones
Un golpe fuerte puede aflojar mangueras o dañar el cárter. Revisa si hay manchas de aceite o líquidos debajo del vehículo después de transitar caminos duros.
¿Y si no hay opción? Elige el mejor camino posible
En muchos casos, especialmente en zonas rurales o suburbanas, no hay forma de evitar caminos rotos. Pero aun así, se puede elegir el “menos peor”. Usar aplicaciones de navegación como Waze o Google Maps puede ayudar a detectar rutas alternativas o al menos anticipar zonas complicadas.
En estas apps los usuarios pueden dar alertas en tiempo real sobre el estado de las rutas por las que circulan, lo cual es una gran opción para anticiparte. Además, prestar atención a las condiciones climáticas puede ser clave: un camino de tierra seca es manejable, pero si llovió, puede volverse intransitable y provocar accidentes serios.
¿Qué hacer si ya sufriste un daño?
Si, a pesar de todo, el vehículo sufrió un golpe o daño tras un camino en mal estado, no lo dejes pasar. Actuar rápido puede ahorrarte mucho dinero a futuro:
• Escucha tu auto: ruidos nuevos, vibraciones o cambios en la dirección pueden ser señales de que algo se desajustó o rompió.
• Hazlo revisar por un profesional: incluso si no notas cambios evidentes, si tuviste un impacto fuerte, es recomendable llevarlo al taller.
• Documenta el daño: en algunos países o municipios es posible reclamar daños al Estado si hay pruebas claras (fotos, ubicaciones, facturas).
Maneja con conciencia para cuidar tu vehículo (y tu seguridad)
Los caminos en mal estado no se van a solucionar de un día para otro. Pero eso no significa que tengamos que resignarnos a que nuestro vehículo sufra las consecuencias. Con un poco de atención, preparación y buenos hábitos de conducción, es posible reducir significativamente los riesgos y alargar la vida útil del auto.
Desde revisar tus neumáticos hasta ajustar tu forma de manejar, todo suma cuando el asfalto se convierte en obstáculo. Y aunque no puedas controlar el estado de las rutas, sí puedes controlar cómo enfrentarlas. Después de todo, prevenir siempre será más barato que reparar.