Carlos Galguera Roiz
Es una pequeña historia, fuera de épocas, quizás oportuna para estos momentos, te sugiero intentes recorrerla hasta el final.
Pablo era el jovencito más contestatario de la Clase, asignatura la más arrumbada de la Enseñanza vigente: la Religión; lo voy a contar en primera persona, pienso sonará más directo…
Pablo parecía disfrutar exhibiendo un ateísmo recalcitrante, un tanto infantil, un cuanto furioso, inexplicablemente agresivo. Ultimo día de clase
-¿Vd. cree que encontraré a Dios?, me lanzó de repente, como despedida original.
La respuesta no se hizo esperar.
-No, Pablo, no lo encontrarás. El joven que ya iba saliendo, quedó sorprendido
-¿Cómo que no? Yo creía que esta era la mercancía que Vd. estaba vendiendo…
Ya se marchaba, alcé la voz
-No, Pablo, no lo encontraras, pero estoy seguro de una cosa, tras una pausa calculada, rematé: ¡¡ El te encontrará a ti !!
Se encogió de hombros, pensé con cierta rabia que no había captado la “agudeza” de mi observación…
Pablo salió de mi clase y de mi vida.
Supe indirectamente que se había graduado, excelentes notas, y me alegré sinceramente. Dos años más tarde me contaron que a Pablo le habían detectado un cáncer terminal…
Quise llamarle pero antes de hacerlo, confieso me daba un poco de prevención, él apareció por mi oficina. Cuando entró casi no lo reconocía, demacrado su pelo largo había desaparecido por la quimioterapia, pero sus ojos brillaban y su tono de voz tenía una firmeza, para mi desconocida…
-Pablo, oí que estabas enfermo, pensé en ir a verte…. Me interrumpió rápidamente.
– Si, muy malo, tengo cáncer en ambos pulmones, es cuestión de semanas.
-Pablo, ¿puedes hablar sobre esto?
-Por supuesto, ¿Qué quiere saber?
-¿Que se siente tener 24 años y estar muriendo…?
-Bueno, podría ser peor
-¿Peor? ¿como qué?
-Como llegar a los 50 sin ideales ni valores…
Me quedé estupefacto, parece que aquél muchacho al que yo había rechazado por su comportamiento indolente, Dios me lo devolvía para educarme. Pablo continuó:
-Pero vine a verle por lo que me dijo Vd. el ultimo día de clase, “que yo no encontraría a Dios”, pensé entonces que era una boutade mas, típicamente suya…
Habló, a continuación, con una convicción tremenda
-Cuando los doctores examinaron el tumor que tenía en la ingle y me dijeron que era maligno, ahí si empecé a buscar seriamente a Dios, y cuando el cáncer se propagó en mis órganos vitales, golpeé fuertemente con mis puños la puerta del Cielo, pero Dios no salió, en realidad no pasó nada…
Pablo recordaba, una fuerza interior impresionante estaba en sus labios.
-¿Alguna vez ha buscado algo con todo el esfuerzo disponible, sin obtener ningún resultado? Uno se harta de tratar, tratar, tratar… al final uno deja de tratar.
Pablo continuó su relato con una determinación formidable.
-Bueno, un día desperté y tomé una decisión: no reclamaría más a un Dios que posiblemente no estuviera ahí, quizás no existiera, así que me rendí. Decidí que Dios no me importaba, ni una vida después de la muerte. Opté por algo más provechoso.
Pablo tomó un respiro, bebió agua y sonrió
-Pensé en algo que había escuchado en su clase “la mayor tristeza es pasarse la vida sin amar”, pero, añadí por mi cuenta, peor sería pasar por la vida e irse, sin nunca haber dicho a los que uno ama, que los ama…
De pronto los recuerdos habían animado su pálido rostro
-Empecé por el más difícil, mi padre. Estaba leyendo el periódico. Me acerqué, Papá. ¿Qué? me contestó sin levantar los ojos del texto. Papá quisiera hablar contigo. Bueno, habla, me respondió. Papá, es algo verdaderamente importante. Bajó el periódico lentamente ¿de qué se trata? Papá yo te amo, solo quería que lo supieras…
Pablo me contaba esto como si sintiera un gozo cálido, secreto, que fluía desde su interior…
-Entonces mi padre hizo dos cosas que no se las había conocido nunca antes; me abrazó y lloró. Estuvimos hablando toda la noche, aunque el tenía que ir a trabajar al día siguiente, me sentí tan bien estar cerca de mi padre, sentir su abrazo, ver sus lágrimas, oírle decir que también me amaba…me pareció un sueño inimaginable.
Recordaba con fruición esta escena, también el encuentro, mucho más fácil, con su madre y hermano pequeño, tantos secretos guardados, tanto tiempo perdido…
-Entonces un buen día, inopinadamente voltee mi cabeza y le vi, allí estaba Dios. No vino a mí cuando yo se lo imploraba, aparentemente Dios hace las cosas a su modo y a su hora…pero lo importante es que estaba allí. Me había encontrado, Vd. tenía razón, me encontró aun después que yo dejé de buscarle…
Pablo, le dije casi sin aliento, lo que me has contado es algo muy importante y más Universal de lo que puedas imaginarte. Encontrar a Dios es abrirse al Amor… ¿te puedo pedir un favor? Así me compensarías de pasadas molestias, le sugerí sonriendo… ¿Puedes contar este relato en mi clase? Si yo se lo hiciera no tendría el mismo impacto que si lo trasmites tú…
-Bueno yo me había preparado para contárselo a Vd. pero no sé si estoy listo para hacerlo en su clase…
Le interrumpí, piénsalo Pablo y si te sientes preparado me llamas. Me telefoneó a los pocos días, me confirmó su decisión, iría a contar su historia en mi clase, tenía poderosas razones…hicimos una cita.
Pero Pablo nunca pudo llegar, ¡¡¡ tenía una cita más importante !!!