Fernando Irala
En el vertiginoso retorno al pasado emprendido por los gobiernos de la 4T, esta semana se consumará uno de los retrocesos más notables, con la extinción del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, el INAI, y otros seis organismos que hasta la fecha han tenido autonomía garantizada por la Constitución.
La reforma correspondiente fue aprobada por la supermayoría de Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados, la pasada semana, y en la que comienza será seguramente votada por el Senado de la República, para luego ser refrendada por los congresos estatales.
Esto ocurriá con la velocidad a las que ya nos tiene acostumbrados el actual cuerpo legislativo, sin siquiera dar lectura a las iniciativas y dictámenes, porque materialmente es imposible en el estrecho lapso en que el proceso transcurre.
Este espacio es muy breve para analizar en detalle los diversos ámbitos que alcanzará la reforma en curso, en materia económica, telecomunicaciones y energía, evaluación de la política social y de la educación.
Pero el más evidente y relevante es el que tiene que ver con la transparencia y el derecho a la información de los ciudadanos acerca del quehacer gubernamental.
Las leyes e instituciones sobre transparencia fueron uno de los primeros avances trascendentes al comenzar el siglo actual, luego de que en el país por primera vez hubo alternancia política, después de siete décadas de dominio de un partido único.
Sin embargo, el gusto por la opacidad ha estado presente siempre en el actuar de los funcionarios de gobierno, y en el actual régimen el INAI era una piedra en el zapato.
Ahora están a punto de deshacerse de él, como antes nulificaron a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y ahora está en proceso de destrucción el Poder Judicial como una institución autónoma y soberana, de contrapeso al Ejecutivo.
Se van cerrando así todas las instancias que en México se habían construido desde la última parte del siglo pasado y a lo largo del actual, para proteger y garantizar los derechos ciudadanos, y para avanzar en el objetivo de edificar un auténtico Estado de Derecho.
Estamos en plena involución, sin que exista nada ni nadie que detenga esta caída al precipicio.
Y lo peor, esto puede ser sólo el comienzo de una etapa muy oscura en nuestro país. Un retorno al pasado, decíamos.