HÉCTOR MOCTEZUMA DE LEÓN
Las Leyes complementarias de la Revocación de Mandato que al presidente le urge que los legisladores aprueben para que realice en el próximo mes de abril, no es más que otra vil simulación como las que nos tiene acostumbrados Andrés Manuel López Obrador.
Realizar por primera vez en la historia de México una revocación del mandato del Presidente de la República requiere de una serie de normas que hasta ahora el legislativo no ha podido precisar debido a que es muy difícil encontrar el consenso para dotar a la autoridad electoral del reglamento para la realización de un evento que a todas luces le favorece.
En primer lugar la ley no es retroactiva y por lo tanto una vez que los legisladores aprueben el reglamento, si es que el viernes así sucede, no podrá ser aplicada al presidente en turno, sino hasta el próximo, como sucedió con la reforma al artículo 82 que permitió a los hijos de padres no nacidos en México pudieran aspirar a la Presidencia de la Repùblica.
Para convocar a una consulta sobre la revocación de mandato tiene que hacerse una solicitud firmada por cuando menos el 3 por ciento de las personas inscritas en el Padrón Nacional de Electores, aproximadamente 2,800,000 firmantes.
Los partidos de oposición definitivamente no participarán en la recolección de las firmas por lo que la carga será únicamente de Morena y posiblemente sus aliados. Una vez conseguidas las firmas las autoridades electorales tendrán que comprobar su veracidad y aprobar la consulta.
Y luego viene lo bueno, para que la consulta sea válida tendrá que participar el 40 por ciento de las personas inscritas en el Padrón Nacional de Electores, lo que significa que cuando menos tendrán que emitir su voto 38 millones de personas, de las cuales más de 19 millones decidirán si el presidente en turno se queda o se va.
Andrés Manuel López Obrador tiene muy bien calculado que hay un sector de la población que no lo quiere en Palacio Nacional, pero de ninguna forma hacen los 19 millones que lo mandaría a su rancho como dice el propio presidente.
En el hipotético caso de que se alcanzara esa votación en favor de que el tabasqueño permanezca en el poder hasta el último día del mes de septiembre, entonces el presidente tiene todo para imponer sus proyectos, viables o no, por el resto del sexenio y sabiendo cómo se las gasta quién sabe cómo nos irá de aquí al 2024.
Si la consulta es un fracaso total porque como en la de los ex presidentes no se logró la votación en las urnas del porcentaje para ser vinculante, el presidente podrá presumir que tiene el apoyo del pueblo para seguir adelante.
Hasta ayer los partidos no se ponían de acuerdo en la Cámara de Senadores para la realización de un periodo ordinario en el que se aprueben o se rechacen las dos iniciativas de Ley Reglamentaria para la Revocación del Mandato que tanto le urge a López Obrador, por los argumentos antes expuestos.
Todo apunta que será una vil simulación como muchas otras a las que nos tienen acostumbrados los hombres del poder, en la que el presidente tiene todas las de ganar y nada que perder.
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Ese rollo de quién es quién en las mentiras que todos los miércoles le encargan a la señorita Elizabeth Vilchis cada día se convierte en un show más en las mañaneras de Palacio Nacional.
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