sábado, junio 22, 2024

Concatenaciones: Barbosa, los López, Garizurieta

Fernando Irala

Fue hace casi cuarenta años cuando el entonces Presidente José López Portillo señaló en uno de sus informes de gobierno que lo peor que le podía ocurrir a México era convertirse en un país de cínicos.

Eso ya ocurría en la clase política desde antes que al mandatario se le ocurriera la reflexión y advertencia. A mediados del siglo pasado el “Tlacuache” Garizurieta había acuñado su célebre frase: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.

Pero en lo que va del siglo actual, tomar la política como negocio y asumir estrategias personales o de grupos en función del cálculo de prebendas y beneficios, se ha vuelto tan común que ya ni se nota.

La democracia no nos curó del mal. Por el contrario lo extendió y lo hizo más evidente.

Lo muestra el reciente sainete del coordinador de los senadores del PRD,  Miguel Barbosa, quien luego de criticar por años el mesianismo de López Obrador ahora ha anunciado su adhesión a su candidatura presidencial.

Lo notable no es el apoyo a un político de otro partido distinto del suyo, sino que luego de eso piense que puede seguir liderando la fracción parlamentaria perredista.

Y siendo notable, no es único el caso, ni siquiera extraordinario, ni en ese grupo ni en la vida política nacional. Muchos legisladores perredistas han anunciado que abandonan su militancia partidista, pero no dejan la fracción, porque tanto ellos en lo personal como su colectivo verían reducidas las partidas de que disfrutan. Sería un error, como decía el “Tlacuache”.

Por eso en Nayarit el alcalde que roba “pero poquito” y ha exhibido su patanería con las mujeres, pudo sin embargo ser reelecto y ahora aspira a ser gobernador de la entidad.

Ahora tenemos a gobernantes insultantemente ricos que acusan a sus adversarios y antecesores de robar con impunidad, y políticos que brincan de un grupo a otro sin que cuenten ideologías, principios ni ningún otro valor más que el dinero y el poder.

Todos ellos presumen de haber cruzado el pantano sin mancharse. O sólo poquito.

 

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