Todo buen mexicano debe tener conocimiento de la epopeya que acompañó durante su vida, a nuestra heroína mexicana Doña. Leona Vicario durante nuestra independencia mexicana. Datos asentados en su extensa biografía, indican que fue hija del comerciante español Gaspar Martín Vicario, natural de Ampudia (Palencia), y de la criolla Camila Fernández de San Salvador y Montiel, recibiendo al nacer los nombres de María de la Soledad, Leona y Camila. Quedó huérfana y permaneció desde pequeña bajo la custodia de su tío, doctor en leyes y respetable abogado Agustín Pomposo Fernández de San Salvador. Gracias a la posición familiar y a los bienes heredados de sus padres, que quedaron bajo la cuidadosa administración de Agustín Pomposo, Leona adquirió una esmerada educación; cultivó las ciencias, las bellas artes, la pintura, el canto y la literatura.
Agustín Pomposo se había dado a conocer siendo muy joven al redactar una oda titulada Sentimientos de la Nueva España por la muerte de su virrey D. Antonio María Bucareli, y posteriormente, en 1787, con unos versos titulados La América llorando por la temprana muerte de D. Bernardo de Gálvez, demostrando una sentida y profunda inclinación por la monarquía y sus representantes. La invasión napoleónica y los reveses de la realeza, que desataron la Guerra de la Independencia española, pusieron a prueba su talento poético hasta que tuvo que enfrentarse con los que consideraba “desgraciados” intentos de levantamiento y rebelión por parte del cura Miguel Hidalgo; en aquella ocasión escribió una Memoria Cristiano-Política sobre lo mucho que la Nueva España debe temer de su desunión (1810).
De acuerdo con sus biógrafos, Leona creció en virtud y sabiduría, pero dotada de un espíritu rebelde y libre que no admitía ninguna tutela que impidiese su desarrollo, en un clima de apertura a todas las novedades; tanto en lo que se refería a sus lecturas como a sus amistades y actividad social. En el bufete de su tío y tutor trabajaba como pasante en leyes Andrés Quintana Roo, recién llegado de Yucatán; de quien se enamoró y con quien colaboró, llena de entusiasmo, en favor de la protesta criolla por los acontecimientos que se sucedieron en Nueva España a partir de 1808. Entre otras actividades, desde 1810 actuó como mensajera de los insurgentes, dio cobijo a fugitivos, envió dinero y medicinas y colaboró con los rebeldes, transmitiéndoles recursos, noticias e información de cuantas novedades ocurrían en la corte virreinal.
Ferviente proselitista de la causa insurgente, a finales de 1812 había convencido a unos armeros vizcaínos para que se pasaran a su bando, trasladándose a Tlalpujahua (localidad en la que estaba instalado el campamento de Ignacio López Rayón), donde se dedicaron a fabricar unos fusiles “tan perfectos como los de la Torre de Londres”, según Carlos María Bustamante. Poco después, las autoridades interceptaron a uno de sus correos, el cual la delató, por lo que fue vigilada y seguida cada vez más de cerca. Finalmente, en marzo de 1813, la Real Junta de Seguridad y Buen Orden (creada al producirse el levantamiento de Dolores) decidió intervenir y le instruyó un larguísimo proceso en el que fueron apareciendo las piezas y documentos que la inculparon gravemente, entre otros los relativos a sus intentos de huida para pasarse al campo de los rebeldes. Para escándalo de su tutor, se la internó en el Colegio de Belén de las Mochas; allí fue sometida a interrogatorio y se presentaron las pruebas y diligencias judiciales que figuran en las Actas reproducidas por su biógrafo Genaro García. Según este historiador, “su simple lectura convence del valor y nobleza excepcionales de Leona, cuya actitud parece muy superior a la de tantos insurgentes que se hallaron en parecidas circunstancias”.
Declarada culpable, en lugar de enviarla a la cárcel de corte se la mantuvo presa en el mismo Colegio de Belén, hasta que el 23 de abril de ese año la liberó un grupo de caballeros bajo el mando de Andrés Quintana Roo, quien la mantuvo oculta por unos días y forzó más tarde su salida de la capital, simulando ser arrieros que conducían un atajo de burros cargados con cueros de pulque. Leona, con la cara y los brazos pintados de negro, y unas cuantas mujeres, vestidas también de negro, marchaban sentadas sobre unos huacales. Los cueros y las hortalizas, al parecer, iban cargados de tinta de imprenta, además de letras y moldes de madera para la confección del periódico de los rebeldes. Empeñada en seguir colaborando con la insurgencia, huyó de la capital con destino al campamento de Tlalpujahua.
