Carlos Becerril Torres
No quiero tener ochenta años y cantar Down On Me, señaló en marzo de 1969, Janis Joplin al mítico periodista de rock Paul Nelson. ¿Quién podía haber imaginado que el 4 de octubre del año siguiente Janis iba a dejar este mundo?
Con cuatro álbumes y numerosas presentaciones en vivo la estela de Janis Joplin es uno de los elementos fundamentales necesarios en la comprensión y explicación del fenómeno social, cultural y político de la segunda década de los años sesenta.
Antes de morir había llegado a un punto de equilibrio. Compró una casa en San Francisco y la estaba redecorando. Disponía de una pequeña corporación de personas encargadas de sus asuntos. Pensaba en dar giras y presentaciones en vivo por seis meses y los siguientes grabar discos y descansar. Tenía planes de matrimonio. La banda de acompañamiento Full Tilt Boogie se había acoplado a la visión de la cantante y ella sabía que tenía que estar a la altura de sus músicos.
Algo muy diferente a la versión que dejó entrever la revista Rolling Stone algunos meses después de su muerte.
La gran incógnita siempre va a ser imaginarse que la cantante realmente hubiera llegado a los ochenta años y cómo iba a adaptarse a los diferentes cambios en el gusto hasta los tiempos actuales.
Sus cuatro álbumes y los diferentes acercamientos de estilo interpretativo exponen lo anterior. Down On Me y Ball And Chain de la primera época con Big Brother and The Holding Company cubren un arco muy definido determinado por el encuadre de una banda de rock tradicional. De ahí, el salto hacia los metales con la Kosmic Blues Band resultante en Try (Just A Little Bit Harder) y la cimentación en la tradición musical americana con Little Girl Blue de Rodgers y Hart, como antes lo había hecho con Summertime de George Gershwin. Pearl, el cuarto álbum, contiene una diferente aproximación interpretativa al girar hacia lo country con Me And Bobby McGee y la exploración a cappella de Mercedes Benz, sin excluir Move Over y Get It While You Can, alfa y omega de ese último álbum.
Janis Joplin al saberse y sentirse dueña de sus capacidades interpretativas adoptó las cualidades de una esencia chamánica. Sus presentaciones en vivo y sus discos son rituales de purificación, de expulsión del mal, una depuración de la esencia interna de la audiencia, por medio del canto y la música. En general los conciertos en vivo tienen esa naturaleza ritual de purificación y catarsis. De expulsión de los poderes del mal. Si uno pretende entrar a ese profundo misterio eleusico de canto y música, las percusiones iniciales en Try (Just A Little Bit Harder) son la puerta de entrada a la ceremonia de purificación y catarsis culminada en Work Me Lord, última pista del Kosmic Blues.
Por la parte externa Janis, tal vez sea la figura más relevante y líder en los movimientos expresión de libertad e identidad femenina que en se momento se gestaban y que hoy en día son expresiones de presencia cotidiana y natural.
Nunca se contuvo y expresó lo que necesitaba decir de manera directa, y en múltiples ocasiones le significó el que la prensa de entonces confundiera sus titubeos y preguntas como inseguridad y no como honestidad o búsqueda de encontrar respuestas. Desde el primer instante de fama supo que el contacto con la prensa era fundamental en su transformación y aceptación como intérprete pero también la prensa, al ver ese desmedido brote de energía, quería escudriñar hasta el último rincón de su esencia a fin de encontrar de dónde provenía cantar como ella lo hacía.
Esa imagen que ella proyectó entre el 10 de junio de 1966 y su última aparición pública el 12 de agosto de 1970 está preservada en múltiples sesiones de foto, recortes de periódicos y en los videos que ahora están en circulación.
Habría cumplido 74 años.
En el lado opuesto a Janis Joplin, aparentemente, está Barbra Streisand. En cuanto a timbre de voz son completamente opuestas. Janis está del lado rockero y Streisand del lado pop. Una se fue muy joven, y la otra, por su trayectoria es una de las artistas más reconocidas. Janis Joplin de haberse quedado con nosotros hubiera dado una rivalidad y competencia artística muy interesante al lado de Barbra. Con un año de diferencia a Janis, Barbra Streisand tiene en la actualidad 75 años.
Las dos voces convergieron en las composiciones de los hermanos Gibb, ni más ni menos que los Bee Gees. Janis Joplin realizó una versión profundamente dolorosa a To Love Somebody y Barbra tomo ocho canciones de Barry Gibb en la creación del álbum Guilty, producido por Barry Gibb, además de hacer participar en dos pistas a dúo con la cantante.
En 1964, a finales de ese año, los Beatles tenían dominada la atención. A lo lejos, en un segundo plano, cuando los grupos ingleses dejaban de sonar en los espectros hertzianos y electromagnéticos, se escuchaba una voz potente y sobresaliente por entre el tumulto de sonidos y ruidos que se dirigía a toda la gente con suerte en este mundo. Era el tema People cantado por Barbra, salido de su cuarto álbum del mismo nombre.
