jueves, diciembre 12, 2024

Árbol filogenético de la subfamilia Pantherinae

Luis Alberto García / Zamora Pico de Oro, Chiapas

*Panthera onca, único miembro del género Panthera.
*Esa especie existe en la actualidad en el Nuevo Mundo.
*Hay variedades que comparten un antepasado común.
*Los leopardos asiáticos y africanos, sus parientes cercanos.
*En cuanto a su color de piel, suele haberlos blancos y negros.

Pruebas de ADN muestran que el jaguar americano, el león (Panthera leo), el tigre (Panthera tigris), el leopardo (Panthera pardus), el leopardo de las nieves (Panthera uncia), y la pantera nebulosa (Neofelis nebulosa) comparten un antepasado común, y que este grupo tiene una edad de entre seis y diez millones de años.
El registro fósil indica que la aparición de Panthera se produjo hace entre dos y cuatro millones de años, y generalmente los estudios filogenéticos han demostrado que la pantera nebulosa es la especie basal de este grupo.
La posición de las especies restantes varía entre diversos estudios y en la práctica permanece sin resolver; pero basándose en pruebas morfológicas, el zoólogo británico Reginald Pocock llegó a la conclusión de que el pariente más cercano a Panthera onca era el leopardo.
Sin embargo, las pruebas de ADN no son concluyentes y su posición en relación a otras especies varía de un estudio a otro: fósiles de especies extintas de Panthera, como por ejemplo el jaguar europeo (Panthera gombaszoegensis) y el león americano (Panthera leo atrox), presentan características propias tanto del león como de Panthera onca.
El análisis del ADN mitocondrial de Panthera onca indica que el linaje de la especie se remonta a entre hace 280 000 y 510 000 años, por lo tanto es más moderna de lo que sugiere el registro fósil.
Aunque se han reconocido numerosas subespecies de Panthera onca, investigaciones recientes apuntan a que solo hay tres.
La última descripción taxonómica de las subespecies de Panthera onca fue realizada por Pocock en 1939: basándose en los orígenes geográficos y la morfología craneal, reconoció ocho subespecies, aunque no disponía de suficientes especímenes como para evaluarlas de manera crítica, y mostró sus dudas sobre el estatus de algunas de ellas.
Sin embargo la división en subespecies de Pocock todavía se utiliza habitualmente en descripciones generales de este félido. En la obra Mammal Species of the World y en el Sistema Integrado de Información Taxonómica (ITIS) se reconocen nueve subespecies,​ las ocho citadas y además P. onca palustris (Ameghino, 1888).
La Panthera onca cuenta con dos subespecies extintas: Panthera onca augusta y Panthera onca mesembrina, ambas del Pleistoceno, habitantes América desde la Patagonia (incluido Chile) hasta Estados Unidos: a estas dos subespecies se une Panthera onca arizonensis, perseguida y totalmente erradicada de territorio estadounidense hace más de un siglo
En tiempos modernos. evaluaciones posteriores sugieren que solo se tendrían que reconocer tres subespecies: P. onca onca, P. onca hernandesii y P. onca paraguensis,[29]​ y estudios recientes tampoco han conseguido encontrar pruebas que sustenten subespecies claramente definidas, y ya no las reconocen.
En 1997 se publicó un estudio sobre la variación morfológica en la Panthera onca y demostró que hay una variación norte-sur, pero también que la diferenciación dentro de las presuntas subespecies es mayor que la que hay entre ellas, y que por lo tanto no apoya una división en subespecies.
Un estudio genético de Eizirik y otros colaboradores en 2001 confirmó la ausencia de una estructura geográfica de subespecie clara, a pesar de que encontraron que las grandes barreras geográficas, como por ejemplo el río Amazonas, limitaban el intercambio de genes entre las diferentes poblaciones.
Un detallado estudio realizado posteriormente también mostró un flujo genético entre subespecies y una heterogeneidad relativamente baja en un animal majestuoso cuya cabeza es robusta y sus mandíbulas extremadamente potentes, con un tamaño que tiende a incrementarse cuanto más al sur se localicen.