A partir de entonces su vida coincidió con la del intelectual y político yucateco, siempre al servicio de la insurgencia y del Congreso Insurgente. En la ciudad de Oaxaca, recién liberada por José María Morelos, se encontró con el resto de sus amigos, entre ellos Carlos María Bustamante, quien escribió a Morelos contándole las aventuras de la joven. Se conocen las cartas que el líder insurgente envió a Leona desde Chilpancingo; preocupado por su situación, decidió recompensarla con una asignación económica en nombre del Supremo Congreso, más tarde ratificada y aprobada por el propio Congreso, el 22 de diciembre de 1813.
Siguiendo al Congreso que, forzado por la persecución de los realistas, peregrinó de una población a otra a lo largo de 1814 y gran parte de 1815, se mantuvo Leona acompañando a su marido, éste en condición de diputado y enseguida vicepresidente y presidente en funciones de la asamblea popular, mientras se elegía generalísimo a Morelos, se proclamaba la Independencia de la América mexicana y se daba a conocer en Apatzingán el texto completo de la Constitución de México. Leona siguió colaborando y trabajó en la confección de los periódicos que se publicaban gracias al impulso de Quintana Roo: El Ilustrador Americano y el Semanario Patriótico Americano, Fuente: Biografías de Grandes Personajes. Continuará la Segunda parte y final en la próxima publicación de “Chispas” …
TRES VOCES POR UNA NOBLE CAUSA. No cabe duda que Armando Manzanero Canché duerme con un solo ojo; su actividad en la SACM (Sociedad de Compositores de México, como titular), las presentaciones en el interior de la República Mexicana, Centro, Sud América y Unión Americana, aunado a sus composiciones, suponemos que el escaso espacio para descanso a través del sueño, es sumamente escaso, y aun así se presentará en el Auditorio Nacional después del tradicional Grita de la Independencia Mexicana: 19 del mes patrio. Pero super bien acompañado; y para el público romántico, el que aún tiene corazón en el cuerpo, disfrutará de otra sorpresa: el meridense Manzanero Canché estará con la gratificante compañía de tres colosales figuras de la interpretación apasionada: Guadalupe Pineda, Tania Libertad y Filippa Giordano; quienes además de unir sus voces en el magno evento del miércoles 19 de septiembre, destinarán la recaudación del programa “Todo es personal”, para auxiliar a los damnificados de Juchitán, El Espinal Ixtepec y Asunción de Ixtaltepec, Oaxaca, a través de la Fundación Mexicana para la Planeación Familiar A. C. presidida por la Lic. Victoria Fuentes. No lo olvide deléitese con “Todo es Personal” el próximo 19 en el Auditorio Nacional, donde únicamente esa fecha, no cesará de ovacionarlos. Anote, “Por ahí nos saludaremos. Fuente: Auditorio Nacional…
GALARDONADA CON EL ARIEL (REVELACIÒN FEMENINA 2015), NORA HUERTA, COMO AUTORA, ENCABEZA EL MONTAJE, PETIT CABARET, EN EL FORO A POCO NO. La creadora y protagonista de la obra, Nora Huerta, quien destaca como realizadora cabaretera con más de quince años de experiencia, es integrante de la compañía de cabaret Las Reinas Chulas, asimismo triunfadora del Ariel como Revelación Femenina en 2015 y ha escrito espectáculos unipersonales como Soy Bárbara, Tlazoltéotl contra las Reformas Vampiro y Paloma Quéherida.
Por supuesto, de plácemes Juan Pablo Villa, quien funge en esta obra teatral como director musical; revelando: Petit cabaret, describe la historia de una mujer pequeña brindando un viaje de autodescubrimiento femenino, igualmente contemplaremos a Clarita, una mujer que vive presa del nerviosismo provocado por el mundo que la rodea; el entorno que le dicta cómo debe ser, cómo se tiene que enamorar, qué tiene que desea; hasta cómo tiene que sentir y soñar. La protagonista entrega cada día su existencia, sin lograrlo, a ser la mujer que todos quieren que sea; pero en su intimidad reconoce que todo aquello que han soñado para ella le queda chico, le sobra o no lo necesita.