Al siguiente año, el estanque de ondas hertzianas comienza a recibir nuevas ondas de choque, aparece un nuevo disco titulado My Name Is Barbra, Two… La primera pista He Touched Me hace voltear la atención del oído especializado por el manejo vocal, en las tres veces que repite Nothing, nothing, nothing… ¡Esa es una voz que sabe cantar!
Desde ese momento la voz de Barbra Streisand se convirtió, sin querer para algunos, y con todas las de la ley para otros, en el soundtrack de la vida de millones de personas en todo el mundo. Expresado de otra manera “el que esté libre de recuerdos que arroje la primera sinapsis”.
Unos la seguían por su apego a compositores provenientes de la escena teatral de Broadway, sobre todo debido a la popularidad obtenida a raíz de su espectáculo televisivo. De imposible acceso en otras latitudes del planeta. Otros, por su presencia en la radio. Era imposible no escucharla.
En el momento cenital de Michel Legrand el compositor francés realiza los arreglos y dirige la orquestación del álbum Je m’appelle Barbra. Un proyecto bilingüe con canciones en francés y en inglés. Del cual emerge hacia el éter hertziano la versión de Free Again. Ciertamente en ese momento el cine, la música y el pensamiento francés conformaban parte de la formación intelectual de las audiencias educadas.
On A Clear Day Yon Can See Forever es tanto el título de uno de los filmes de Barbra como de la canción tema de la película. El proyecto fílmico y comercial era infalible. Dirigido por Vincent Minelli, producido por Howard Koch —el oscuro productor de un filme titulado Casablanca—. Letras de Alan J. Lerner y música de Burton Lane, arreglos y dirección musical de Nelson Riddle. Diseño de vestuario a cargo de Cecil Beaton. Y a manera de refuerzo al argumento psico/farmacéutico/extrasensorial del filme, el tema musical brotaba por cualquier resquicio disponible. Imposible era no estar expuesto a sus influencias provenientes de la voz de Barbra.
A partir de ese momento la carrera de Barbra es también la de una actriz cinematográfica y la década de los años setenta estaría incompleta sin The Owl & The Pussycat, What’s Up Doc? y The Way We Were. De la última provienen el tema principal junto a What Are You Doing The Rest Of Your LIfe? y All In Love Is Fair. Los sobrevivientes de aquella época con suficientes recuerdos disponibles no habrán podido olvidar alguno de esos temas.
Un día, cualquier día, en el peor momento y en el peor lugar, por las bocinas de un centro comercial surgía un doloroso lamento en idioma italiano: Lascia ch’io pianga. Adelante se escuchaba el comentario “¡Qué bonito!” —seguramente el llorar debe de ser una alegre emoción—. Quédese todo en el desconocimiento de otro idioma. La voz era, de nuevo Barbra Streisand y el disco que buscaba atraer la atención de los inermes y distraídos compradores de las despensas familiares se titulaba Classical Barbra.
En ese álbum, sin voltear hacia atrás, Barbra Streisand hace suyos a Claude Debussy y Gabriel Fauré, en francés, a Joseph Canteloube en francés provenzal y de ahí a Carl Orff y George Frederic Handel. Lo más relevante son sus interpretaciones a dos lieder del poeta alemán Joseph von Eichendorff, uno por Robert Schumann y otro de Hugo Wolff, cantados en alemán. Después de eso, Barbra Streisand podía romper todos los límites de estilo e interpretar lo que le viniera en gana.
En efecto, en la cresta de la ola dominada por la música “disco”, Enough is enough a dueto con Donna Summer incluida en el álbum Wet, sumerge a su audiencia en una cascada de temas líquidos a modo de vehículo anfibio capaz de transportar distintas emociones.
En 1985, dueña de todas las claves y fórmulas del éxito, basadas en la impecable calidad de su trabajo profesional, al dar a conocer su Broadway Album Barbara Streisand se detiene a reflexionar, asentada sobre una obra previa de Stephen Sondheim —Putting It Together—, sobre al arte, la fama, el éxito o fracaso comercial de una producción artística. Hace suyas las palabras de Sondheim al señalar que de la noche a la mañana el artista se convierte en tendencia a seguir, y de repente, cae en cuenta que ya se convirtió en la sensación musical del año pasado, que su momento ya pasó.
Para entonces, la cantante, actriz, directora de cine, ser humano, impulsora de iniciativas humanitarias y de salud se encuentra perfectamente bien posicionada y reconocida en todo el mundo. Al menos en el mundo donde se coleccionan discos o se va al cine. A la fecha, con 35 álbumes detrás y 245 millones de copias, pocos son los mortales que en algún momento de su vida han quedado fuera de la órbita gravitacional de una gran estrella.
De haber continuado con nosotros en este mundo, con toda seguridad Janis Joplin, habría cantado a dúo con Barbra Streisand en Encore, su más reciente álbum o al revés hubiera acompañado a Janis Joplin en su propia producción.