jueves, abril 25, 2024

CABEZA DE PLAYA: A los casi 80 años, Montañista de altura !!!

Carlos Galguera Roiz

 

Cabaña Verónica

 

Era solo una prueba; verificar si una travesía circular por Picos de Europa, estaría a mis alcances, ante mi circunstancia cronológica, a punto de completar 79 calendarios consecutivos de peregrinaje terrenal…; para ello debería intentar la 1ª etapa de esta presunta aventura, es decir recorrer desde arriba del Teleférico, en Fuente De, hasta Cabaña Verónica, refugio de montaña con 2.335 metros de altura…

 

La crónica de esta experiencia, sensaciones personales, va en estas líneas, que quiero compartir contigo, para sentirme, de alguna manera, “arropado” en este disparate, como lo califican muchos buenos amigos y no poco volumen de familiares cercanos, queridos…

 

La salida en mi coche, lunes 3 de julio 2.017, fue a las 7h 24 m. Autopista excelente, 23 kms, hasta Unquera, después 63 kms por carretera, doble dirección, vía estrecha, infinitas curvas…, con el desfiladero de la Hermida, como franja más peliaguda…

 

Llegada a Fuente De, son las 8h53m; es decir recorrí 86 kms en 1h 29 m o lo que es lo mismo, promedié 58 kms/h. Compro bocadillo de jamón Serrano, incorporo agua, chocolate, queso, otros fiambres….

 

Saco billete para el Cable, ida y vuelta en un alarde de optimismo, descuento con mi carnet montañero, total 15 euros

 

Inicio la ruta andante a las 9.25. Pista ancha al principio, luego senda estrecha, la pista rudimentaria a recorrer, está integrada por infinitas piedras sueltas, todos los tamaños y formas imaginables…casi siempre molestas para los caminantes, voy hacia el oeste, Horcados Rojos; día especialmente caluroso, ninguna nube, ausencia casi total de lugares con sombra…

 

Camino a ritmo razonable, pero el suelo, tengo que reiterarlo, es una pesadilla, a las incontables piedras sueltas hay que sumar restos de numerosos, potentes argayos habidos en los, al menos, 100 años anteriores a mi paso…, me  doy cuenta que mi calzado no es el más adecuado para transitar por estas plataformas tan irregulares, me he equivocado, lo pienso un instante y desecho rápidamente esta sombra,  inquietud insoluble para estos momentos…

 

A pesar de mi gorra, equipo de futbol americano Miami Dolphins, y mi pantalón transpirable, comprado el día anterior en Decatlón de Oviedo, el ambiente, prácticamente sin brisa, se me va haciendo, inesperada rapidez, muy duro, sofocante, mientras el cansancio aparece con acelerada potencia…

 

Tomo agua con frecuencia, acuso demasiado el calor, me mojo la cabeza cada poco rato… voy avanzando solo, paso a paso, pero debo confesar que al cabo de hora y media, marcho penosamente, ganando metros, recorrido y altura, pero invadido por una considerable fatiga…

 

Aparece, de pronto, un insignificante punto luminoso, allá lejísimo, me parece un lugar demasiado remoto, inaccesible para mis capacidades; Cabaña Verónica, apenas se vislumbra en un panorama con montes pelados, restos de neveros, sin una maldita sombra, donde respirar oxígeno fresco…

 

Subiendo, inclinaciones variables, a veces el sendero desciende, para un poco más allá “recuperar” los metros perdidos y ascender mas metros; una tortura, avanzo a mi ritmo, pero mi progresión es, siento, desesperadamente lenta…

 

Momentos de lucidez: “¿Qué diablos hago yo por estos territorios…? Percibo que el calor puede provocarme serias averías…, mojo la cabeza, una vez más, bebo agua intermitentemente, aunque cada maniobra para estos menesteres me supone parones y reinicios, lo cual siempre genera esfuerzos extra…

 

Demasiado cansancio, sin embargo mi objetivo aparece muchísimo más arriba de lo que podía imaginar, voy sólo, así que tengo que cocinarme mis sensaciones, sin mayores contrastes…; pensamientos cruzados, he llegado a la “Vueltona” encrucijada recordada, marcha terriblemente dura, se vislumbra la imponente mole de Horcados Rojos, frente a ella, hacia el sur,  según mis cálculos previos, debería estar la minúscula cabina de Cabaña Verónica…