La Panthera onca es el mayor félido de América, robusta y musculosa que presenta variaciones significativas en cuanto al tamaño, con un peso que oscila normalmente entre 56 y 96 kilogramos, aunque hay registros de machos más grandes, de hasta 160 kg (aproximadamente como una tigresa o una leona).
Por el contrario, los más pequeños pueden tener un peso tan bajo como 36 kg. Las hembras suelen ser un 10 a 20 % más pequeñas que los machos. La longitud de este félido varía entre 162 y 183 cm y la cola puede añadir unos 75 cm más.
Su altura hasta los hombros o la cruz es de unos 67-76 cm., su cabeza es voluminosa y con una mandíbula prominente; el color de sus ojos varía de un tono amarillo oro a un amarillo verdoso y sus orejas son relativamente pequeñas y redondeadas.
Se han observado variaciones en su tamaño en diferentes regiones y hábitats, mostrando un incremento de tamaño cuanto más al sur se localicen. Un estudio realizado en la Reserva de la Biosfera de Chamela-Cuixmala, en la costa mexicana del Pacífico, mostró que en esa zona pesaban tan solo entre 30-50 kg, aproximadamente el peso del puma.
​Mientras, un estudio en la región brasileña del Pantanal mostraba un peso medio de 100 kg, a menudo con pesos de 135 kg o más en machos viejos. Los ejemplares que habitan en florestas a menudo son más oscuros y bastante más pequeños que los que viven en áreas abiertas (el Pantanal es una cuenca de zonas húmedas abierta), posiblemente debido al menor número de grandes presas herbívoras en las zonas boscosas.
La estructura corta y robusta de sus miembros hace que sea muy hábil a la hora de escalar, arrastrarse y nadar. La cabeza es robusta y la mandíbula extremamente potente; se ha sugerido que posee el mordisco más potente de todos los félidos y el segundo más potente de todos los mamíferos (tras la hiena manchada).
Esta potencia es una adaptación que le permite incluso perforar caparazones de tortugas.​ Un estudio comparativo de la potencia de mordisco ajustado según la medida corporal lo situó como el primero de los félidos, junto con la pantera nebulosa, y por delante del león y el tigre.
En cuanto a su color, el melanismo –los puede haber blancos y negros- es el resultado de un alelo dominante y un fenómeno relativamente habitual en esta especie tan fuerte, que un ejemplar adulto puede arrastrar a un toro de 360 kilogramos entre sus mandíbulas y pulverizar los huesos más duros, o arrastrar a una tortuga de mar a lo largo de más de 90 m en la profundidad de un bosque.
Puede cazar animales selváticos que pesan hasta 300 kg en el interior de una jungla densa y su físico corto y robusto es una adaptación a sus presas y ambiente.
La base de su pelaje suele ser de un color entre amarillo pálido y castaño rojizo.​ La piel está cubierta de unas manchas en forma de rosa para camuflarse en su hábitat selvático. Las manchas pueden variar en la piel de un mismo animal y entre diferentes ejemplares: las rosetas pueden incluir una o más manchas y la forma de las manchas varía.
Las de la cabeza y el cuello son generalmente sólidas, igual que las de la cola, donde se pueden unir para formar una banda. La región ventral, el cuello y la superficie exterior de las patas y los flancos inferiores son blancos.
La condición melanística es menos común que la manchada (se da en aproximadamente un 6 % de la población) y es el resultado de un alelo dominante.​ Los ejemplares con melanismo parecen totalmente negros, aunque se pueden apreciar las manchas si se los mira de cerca.
Los ejemplares con melanismo son conocidos informalmente como «panteras negras», pero no constituyen una especie distinta, ni siquiera una subespecie. Igual que en los demás grandes félidos, en raras ocasiones aparecen individuos albinos, denominados «panteras blancas», rarísimas y apreciadas por su rareza impresionante.

 

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