CIUDAD DE MÉXICO.- El Secretario General de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas, Álvaro López Ríos, alertó que la falta de apoyo productivos obliga a los ejidatarios a vender sus tierras a particulares, generando la desaparición del ejido ya que los apoyos del Gobierno Federal como Sembrando Vida, Producción para el Bienestar y fertilizantes no abordan de manera integral las necesidades del campo mexicano. Hasta el año 2020 se habían vendido 3.5 millones de hectáreas de tierra ejidal a acaparadores de tierras y grandes empresas inmobiliarias.
A su vez, el dirigente de la UNTA en el estado de Yucatán, Guillermo Cauich Durán, ratificó que “la falta de apoyo está obligando a los ejidatarios a vender sus tierras a particulares como sucede el Yucatán, en el ejido en Tixkokob”.
La venta de tierras, la casa ejidal y el cenote Yaxhuá que eran patrimonio del pueblo y campesinos, es un ejemplo de cómo la falta de apoyo y la desprotección pueden llevar a la pérdida de identidad y cultura de las comunidades rurales, subrayó el dirigente de la UNTA en Yucatán.
Ambos dirigentes afirmaron que los ejidatarios requieren de créditos accesibles, semillas de calidad, obras de riego eficientes, asistencia técnica especializada y proyectos productivos agropecuarios que rescaten el campo en abandono.
Para Álvaro López Ríos, dirigente de la UNTA Nacional, es fundamental que el Gobierno Federal y los gobiernos estatales trabajen juntos para impulsar las actividades productivas en el campo a fin de lograr la autosuficiencia alimentaria, disminuir la pobreza así como proteger el patrimonio cultural y natural de las comunidades rurales.
Tanto Álvaro López Ríos como Guillermo Cauich consideraron que la venta de tierra, por necesidad, por parte de los ejidatarios puede tener consecuencias negativas para el país.
En primer lugar, continuó, la pérdida de la tierra y la falta de producción agrícola afecta la soberanía alimentaria ya que se reduce la capacidad de producir alimentos de manera local y sostenible. Este año México importó alrededor de 23 millones 800 mil toneladas de maíz y se ubica con una dependencia alimentaria del 66%.
La venta del campo puede llevar a la concentración de la tierra en manos de unos pocos propietarios, lo que puede exacerbar la desigualdad social y económica en el país.
Además, existe una superficie no sembrada de 4 millones 067 mil 206 hectáreas como consecuencia del mal temporal, por falta de crédito, por enfermedad, por falta de dinero o apoyos o porque no hubo quien la sembrara.
La pérdida de tierra cultivable por los motivos antes citados genera consecuencias ambientales negativas al ser utilizada para la urbanización o la explotación de recursos naturales. Hasta el momento el 45% del territorio nacional padece algún tipo de degradación.
Del año 2000 a 2010 hubo una pérdida anual promedio de 195 mil hectáreas de bosque por cambios de uso de suelo y tala ilegal. La cubierta forestal se reduce en casi 90 mil hectáreas al año, principalmente por el crecimiento urbano y aumento de la superficie agropecuaria.
También la venta del campo puede afectar la identidad cultural y la tradición de los ejidatarios y sus comunidades ya que la tierra es un elemento fundamental de su patrimonio y su forma de vida.
En resumen, la venta del campo por parte de los ejidatarios tiene efectos negativos en términos de soberanía alimentaria, desigualdad social y económica, medio ambiente y patrimonio cultural.
AM.MX/fm