 

Pero no, no veo claro que yo tenga hoy capacidad para esta conquista, pienso en renunciar a este  esfuerzo, quizás desproporcionado para mis posibilidades, pero son pensamientos desconectados de mis acciones, en virtud de las cuales sigo caminando, lentamente voy ganando metros en un terreno inhóspito pero grandioso…

 

Un grupo de montañeros vascos me sobrepasa, uno de la cuadrilla me ve, ¡¡¡ échate agua en la cabeza !!! y me ofrece su botella, me emociona su gesto, porque el agua es, sencillamente, supervivencia en estas circunstancias…

 

En un momento dado, me doy cuenta que he dejado de pensar, solo lo hago con demasiada vaguedad, avanzo por instinto, tomo chocolate, aunque no tengo hambre, solo me guía el espíritu de supervivencia, luchando con el cada vez mas gaseoso deseo de coronar mi plan de hoy: llegar a Cabaña Verónica; objetivo que se ha ido acercando, pero aun me parece infinitamente distante, lo siento ajeno a mis recursos racionales, existenciales, disponibles…

 

La tentación de renunciar, la mantengo narcotizada en mi subconsciente…, no sabría cómo hacerlo, pienso en el enorme esfuerzo realizado y evalúo que retornar sin haber respirado cerca de mi objetivo, me generaría un cierto trauma, situación demasiado cruel, que tendría que gestionar, dificilísima ecuación para mí, en esos momentos… soy consciente de haber sobrepasado una extraña línea que me aleja de los razonamientos convencionales, al uso, sigo caminando porque no puedo hacer otra cosa, es mi sino, parece un destino ineludible…

 

Al fin llego a una especie de encrucijada, no hay carteles, juego con mi instinto, lo que queda de el; Horcados Rojos debe ser por la derecha, unas antenas que asoman en lo alto de una peña, a la izquierda, tendrían que corresponder a Cabaña Verónica…, estoy atrapado, ya solo me queda una posibilidad, superar este último obstáculo…

 

El camino es muy irregular, la pendiente, para mis fuerzas disponibles, excesiva…, ya apenas pienso, voy ganando altura, algunos atajos, ¡¡¡ tengo que llegar !!! me arengo a mí mismo, olfateo la cercanía de meta, no siento ninguna euforia especial, estoy demasiado castigado, pero me va invadiendo una cierta sensación de liberación…, me sitúo fuera del mundo reconocible, no sé muy bien que hago en medio de estos fuertes laberintos, pero estoy aquí…

 

Han transcurrido 3h 45 m desde que inicié mi ruta, piso Cabaña Verónica, un minúsculo habitáculo, deslumbrante capsula que representa el refugio con guarda de mayor altitud en España; hace 56 años, procedente de un portaviones de guerra norteamericano, Palau, que se desguazaba en Santurce, esta cápsula fue ubicada en plenos Picos de Europa, pequeño promontorio rocoso a 2.335 metros de altitud, zona de Horcados Rojos, cerca de Pico Tesorero…

 

Es donde estuve en esos momentos que te cuento…

 

El guarda, Carlos, me suministra refrescos, estoy demasiado cansado para disfrutar del momento, pero algo en mi interior siento que ha resucitado, no acierto a entender su significado… me encuentro liberado, siento estar a alturas estratosféricas, temo que me invada algún tipo de angustia, a pesar del, relativo, éxito…; de momento tengo que comer mi gran bocadillo de jamón y beber líquidos fríos…

 

La tortura de ir ganando metros ha terminado, no quiero pensar mucho más, como si mi vida hubiera llegado a su objetivo supremo, como si no hubiera nada más allá que esta pequeña frontera esférica…

 

La grandiosa mole de Horcados Rojos es testigo, relativamente cercano, de mi proceso de avituallamiento; cierta satisfacción, siempre incompleta, el retorno incrusta en mi subconsciente los antídotos para la euforia excesiva, además un inmenso cansancio, inocultable, ha invadido demasiados poros de mi estructura…

 

Trato de protegerme del Sol, cambiando de lugar, tropiezo y me  caigo entre un montón de pedruscos, lastimada la rodilla, tengo dolor pero me recupero rápidamente, no puedo permitirme el lujo de ceder al dolor en estos momentos, no sé muy bien cómo pero habré de bajar, tal cual estoy, renuncio a mas discusiones interiores…

