jueves, abril 25, 2024

Argelia, el mayor apoyo a la estrategia armamentista rusa

Luis Alberto García / Moscú

*Después de China e India, es el tercer cliente de Rusia.

*Moscú respalda a su mejor comprador de armas del norte de África.

*El ministro ruso de Relaciones Exteriores advirtió contra intervención.

*No permitir injerencia de países extranjeros en los asuntos argelinos.

*Reunión de Sergéi Lavrov y el viceprimer ministro Ramtane Lamamra.

El régimen argelino ha buscado en el exterior los apoyos que no termina de hallar en su país para emprender una transición controlada por el propio régimen, y con ese fin, el recién nombrado viceministro y titular de Relaciones Exteriores, Ramtam Lamamra, viajó el 19 de marzo de 2019 a Moscú para encontrarse con Serguéi Lavrov, su homólogo ruso.

Lavrov emitió en nombre del presidente Vladímir Putin un doble mensaje que le permite contentar tanto al régimen como a los millones de argelinos que de tiempos atrás exigían la salida de Abdelaziz Buteflika, quien desistió a la presidencia que lo mantuvo en el cargo mediante cuatro elecciones triunfantes consecutivas desde 1990.

Lavrov mostró por un lado el apoyo de Moscú al gobierno argelino en sus planes por “estabilizar la situación”; pero en seguida añadió: “Por supuesto, estamos preocupados por los acontecimientos que están ocurriendo. Vemos intentos de desestabilizar la situación y nos oponemos firmemente a cualquier intervención en estos procesos. Sobre la base de la Constitución, el pueblo y el liderazgo argelinos resolverán todos los problemas que surjan”.

Rusia puede ser el mayor comprador de armas a Rusia, pero no se encuentra ni entre los principales proveedores de Argelia -que son China, Francia, Italia, Alemania y España, según datos oficiales de 2017- ni entre sus principales clientes: Italia, Francia y España.

Sin embargo, Argelia es un aliado estratégico para Rusia, no solo porque es uno de sus mayores compradores de armas –solo entre 2011 y 2015, le vendió armas por valor de mil 900 millones de dólares, según estimaciones citadas por la prensa rusa.

Y en cuanto a la venta de granos, Rusia está buscando desbancar a Francia como principal suministrador de trigo, relevante rol que ha crecido con la crisis en Venezuela, además, de que Argelia ha sido un gran apoyo para los intereses rusos durante la guerra siria y en las tensiones entre Moscú y Ankara.

La alianza entre ambos países viene de lejos, de mediados del siglo XX, cuando Moscú aportó su apoyo a los combatientes del Frente de Liberación Nacional (FLN) durante la guerra contra Francia (1954-1962).

Después, buena parte de sus oficiales, incluido el jefe del Estado Mayor, Ahmed Gaid Salah, se formaron en academias militares rusas. Ade más de que Nikita Krushchev otorgó el título de Héroe de la Unión Soviética a Ahmed Ben Bella, el primer presidente de la República de Argelia tras la independencia.

Con el derrumbe de la Unión Soviética, a partir de 1990 la cooperación decayó, ya que Rusia se encontraba inmersa en plenas reformas; pero de nuevo, el vínculo entre los dos países repuntó con la llegada de Vladímir Putin al poder.

En 2001, Buteflika visitó Moscú, en 2006 Putin le devolvió la visita y en 2008 Buteflika volvió a Rusia, de modo que Argelia compra la mitad de todas las armas que Rusia exporta a África, según declaró en 2018 el embajador ruso en Argelia, Igor Beliaiev, al sitio ruso Sputniknews, algo que corroboran los datos.

Después de China e India, Argelia es el mayor comprador de armas de Rusia, según el Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI), y en la clasificación anual de Ejércitos más poderosos que efectúa el sitio estadounidense Global Firepower, Argelia se sitúa en el puesto 27, pocas posiciones detrás de España (21) y solo por detrás de Egipto (12) en el continente africano.

Argel ha comprado a Moscú helicópteros de combate, submarinos y cazas: “Además de sus compras de trigo y de armas, Argelia ha respaldado políticamente a Rusia, lo que se puso de manifiesto durante la guerra Siria. El Kremlin lo valora mucho”, apuntó Serguéi Balmasov, experto en la región del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales.

Balmasov apunta, sin embargo, que Moscú está atento a la situación en Argelia, “para que Occidente no haga con Argelia lo mismo que con Libia” y, de momento, Rusia ha optado por mantenerse en cierta manera de perfil ante las manifestaciones, según Balmasov.

“Por eso insiste Moscú en que lo que sucede es un asunto interno. Esto le da la ventaja en caso de que Buteflika cayera, y al mismo tiempo permite conservar la relación si el régimen sobreviviera”, dice el experto Balmasov.

El politólogo señala que los contratos de material de defensa con Rusia, sirven también para sobornar a los generales, que tradicionalmente tienen influencia política: “Estos gastos militares están arruinando la economía argelina, pero no cesarán”, recalca; sin embargo, Rusia temía que si Buteflika caía en los comicios de 2019, esos contratos se resientan y Moscú pase a desempeñar un papel menos importante, concluye Balmasov.

Por su parte, el investigador argelino en ciencias políticas, Kamel Cheklat, advierte desde París sobre la posible influencia negativa que pueda ofrecer Moscú frente al ansia de cambio de la oposición argelina: “Rusia nos ha dado un triste ejemplo en Siria en materia de contra revolución, por su apoyo al régimen autoritario del presidente sirio Bachar el Assad”.

Argelia ha sido un aliado de peso de Rusia en el Magreb, y esa alianza se ha mantenido tras la visita de Vladímir Putin a Argelia en 2006, Lamamra ha viajado a Moscú para vender la hoja de ruta del régimen argelino, para tranquilizar a sus socios rusos y decirles que el régimen aún se mantiene al frente”.

Los canales públicos de televisión argelinos se han hecho mucho eco de las palabras del ministro ruso; pero el columnista argelino Makhlouf Mehenni, escribe en el sitio TSA, que en realidad Lavrov volvería con las manos vacías del extranjero porque, según Mehenni, hay una diferencia clave entre Siria, incluso Venezuela, y Argelia:

“La revuelta en Argelia no es una cuestión de un partido, una región o una casta. (…) Es todo el pueblo que está en la calle y ni Rusia ni ninguna otra potencia pueden influir sobre el curso y la amplitud de las manifestaciones”.

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