Fernando Irala
Tener a uno de los delincuentes más señalados del país y que se vaya de entre las manos debe ser de por sí muy frustrante.
Peor aún, cuando el mundo entero se entera, y te conviertes en el “hazmerreir” universal.
Pero al Presidente, por lo visto, no le importó mucho.
La gira a la que iba le pareció más relevante e inaplazable, y dejó el manejo de la crisis a su equipo de seguridad. A fin de cuentas, ellos son los responsables de la cadena de errores que desembocó en el vergonzoso desastre, debe haber pensado.
Es comprensible, mejor estar en un lugar apartado, donde poco se enteran del naufragio, y en todo caso harán como que no les atañe.
Desde allá, además, el mandatario podrá defenderse, y en su auditorio encontrará consuelo y hasta aplausos.
Entretanto, el pájaro de cuenta está entre los suyos, sus parientes y amigos, con cuya complicidad y arriesgando el pellejo pudo recuperar la libertad.
Quienes querían tenerlo preso se llevaron un palmo de narices. No se han dado cuenta de quién manda realmente en el país. Ya aprenderán.
Ahora, movilizan a las fuerzas de seguridad, de manera vistosa y exagerada, porque en el momento clave no bastaron sus previsiones.
¿Ya para qué? Su movilización tardía no servirá de nada. Sólo son maneras de justificar y disfrazar el fracaso y el ridículo.
De justificarlo internamente, porque hacia afuera es imposible atemperar la catástrofe.
Dicen los rumores que hasta renuncias en los más altos responsables de seguridad se han presentado, pero no han sido aceptadas.
Imposible saber que tanto dañará al régimen lo que acaba de ocurrir, pero lo cierto es que el Estado mexicano ha sido exhibido con una enorme debilidad frente a la eficacia de los aparatos de operación del crimen organizado.
Éstas y otras reflexiones cruzaron por la mente del escribidor cuando se enteró de la increíble escapada del Chapo Guzmán de Almoloya, hace más de cuatro años.
Las he reeditado ahora que vivimos otros tiempos, con gobernantes que por fortuna ya no son iguales.
Las releo y siento pena. Pena ajena.
Los lectores perdonarán la regresión. Pero es que por estos días, tan distintos, no encuentro tema al cual referirme.