HÉCTOR MOCTEZUMA DE LEÓN
No cabe duda que los políticos, sean de cualquier signo, siempre nos quieren ver la cara. En este caso Andrés Manuel López Obrador no es diferente. Ante la pérdida de credibilidad -ya nadie cree en las mañaneras- y el aumento en la desaprobación a su gobierno, sale nuevamente a recorrer el país para tratar recuperar terreno con supuestos logros y promesas a futuro.
López Obrador recorre el país en pleno pico de la pandemia, con semáforo rojo, que de acuerdo con las autoridades sanitarias, es de alto riesgo. Sale con el pretexto de dar el banderazo para la construcción del primer tramo del Tren Maya y supervisar las “obras” de la refinería de Dos Bocas, nada más falso, la verdad es que su costumbre es andar en campaña.
El presidente busca reposicionarse con la gente. Repetir los lemas de campaña que lo llevaron a la presidencia: combate a la corrupción y la inseguridad y asegurar que están vigentes. Es una campaña con maña porque sabe muy bien que está perdiendo terreno con su tradicional clientela política. En esto se parece mucho a Trump, no exagero.
El presidente sale siete días de Palacio Nacional, con todo el riesgo que eso significa, en cuestión de contagio del COVID-19, para él y quienes lo acompañen en los trayectos y los eventos que encabezará. Sale para recuperar prosélitos rumbo a las elecciones del 2021 y ganar la votación de la consulta para la revocación o no de mandato en 2022. A López Obrador no se le puede regatear su astucia para recuperar terreno perdido; ya se dio cuenta que con su partidito no gana la mayoría en la Cámara de Diputados y la revocación vendría en automático.
López Obrador ha decidido jugársela. Eso está claro. De aquí en adelante va a recurrir al chantaje, ¿quieren que regrese la corrupción? Y seguirá con el cuento de que ya se acabó; qué el ejército, la marina y la guardia nacional están para cuidar al pueblo.
En sus recorridos por el país el presidente seguirá con el rollo de que sus adversarios se oponen al cambio porque quieren seguir conservando los privilegios de que gozaron durante el periodo neoliberal, seguirá machucando con el cuento de que en su gobierno primero son los pobres y sí les va bien a éstos, les va bien también a los de arriba.
El problema para quienes se manifiestan en contra de su gobierno y hasta piden su renuncia es que pese a que las manifestaciones se realicen con más frecuencia y con más asistencia; sin una estrategia definida los opositores poco podrán hacer, por el contratio le darán motivo para presumir ante los ciudadanos del país y del mundo que es un demócrata que respeta la libertad de opinar y puede que gane el congreso y la no revocación. Muy mañoso.
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Ahora sí ¡Sálvese quien pueda! Salimos de la Jornada Nacional de Sana Distancia y entramos a la Nueva Normalidad en la que cada quien se tira la bolita, del centro a los gobernadores, de los gobernadores al centro y todos a lavarse las manos, pero no como medida de higiene, sino como una forma de hacerse a un lado sin el costo político que eso repesenta. Como decía hace unos días esto es un verdadero desmadre…Hugo López Gatell por fin mostró humildad, en la conferencia nocturna de Palacio Nacional pidió una disculpa pública a la senadora panista Alejandra Reynos, aunque sea cinco días después del incidente.
circuitocerrado@HctorMoctezuma1.