MIGUEL ÁNGEL FERRER
Los programas sociales instaurados por el Presidente López Obrador y continuados, ampliados y fortalecidos por la Presidenta Claudia Sheinbaum son el reverso de la medalla de las privatizaciones de la época neoliberal. Mientras éstas concentraban el ingreso, los programas sociales lo desconcentran, lo dispersan, lo redistribuyen.
Los programas sociales también son la antítesis del incremento de los impuestos y de la creación de nuevos gravámenes fiscales. Hoy el Estado da y no quita. Mientras los impuestos reducen el poder adquisitivo de la población, los programas sociales lo incrementan. Aquí está la razón principal del enorme apoyo popular y electoral de la Cuarta Transformación (4T).
Contra estos hechos nada valen la propaganda negra, la desinformación, los ataques mediáticos. La gente, el pueblo, la ciudadanía tiene clara conciencia de la bondad de los programas sociales. Y parece bastante obvio que los muchos millones de ciudadanos beneficiados por los programas sociales no están en disposición de cambiar el actual sentido de su voto.
Es muy claro, en consecuencia que el objetivo del conservadurismo no es dar la batalla en el terreno electoral. Ahora el objetivo es lograr un cambio de rumbo de la 4T. Y eso sólo parece posible si en los próximos cinco años el conservadurismo es capaz de incrustar a uno de sus cuadros políticos en el reducido grupo de aspirantes a la candidatura presidencial en las elecciones de 2030. O a más de uno, para asegurar el éxito.
Un caballo de Troya, un lobo neoliberal con piel de oveja morenista. Un nuevo Manuel Ávila Camacho, revolucionario de dicho y conservador de hecho, un mago de la simulación. O una maga.
Ahora mismo son visibles varios personajes que poseen este perfil. Pero son muchos y al paso de los meses y los años serán más. Y como actúan y actuarán disfrazados no será fácil detectarlos y cerrarles el paso.
Pero que no sea fácil no quiere decir que sea imposible. Y para hacerlo posible contarán los antecedentes. Se puede simular hoy o mañana, pero no se puede cambiar lo ya actuado, lo ya hecho. El historial de cada quien ahí está, a la vista de todos.
De modo que para no errar, la dirigencia de la 4T deberá ponderar el presente, pero sobre todo el pasado de cada cual. ¿Ha habido en el pasado de los aspirantes veleidades neoliberales o conservadoras? Y es que, como diría Cantinflas, ahí estará el detalle.