 

Emprendo el retorno. Son las 14h 10m. Bajo el último tramo, recién coronado, hasta la encrucijada con la vía de Horcados Rojos, voy a buena velocidad, el dolor de la rodilla perfectamente camuflado, sigo la marcha descendente, de cuando en cuando aparecen tramos ascendentes, que me rompen el ritmo de marcha…

 

Se cruza conmigo una pareja de jóvenes, van jugando, tirándose restos de nieve que subsisten en  el borde de la senda, en un momento el chico cae resbalando por un pedrero, arrastra un buen caudal de piedras finas “No pasa nada – dice el muchacho – pero no puedo subir” La chica y yo le alargamos nuestros bastones, procurando auto protegernos, máximas precauciones, se agarra a ellos y poco a poco el trance queda superado…

 

Un minúsculo, simpático incidente, que me proporciona una grata sensación de utilidad…; el avance durante el retorno requiere menos pausas, pero el cansancio, ante el brutal esfuerzo desarrollado, está ahí…

 

Me cruzo con dos señores, cierta edad, charlas habitualmente informativas, hablamos algo mas y resulta que estos camaradas son, como yo mismo, antiguos alumnos de los jesuitas en Madrid, tenemos amigos comunes, gratísimo, inesperado, encuentro en plena montaña…, reconfortante, me siento más ligero, calculo tiempos, parece llegaré a cerrar la jornada con margen…

 

Pero la realidad  es que siento en mi interior un altísimo nivel de agotamiento, me parece, por momentos, deambular anestesiado, camino por puro instinto, me voy acercando al cable, mi retorno a la Civilización se acerca…

 

Casi no he descansado en el descenso, estoy en la parte alta del Teleférico, bajo hasta el punto de partida, tiro residuos, me acerco a mi coche, guardo bártulos, tomo Cola Cao en una cafetería del complejo, me siento mejor, va emergiendo una profunda alegría interior, compatible con un inmenso cansancio, incapaz de asimilarlo…

 

Han pasado 2h 50 m desde que abandoné Cabaña Verónica, me siento en mi viejo Ford, más confortable que nunca, pongo la 9ª Sinfonía de Beethoven y emprendo el retorno a Llanes, concentración por la estrecha carretera de montaña, con adelantamientos “imposibles”….

 

A las 17h 46 m    estoy entrando en el garaje de mi casa en Llanes; coloco mis cosas sin especiales cuidados y me voy al Centro Médico, el doctor, buen amigo, me revisa la rodilla, no se ha roto nada, así que me recomienda un tratamiento última generación, medicina avanzada: Hielo…

 

He logrado culminar una aventura, pero reconozco mi principal problema, el descanso me resultó imposible, al nivel que yo hubiera necesitado, pasé el día siguiente con un tono vital de baja intensidad, era martes…, no quiero, ni siquiera pensar, en una aventura de similar entidad, verdadero objetivo de la prueba en cuestión, por el cual me lancé a esta “locura” en solitario; comprobación plenamente vivida, imposible, para mí, repetirla…al menos en secuencias próximas.

 

Miércoles, me levanto sin haber asimilado esta marcha por Picos de Europa, ligera excursión con viejo camarada, comida rica y abundante, mi eterno lugar, Canene, paseo por el puerto, viendo descargas de Ocle, ambiente relajante…, tarde voy sintiendo un tono vital claramente recuperado…

 

Jueves, he descansado a plenitud, ahora me encuentro sorprendentemente bien, así que levantando el ánimo cuento este relato de supervivencia, pero siendo consciente que he estado muy cerca de mis límites reales, he vivido franjas de mi presunta “conquista”, como un verdadero autómata, tengo que reconocerlo, me han mantenido resortes de supervivencia escondidos, desconocidos para mí, es todo…

 

He logrado ir asimilando el proceso… ahora mismo siento que la experiencia vivida ha merecido la pena y las secuelas son un precio razonable a pagar por la riqueza interior generada en el proceso…

 

Comparto el episodio, amigo lector, espero que tu cansancio sea meramente virtual, lo podrás manejar razonablemente…

Artículos relacionados